Se trata de una de las polémicas de la semana. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, habló en el Congreso de los Diputados de las "fiestas del afecto" para referirse a la Navidad. El líder del PP, Pablo Casado, le afeó la expresión.
"¿Fiestas del afecto? ¿Tanto les cuesta celebrar la Navidad, que es el nacimiento de Jesús, en un país cristiano, en una civilización occidental en la que creo que podemos reivindicar estas fiestas históricamente sin ningún problema? También usted felicita por Twitter a otras confesiones religiosas. Creo que en España hay que felicitar la Navidad sin problemas", respondió airado el líder de la oposición.
En su turno de réplica, el presidente del Gobierno respondió con un "feliz Navidad" para rebajar lo sucedido a la categoría de anécdota. Sin embargo, la polémica ya estaba servida. Twitter se convirtió en un hervidero de mensajes criticando la nueva fórmula sanchista para celebrar la Navidad: "Lo de Sánchez con la Navidad es anticristianismo"; "El Gobierno odia la palabra Navidad"; "¿Fiestas del afecto? No se puede ser más cursi".
Tampoco faltaron quienes recordaron que otros años Sánchez ha felicitado el Ramadán sin ambages ni circunloquios. Una consideración que no siempre ha tenido con los cristianos y la Navidad. El año pasado, el presidente felicitó simplemente las "fiestas" mientras que Teresa Ribera deseó un "feliz solsticio de invierno".
Lo sucedido esta semana en el Hemiciclo puede considerarse una anécdota sin intencionalidad. "Estamos ante una expresión cursi, que no dice nada, un intento retórico para hacer más rimbombante el discurso", mantiene Pablo Velasco, secretario nacional de Comunicación de la ACDP (Asociación Católica de Propagandistas). "Los católicos no deberíamos molestarnos por esta necedad, por un gesto que creo que es más una anécdota sin intención ofensiva", añade.
Pero lo cierto es que, anécdota o no, la expresión ha vuelto a avivar el debate sobre la descristianización de la Navidad, auspiciada por la izquierda en los últimos años. En este sentido, cabe recordar el belén de Ada Colau, los Reyes Magos de Manuela Carmena, las Reinas Magas de Joan Ribó o la postal navideña de Izquierda Unida que mostraba un abeto en llamas.
"Secularización"
Cuando Sánchez tomó posesión de su cargo como presidente del Gobierno, lo hizo -por primera vez en la historia de la democracia en España- sin crucifijo ni Biblia, prometiendo en vez de jurando y sin presencia alguna de símbolos religiosos. Un primer gesto con el que quiso marcar el carácter laicista de su Gobierno desde el primer momento.
Como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, Sánchez jamás ocultó su pulsión laicista. "La prioridad de mi generación es avanzar hacia un Estado laico", sostuvo en 2015, poniendo como ejemplo de su arcadia la República Francesa.
Cuando Pedro Sánchez llegó a la Moncloa convocó elecciones generales el 28 de abril, en plena Semana Santa. El gesto fue criticado por el presidente de Murcia, Fernando López Miras, que aseguró que Sánchez "siente desprecio por las tradiciones y las costumbres".
Por todos estos motivos, su referencia a las Navidades como "las fiestas del afecto" no ha sido entendida por todos como algo casual. Jaime Nubiola, profesor de Filosofía del Lenguaje en la Universidad de Navarra, considera que el Gobierno está formado por "personas antirreligiosas que quieren eliminar la religión del espacio público".
En cuanto a las "fiestas del afecto", Nubiola defiende que "las declaraciones hay que ponerlas en un contexto más amplio". Y procede: "Es un tema antiguo. Desde hace 200 años, hay un movimiento de secularización o laicismo en la política".
-¿En qué consiste esa secularización?
-Consiste en eliminar la Religión del espacio público para que el sitio de Dios sea ocupado por el Estado, que es donde mandan los políticos.
"Una expresión clara de este fenómeno fue el funeral de Estado que se celebró en la Plaza de la Armería del Palacio de Oriente, cuando quisieron eliminar todo símbolo religioso", relata Nubiola.
El filósofo sostiene que el fenómeno no es un proceso exclusivamente español, ya que "ha habido muchos intentos, como en Francia, de hacer religiones de Estado". Y se remite a Chesterton: "Cuando los hombres dejan de creer en Dios, creen en cualquier cosa".
Sobre las "fiestas del afecto", el profesor rescata esta última palabra para reivindicar el verdadero espíritu de la Navidad: "Está bien defender el afecto y que nos queramos los unos a los otros, justo ese es el mandamiento de Jesús, pero él añade 'como yo os he amado'...".
"Hablar de la Navidad"
José María Torralba, profesor titular de Ética y director del Instituto Core Curriculum, recuerda que "el cristianismo es una religión que se ha hecho cultura y forma parte del humus de Occidente". Por este motivo, "hablar de la Navidad como lo que es, la celebración del nacimiento de Jesús, Hijo de Dios, no supone violentar la aconfesionalidad del Estado, ni contaminar el espacio público, ni ofender las creencias de nadie".
Y es que Torralba opina que "el espacio público no es neutral, aséptico, sino tejido mediante las convicciones de cada persona, especialmente las más íntimas, sobre el significado de la vida, como las religiosas. Pedir que uno se las guarde para casa sería como pretender que renuncie a ser quién es".
En este sentido, el profesor lamenta que en este y en otros países cada vez se opte más por fórmulas como "¡Felices Fiestas!" o "Season’s greetings!" antes que por "Feliz Navidad": "Cada vez con más frecuencia nos preguntamos si será adecuado u oportuno".
Para Torralba sí es adecuado y oportuno, puesto que "también quienes no tienen fe pueden entender y beneficiarse del mensaje religioso de la Navidad", arguye. Y prosigue: "Precisamente en sociedades secularizadas y cada vez más multiculturales como la nuestra, la tradición cristiana ofrece una riqueza".
"Sería mucho lo que perderíamos si la Navidad como fiesta religiosa desapareciera de la sociedad. Para saber hacia dónde queremos ir no deberíamos perder de vista de dónde venimos. Y en una época de crisis de identidad como la actual es más necesario que nunca acudir a las raíces, tomar perspectiva", sentencia el filósofo.