Una sesión de control en el Congreso de los Diputados centrada en los indultos a los políticos condenados por el procés independentista en la que no estaba Pedro Sánchez, parecía descafeinada. El presidente del Gobierno es el máximo exponente de los vaivenes en la opinión sobre este asunto, y sobre todo, máximo beneficiario del perdón que él mismo concederá, pues Oriol Junqueras lidera el partido que lo sostiene en el Parlamento. Pero Sánchez estaba en Argentina.
Así, Carmen Calvo tiró de otro presidente, de Abraham Lincoln, para hallar una nueva inspiración en la justificación del perdón a los sediciosos: "La mejor Justicia no es siempre la mejor política".
Precisamente por eso -y por la lentitud de los tribunales, a veces- se inventó la figura del indulto. Para facilitar cuestiones de interés general -de "utilidad pública", dice la norma española- que con el mero cumplimiento de las leyes en toda su rectitud podría verse obstaculizado. Y es ahí donde colocó el debate Cuca Gamarra, portavoz parlamentaria del PP: "¿Admiten ustedes que hay represión, que hay presos políticos?"
Ahí está la clave, o donde la quiere colocar el Partido Popular, porque lo que menos ha explicado el Ejecutivo es el cambio de opinión del presidente que ganó las elecciones prometiendo "el cumplimiento íntegro" y que traería a Puigdemont "para ser juzgado en España" y hoy prepara los indultos y la rebaja del delito de sedición en el Código Penal.
"¿Por qué no hablaron de indultos en las generales y catalanas?", continuó Gamarra, precisamente. Es eso lo que se le exige explicar al Gobierno, más incluso que las razones del eventual perdón, más que decidido. Porque éstas, sean más de "interés particular de Pedro Sánchez", como dijo luego Iván Espinosa de los Monteros, o de "interés general", como defendía Calvo, serán siempre discutibles. Pero por eso mismo, defendibles al menos por una parte.
Votantes y barones
Pero parece tener apoyo popular el PP en su empeño por saber a cambio de qué, si habrá "referéndum pactado", que Gamarra da por seguro, y si la mesa es sólo una coartada para retrasar su anuncio "al momento perfecto". Por eso, remató la portavoz conservadora, el PSOE "ha perdido ya 275.000 votantes en Madrid", porque "los españoles no quieren un Gobierno aliado con delincuentes, que iguala la Justicia a la venganza y pisotea a los jueces".
Calvo, a esto no podía contraponer datos, ya que son todas las encuestas publicadas desde hace un mes las que colocan al PSOE por debajo del PP de Pablo Casado, que sonreía bajo su mascarilla en el escaño. Así, la vicepresidenta primera sólo pudo comparar los cientos de miles de ciudadanos que han abandonado a su partido con los tres barones regionales del PP que quieren abandonar a Casado el 13-J.
"No se preocupe de los militantes de mi partido, sino de los presidentes suyos que no van a venir a la segunda edición de la foto de Colón", le espetó a la portavoz del PP entre aplausos defensivos de la bancada del PSOE. Así, Calvo se vino arriba: "España no necesita a Vox, ya les tenemos a ustedes, que no son alternativa ni tienen proyecto alguno, y por eso se van a Colón, a seguir enfrentando a España con Cataluña y a Cataluña con España".
Y para rematar, la vicepresidenta tiró de catálogo, de las frases con las que las primeras semanas empezó el Ejecutivo a tratar de que la opinión pública acepte los indultos a Junqueras y el resto de cabecillas del golpe separatista: "Ustedes llevan 10 años igual. Somos herederos de su desastre, y lo intentamos resolver con calma mientras el PP sólo inquieta a la población con su corrupción y con su bronca".