"El problema es que si no haces las cosas bien y no recibes reprimendas, los que las hacen bien no tienen incentivos para hacerlo bien, y las prácticas de los que lo hacen mal se convierten en opciones viables para quienes no hallan espacios para la participación democrática". Es Rafa Mayoral, portavoz de Podemos, partido del Gobierno de España, evitando condenar las "pedradas" a la Policía y responsabilizando a los agentes, a sus mandos, al ministro y al mismo Estado de la violencia.
La jerga de la frase, perfectamente calculada para esconder en circunloquios su ausencia de condena a los violentos en las manifestaciones por la condena a Pablo Hasél, culpa directamente a la Policía y a sus jefes políticos -en última instancia, al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, uno de los enemigos de Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros- de los altercados.
"No tengo problema en abordar la cuestión, que es una reflexión profunda", interrumpía Mayoral al periodista cuando le insistía, "lo que pasa es que tengo una opinión, y las opiniones no se expresan con un sí o un no".
Efectivamente, Mayoral invirtió más tiempo en su discurso preparado que en contestar preguntas incómodas. Y se puso la mascarilla, dándose la vuelta, tras despedirse con un "muchas gracias" al verse acorralado por los reporteros ante su falta de concreción, justo cuando se le preguntaba si "las pedradas son adecuadas como método para defender la normalización democrática"...
Finalmente, sólo dos preguntas aceptó en portavoz de Podemos en el patio del Congreso, a pesar de que había sido él mismo el que había convocado a los medios. Aunque las dos fueron la misma: "¿Unidas Podemos condena los actos vandálicos y la violencia en las manifestaciones que vimos ayer en algunas ciudades de España?".
Aceptó las dos preguntas, pero se negó a hacerlo y se remitió a su discurso previo, en el que culpaba a la Policía de la violencia en las calles, a Marlaska de no sancionar "estos excesos" e incluso el presunto "uso de fuego real contra manifestantes pacíficos, precisamente contra los abusos policiales, en las calles de Jaén hace unos días".
Un discurso en el que había reconvenido a la Fiscalía por no perseguir la exaltación "a una unidad del Ejército nazi el sábado en Madrid" que luego fue "blanqueada en las portadas de periódicos de tirada nacional".
Una intervención en la que había señalado a los mandos militares por "permitir el mismo homenaje en el seno de los cuarteles". Y en la que, de paso, sugería que de fondo está la ministra de Defensa, Margarita Robles -otra de las bestias negras de los morados-, por permitir que "la única consecuencia haya sido una falta leve, como la de quien lleva las botas sucias".
Como Isa Serra, este jueves en la Asamblea de Madrid, como Jaume Asens, poco después en la Sexta, o como Pablo Echenique, la noche anterior en Twitter, cuando ya se quemaban contenedores y la turba rompía baldosas de hormigón para lanzarle adoquines a la Policía. A la contra de su socia Carmen Calvo, vicepresidenta primera, que cree que Hasél debe ir a prisión y Echenique, dejar de "alentar" los disturbios.
La venda y la herida
El portavoz morado salía ante los medios después de la enorme polémica suscitada por el tuit de su jefe, Echenique, alentando los disturbios cuando éstos ya se estaban produciendo.
En mayo pasado, ante las protestas alentadas por Vox contra la gestión de la pandemia, el mismo portavoz parlamentario de Unidas Podemos acusó a "una minoría privilegiada" de "ponernos en peligro a todos" al manifestarse "saltándose las normas" y decía que "las autoridades deben actuar".
Este miércoles, por el contrario, mostraba "todo" su "apoyo a los jóvenes antifascistas" y criticaba la "violenta mutilación del ojo de una manifestante" para la que reclamaba que se "depuren responsabilidades con contundencia".
En el mismo tenor se condujo Mayoral, pero con la inteligencia de ponerse la venda antes de la herida: "Podemos mirar la luna que nos señala el sabio", en referencia al supuesto "escándalo internacional" que señala a España como una "democracia limitada", o "podemos limitarnos a mirar el dedo del sabio", se supone que el tuit de Echenique.
Es decir, que lo que hizo el líder morado no fue dar su "apoyo" a unos, los alborotadores, y llamar "violentos" a otros, los policías, lo que habría motivado las críticas de la oposición, sino señalar un problema de fondo. Y de ahí la mofa de Echenique ante las respuestas recibidas en Twitter este jueves por la mañana: "Tengo a toda la (ultra) derecha política y mediática de la Plaza de Colón alborotada con mi tuit. Nada nuevo".
Para el partido de Pablo Iglesias, lo que ocurrió las últimas dos noches, en Barcelona, Madrid y otras ciudades, no es un caso aislado, sino que forma parte de "una semana muy dura" en la que se está comprobando la "anomalía democrática" del país en el que gobierna Podemos: "Es un escándalo internacional y podemos seguir mirando al suelo, o hacer una reflexión profunda sobre la necesidad de una profundización democrática de todas las instituciones del Estado".