Los últimos acontecimientos no hacen sino consolidar la opinión de Pablo Iglesias respecto a la posición que el Gobierno debe mantener en el conflicto del Sáhara Occidental. El desplante de Marruecos forzando la suspensión de la cumbre con España y el "atropello" de Donald Trump anunciando que Estados Unidos reconoce la antigua provincia española como "territorio de soberanía marroquí" dan la razón al vicepresidente, creen en su entorno.
Cuando hace casi un mes, el líder de Unidas Podemos intervino en la crisis migratoria provocada por Marruecos en Canarias irrumpiendo con la reivindicación del referéndum que auspicia Naciones Unidas, no sólo cabreó al rey Mohamed VI -como publicó EL ESPAÑOL-, sino que fue criticado con dureza por Exteriores. En el Ministerio de Arancha González Laya se consideró una injerencia en un asunto "de Estado", sin relación alguna con los ministerios morado, y tan polémico como sensible.
En todo caso, nadie en el Ejecutivo (ni en la oposición) se atrevió a criticar el fondo del asunto: Iglesias sólo estaba diciendo en alto lo que, en teoría, es lo que han defendido todos los gobiernos que han pasado por Moncloa desde 1978.
Es decir, que los saharauis tienen derecho a su autodeterminación, como reconoce Naciones Unidas, y España apoya el entendimiento de sus representantes con Marruecos para la celebración de una consulta en la que decidan si quieren ser independientes o aceptar la oferta de Rabat de ser una provincia con alto grado de autonomía.
Laya, en un atolladero
De hecho, eso mismo repitió, como un mantra aprendido, la ministra de Exteriores este jueves, al ser preguntada por el embrollo que había organizado el presidente saliente de EEUU. Laya estaba, precisamente, acabando su visita a Israel y a los territorios palestinos cuando se enteró de que Rabat aceptaba reconocer al Estado de Israel a cambio de que Washington le entregara el Sáhara. Un mal día para atender a la prensa...
"Damos la bienvenida a la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, como a todas y cada una de las que han tenido lugar en estas últimas semanas", dijo la ministra, en referencia a los recientes acuerdos de Israel con Qatar, Emiratos, Bahréin... "Ahora bien, queda por resolver la paz entre israelíes y palestinos y queda por resolver la cuestión del Sáhara Occidental. Y en ambos casos la posición de España es muy clara: respeto a las resoluciones de Naciones Unidas para buscar una vía de resolución también a esas dos cuestiones".
En definitiva, que para salir del atolladero, la jefa de la diplomacia recurrió a ésta, leyendo en alto el librillo de las evidencias... y le dio la razón a Iglesias. "El vicepresidente estaba nervioso, se metió en donde no le llamaban en un mal momento", habían asegurado semanas antes fuentes del departamento de Laya, mientras ella trataba de mediar para que Marruecos contuviera la salida de pateras. "Iglesias se limitó a recordar una evidencia", respondían desde Unidas Podemos.
Contra los hechos consumados
Y ahora, después del bofetón diplomático infligido por el servicio exterior de Mohamed VI a Madrid, la formación morada recuerda que España debe "rechazar con firmeza" la posición de hechos consumados de EEUU y Marruecos. Así lo dijo el director adjunto del Gabinete de Iglesias y su responsable de asuntos internacionales, Santiago Jiménez. El diplomático, ex subdirector de la OID, reclamó incluso un compromiso de la Unión Europea.
Las fuentes oficiales de la Vicepresidencia segunda no han querido insistir en estos mensajes -"no tenemos agenda exterior, no es nuestra batalla"-, y se han remitido a un comunicado de Unidas Podemos de la tarde noche del jueves, cuando todo estalló. Pero el estratega internacional de Iglesias, sin embargo, sí reforzó en su cuenta de Twitter la idea de que la posición oficial de España debe insistir en "retomar el proceso negociador y avanzar hacia una solución política, justa y duradera y mutuamente aceptable".
Así, por boca de Jiménez, el socio de Sánchez se asentaba en el tuit de hace menos de un mes que le valió una reprimenda en el seno del Gobierno. "Y ahora lo del Sáhara...", comentaron fuentes de Exteriores a este periódico a mediados de noviembre, "en Unidas Podemos están guerreros para que se hable de ellos, y lanzan cortinas de humo ante sus problemas judiciales". En aquellas fechas, acudía a declarar como imputado otro de los estrechos colaboradores de Iglesias, su director de Comunicación, Juanma del Olmo.
Jiménez, director adjunto del gabinete del vicepresidente, insistió en calificar el anuncio del jueves como un "nuevo intento" por parte de Trump de "ignorar el derecho internacional y boicotear el papel negociador de Naciones Unidas". Y el partido morado, en su nota pública, instó a la comunidad internacional a dejar su "tibieza" y denunciar los intentos de "atropello y vulneración de la legislación internacional" que supone, a su juicio, la postura de Trump.
Mal desde el inicio
Es cierto que Sánchez ya empezó mal saltándose la tradición de todos los presidentes del Gobierno que en España han sido en democracia, dedicando su primer viaje exterior al ser elegido a París y no a Rabat. Y que esa decisión soliviantó al rey alauí. Pero en los días previos a la formación del Gobierno, en diciembre del año pasado, no sólo Marrucos, sino varios países mostraron su preocupación por la llegada de los morados al Gobierno.
Entonces, Nicolás de Pedro, director de investigaciones del Institute for Statecraft en Londres, advertía de que "en este aspecto", el del Sáhara, "Iglesias no debe tener ni una palabra que decir". Según este experto, "Marruecos es demasiado sensible y, además, nadie puede creer que una república saharaui sea una buena noticia en estos momentos, tal como está el Sahel".
En Exteriores, no llegan tan lejos diplomacia obliga-, y se limitaron a responder: "Son Gobierno, que no nos enmienden".