Esquerra Republicana trata de hacerse grande. Empató en escaños con el PSC el 14-F y quedó a muy pocos votos... pero sobre todo, Pere Aragonès sí tiene con quién sumar para gobernar. Así que si alguien les preguntaba antes de ir a las urnas qué querían ser de mayores, ya lo responden claramente: además de, claro, la independencia, que fían "a largo plazo", lo que exigen es "fecha ya para la libertad de los presos" del 1-O.
Esta condición la marca, en conversación con este periódico, un alto dirigente de la formación separatista. Los republicanos juegan con una baza clave, que son necesarios para que Pedro Sánchez pueda sacar adelante sus iniciativas en el Congreso. No sólo por sus 13 escaños, sino porque tiene un acuerdo de acción parlamentaria con Bildu, y los cinco diputados de la formación heredera de Batasuna votan siempre de forma coordinada.
De hecho, por ahí se pueden entender también las argucias del PSOE para tratar de darle aire a Ciudadanos: que no se hundan los liberales le da a Sánchez una alternativa. Porque para un Ejecutivo tan débil en apoyos en la Cámara Baja, los 18 votos que suman ERC y Bildu, de la mano, son una mina de oro. Y Esquerra la quiere explotar.
"Lo que queremos es hablar de la gente que está en la cárcel. En los próximos meses, tiene que haber algo claro, una fecha, una semana", advierte este dirigente republicano, "si no, todo va a ser complicado en Madrid". De hecho, ya no estará el "pegamento" entre el PSOE y las izquierdas separatistas, el que negociaba y tenía puentes, porque Pablo Iglesias se ha ido a la política autonómica madrileña.
Govern... cuando haya
Establecida la premisa mayor, aún falta la menor, que Aragonès sea coronado. Este viernes, en el primer debate de investidura, no pudo ser. El ganador de las elecciones catalanas, Salvador Illa, ha quedado como un líder de la oposición frustrado: "Se está rediseñando el mismo camino de los últimos años, un camino ya andado que sólo lleva a la frustración".
Y parece tener razón: la izquierda antisistema de la CUP ya dijo que apoya a Pere Aragonès, candidato de Esquerra a la Generalitat. Pero al mismo tiempo aplaude las largas que le dio este viernes el partido del fugado omnipresente, Carles Puigdemont, animando a la derecha indepe a "hacer pinza" con ellos "para mejorar" el acuerdo con ERC.
Mientras, los Comunes de Jessica Albiac ofrecen "una alternativa sin puñaladas". Y el resto de constitucionalistas, con el PP y Cs reducidos prácticamente a la irrelevancia, claman en el desierto... sobre todo, Ignacio Garriga, de Vox, boicoteado e insultado con carteles nazis.
Total, nada nuevo en la Cataluña post procés. Si es que se le puede llamar así a un Parlament que todavía no ha elegido president, pero que ya se sabe el discurso de memoria, porque es el mismo desde hace una década. Lo pronuncien Artur Mas o el huido Puigdemont, lo lea Quim Torra o ahora, por fin, Aragonès... el primer líder de Esquerra Republicana que puede ser molt honorable en democracia.
Aunque los republicanos sí que han añadido el elemento clave a esta nueva etapa. En realidad, no es más que un matiz: "ponerle fecha ya" a la salida de los presos de las cárceles que llevan reivindicando desde que su líder, Oriol Junqueras, y los demás fueron arrestados a finales de 2017. "Siempre hay buenas palabras y promesas, pero llevamos más de un año así", explica un dirigente republicano a este periódico, "estamos en un punto ya en que necesitamos certidumbres, un horizonte concreto".
La Mesa, para qué
La mesa de diálogo, llamada "de gobiernos" por una de las partes y "del reencuentro" por la otra, se da por segura. Pero fuentes del Ejecutivo central confirman que "no hay que alimentar esperanzas vanas", es decir, que no se hablará de amnistía ni de autodeterminación.
De modo que, ¿para qué irá el nuevo Govern a verse con el de Sánchez a Madrid? Sí hay puntos que interesan, como la llegada de los fondos europeos o nuevas transferencias de competencias ejecutivas. Pero eso, en el lenguaje independentista, ya se da por descontado, son ganancias seguras. "Es que si vamos a por eso... tenemos que ir a lo gordo, que es el tema de la gente que está en la cárcel", sentencia este portavoz de ERC.
Del partido de Junqueras, y del propio líder condenado, se ha llegado a decir que "ha abandonado la unilateralidad" y que tras el fracaso del procés ha optado por el "pragmatismo". Pero el mismo exministro Illa ya ha sentenciado que "todo indica que si hubo pragmatismo, ya no lo hay", y que "parecen estar repitiendo lo mismo".
Si no es este martes, en la segunda votación del Parlament, a Aragonès aún le quedarán dos meses para seguir negociando, antes de que se convoquen elecciones automáticamente. Junts cuenta con crecer a costa del moribundo PDeCAT si se repiten las elecciones. Y, sobre todo, con que esa amenaza haga mella en Esquerra: que sean conscientes de que no tienen mucho estímulo para darle la Generalitat... y, así "mejorar" el pacto entre ambas formaciones.
ERC tendrá que jugar con los tiempos de Puigdemont, que desde Waterloo presiona para evitar que el primer Ejecutivo nacionalista catalán sin los herederos de Convergència al frente suponga su olvido definitivo.
Ese plazo, hasta finales de mayo, también ayuda, en parte, a Esquerra, consciente de que en plena campaña electoral en Madrid, el PSOE no puede "tener gestos" con ellos. "No hace falta ser muy listo para ver que con el 4-M a la vista no van a hacer nada, sobre todo con Ayuso enfrente", concluye este dirigente de ERC, "pero ya se lo hemos dicho, saben que toca hablar de cuándo salen los presos".
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