Isabel Díaz Ayuso llevaba meses buscando una excusa para convocar elecciones. La encontró, por sorpresa, a primera hora de la mañana de este miércoles: cuando conoció a través de los medios la moción de censura pactada entre Ciudadanos y PSOE para desbancar al PP en Murcia.
El regreso de las urnas a Madrid todavía no está claro. Los servicios jurídicos del Parlamento autonómico deberán decidir si los comicios prevalecen sobre las mociones de censura registradas por la izquierda para evitarlo. Sin embargo -y sin importar el desenlace- el incendio del centro-derecha ya es una realidad.
Han volado por los aires los Ejecutivos de Murcia y Madrid; Casado ha acusado de traición a su hasta ahora colaboradora Inés Arrimadas; y decenas de dirigentes autonómicos y municipales que gobiernan en coalición llaman a las sedes nacionales de sus partidos para preguntar "qué va a pasar ahora".
A tenor de lo contrastado por este periódico, la mecha prendió este martes tras una llamada de Carlos Cuadrado -vicesecretario de Ciudadanos- a Félix Bolaños -secretario general de la presidencia del Gobierno-.
Antes, el lunes, una delegación de Ciudadanos en Murcia había transmitido al núcleo duro de Arrimadas que la situación allí era "insostenible". Mencionaron los cientos de cargos del PP vacunados en contra del protocolo y la querella criminal interpuesta por los conservadores contra el vicealcalde naranja de la capital de la región.
Fuentes autorizadas de Cs reiteran a EL ESPAÑOL que no se produjo ninguna reunión presencial entre las cúpulas nacionales. Por lo menos esta semana. Entonces, ¿cómo se inició la operación? Ahí entró en juego la llamada de Cuadrado a Bolaños.
Cuadrado y Bolaños
Antes que nada, una breve caracterización de los implicados: Carlos Cuadrado, hombre con más poder en Ciudadanos tras Inés Arrimadas. De plena confianza de la presidenta. Responsable de finanzas, de la relación con el Gobierno central y de los posicionamientos autonómicos y municipales. Félix Bolaños, el faro de Moncloa. Discreto, poco mediático. Urdidor de algunas de las operaciones más delicadas, como por ejemplo la exhumación de Franco.
Antes de que Cuadrado marcara el teléfono -esto según fuentes del Gobierno- ambos partidos llevaban preparando el terreno "a nivel nacional" desde hacía semanas. Para cerciorarse de que la moción saldría finalmente adelante, el vicesecretario liberal llamó a Bolaños en estos términos: "¿A quién tenemos que dirigirnos allí? ¿Con quién debemos negociar?".
A diferencia de lo que ocurre en el PSOE, la dirección nacional de Ciudadanos siempre tutela presencialmente este tipo de operaciones. "Ellos funcionan de otra manera. Claro que Ábalos estaba al tanto, pero no intervino en la última cita", detallan los naranjas.
Bolaños transmitió su "OK" a Cuadrado y le dio más señas para el encuentro. En ese momento, la doble estocada al PP ya era una realidad: Casado iba a quedarse sin la presidencia de la Región de Murcia y sin la alcaldía de la ciudad.
Fuentes de Ciudadanos insisten en que, cuando tomaron la decisión, habían advertido en varias ocasiones a Teodoro García Egea -número dos de Casado y murciano- de que el pacto en esta Comunidad estaba a punto de naufragar. No le amenazaron con una moción, pero le transmitieron que aquello "no funcionaba".
De la llamada de Cuadrado nació el incendio del centro-derecha. La irrupción de la desconfianza. El tambaleo del resto de acuerdos. Incluso la invitación de García Egea, ¡en rueda de prensa!, a los militantes de Ciudadanos para que viajen al Partido Popular.
Con el objetivo de evitar filtraciones, Cuadrado y Arrimadas no compartieron la decisión con el resto de la Ejecutiva. Estaban al tanto el otro vicesecretario, José María Espejo, y la secretaria general, Marina Bravo.
Ignacio Aguado, según ha contrastado este diario, desayunó con la noticia de la moción en Murcia. Ese mismo miércoles por la mañana acudió al tradicional Consejo de Gobierno y se topó con la convocatoria electoral de Ayuso.
La presidenta de la Comunidad transmitió que ya no puede fiarse de Ciudadanos y que su decisión era irrevocable. Así se clausuró el cónclave. Poco después, también por la prensa, Aguado se enteró de que dejaba de ser vicepresidente y de que habían sido cesados todos los consejeros que su partido tenía en el Ejecutivo madrileño.
Aguado, en charla con EL ESPAÑOL, acusa a Ayuso de haber dejado en "parada cardiorrespiratoria" a la Comunidad de Madrid: "Seis consejerías descabezadas en el peor momento". Y transmite su impresión por lo sucedido.
La cuestión es: ¿Ciudadanos no previó que esto podía suceder? Fuentes autorizadas aseveran que esa posibilidad "estaba ahí", pero al mismo tiempo reconocen "sorpresa". Pero, ¿cómo es posible tal sorpresa si Ayuso llevaba meses buscando cualquier razón para convocar esas elecciones? "Si no hubiera sido lo de Murcia, las habría convocado por cualquier otra cosa", zanjan.
En Ciudadanos rechazan cualquier responsabilidad en el efecto dominó: "No lo hemos buscado. Si hubiéramos querido un terremoto, habríamos intentado la moción en Madrid, no en Murcia".
El pacto murciano, tal y como informan desde PSOE y Ciudadanos, no entraña más derivadas: "Acaba allí. Punto". Pero la quiebra de la confianza entre Casado y Arrimadas ya es una realidad. Aunque la alcaldía de Madrid y los gobiernos de Andalucía y Castilla y León no parezcan correr peligro, el PP ya ha cambiado su discurso. Ciudadanos ha dejado de ser un aliado.
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