Doble nacionalidad española y francesa, acceso común a las universidades en cada país, impulso a la interconexión energética... Pedro Sánchez y Emmanuel Macron trataban de no cambiar el foco de la 26ª cumbre bilateral Francia-España en Montauban. Pero desde Madrid, Pablo Iglesias les había reventado la mañana con su anuncio de que deja el Ejecutivo. "Es una cumbre extraordinaria en multitud de temas", dijo el presidente español. Pero Sánchez, tras su sonrisa diplomática, escondía el estupor de Moncloa.
"Hemos contactado esta mañana", ha reconocido Sánchez confirmando la exclusiva de EL ESPAÑOL. "Le he deseado suerte en su nueva andadura política", ha respondido el presidente, "y le he reconocido el aporte de su trabajo en este año largo".
Eso sí, le deseó "algo menos de suerte que al candidato socialista, Ángel Gabilondo", insistió el presidente español, molesto por la incursión del nombre de su (casi) ya exvicepresidente en las preguntas de la cumbre.
La decisión de Iglesias, que Sánchez no conoció hasta minutos antes de ser pública, le quitó el foco a los éxitos de la firma con Macron de "tantos y tantos acuerdos". E incluso también a la convocatoria del 40º congreso del PSOE, que ahora aparece como un apéndice extraño en esta España acostumbrada a más elecciones que reflexiones políticas.
Sin confirmar los relevos
Porque Iglesias no sólo ha anunciado su salida, sino que ha puesto nombre públicamente a quiénes deben sustituirle como ministra y como vicepresidenta segunda, Ione Belarra y Yolanda Díaz, respectivamente. Y Sánchez no quiso confirmar la noticia... pero tampoco desmentirla. "No habrá sorpresas ni malentendidos".
"En los próximos días tomaré las decisiones que debo tomar para facilitar el relevo", respondió Sánchez, sin confirmar que vaya a hacer caso a los planteamientos de su socio. "Eso sí, puedo decirle que tengo la mejor de las opiniones de la actual ministra de Trabajo, claro", cerró con una sonrisa.
Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, había planteado esta cumbre hispanofrancesa casi como un favor a su "amigo" Pedro Sánchez. Celebrarla en Montauban, localidad en la que está enterrado Manuel Azaña, expresidente de la II República Española, había sido acordado "hace meses, en la preparación de esta cita".
Pero Macron, abriendo las comparecencias posteriores a la reunión de trabajo entre ambos mandatarios, parecía casi un apéndice molesto: a su huésped, con el que acababa de arreglar "una anomalía histórica" firmando un acuerdo de doble nacionalidad, "por fin", se le acababa de romper el Gobierno. Sánchez, en todo caso y como siempre, sonreía ante el paisaje.
Después de sugerir la posibilidad de que los restos de Azaña regresen a España, el Gobierno ya no impulsará esta posibilidad: "El presidente Azaña forma parte de la historia compartida entre España y Francia, y tras hablar con sus familiares, sus restos deben permanecer donde están". Macron confirmó que no habrá traslado: "Estamos orgullosos de que Azaña esté en suelo francés".