Así negoció el PP la cumbre de la OTAN de la que Sánchez presume: "Es ridículo, lo hicimos nosotros"
En enero de 2018, Rajoy y Cospedal pactaron verbalmente con el secretario general de la OTAN la celebración de la cumbre en Madrid.
20 junio, 2021 02:16Noticias relacionadas
Cuando Moncloa comenzó a vincular la cumbre de la OTAN que acogerá España con los "contactos de Pedro Sánchez", cundió la estupefacción entre quienes integraron el Consejo de Ministros de Mariano Rajoy. Tal y como ha contrastado este diario, el entonces presidente del Gobierno y su ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, acordaron con la Alianza que Madrid volviera a ser sede de uno de estos cónclaves.
Fue el 25 de enero de 2018, durante una visita del también hoy secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, a La Moncloa. "Antes lo habíamos planteado por escrito y en esa reunión se acordó verbalmente", señala a este diario uno de los más estrechos colaboradores de Cospedal.
No les dio tiempo a anunciarlo. Apenas cuatro meses después, prosperó la moción de censura de Pedro Sánchez; y la cumbre de la OTAN se celebró en Londres en diciembre de 2019. "No nos dio tiempo porque algo así sólo puedes contarlo cuando está absolutamente cerrado", señala esta fuente.
No es tanto la reivindicación del mérito -señala un ministro de Rajoy- como la "incredulidad" que han generado las palabras de Sánchez. En el PP identifican ese movimiento -Moncloa lo llamó "hito"- a la "necesidad" que cerca al presidente: "Tiene que vender otras cosas para tapar los indultos, su gestión y sus pactos con los separatistas".
José Manuel García-Margallo, al otro lado del teléfono y desde Bruselas, apostilla: "¡Pero si eso lo empezamos a gestionar nosotros con la visita de John Kerry -secretario de Estado de Obama- en 2015!". El exministro de Exteriores confirma la versión recabada por este diario: "Después, Cospedal y Rajoy lo dejaron prácticamente cerrado en 2018".
En aquel 2015, "las cosas diplomáticas se hacían bien, no como ahora", ironiza Margallo. Tan fluida era la relación con Estados Unidos que el exministro le regaló a Kerry una guitarra y le pidió que cantara un tango de Gardel. En aquel momento, de manera informal, Margallo le dijo a Kerry algo así como: "Vamos a hacer una cumbre de la OTAN en un país de sol".
"El beneficio reputacional es enorme. Te coloca en el mapa y te reporta peso político de verdad. Tienes que recibir uno a uno a todos los participantes, te da una cuota televisiva internacional muy potente... Va a ser una mina de oro para Iván Redondo", sintetiza Margallo. "Ojo, a mí me alegra mucho que España vaya a ser la anfitriona".
Desde 1957, se han producido alrededor de una treintena de cumbres. Y sólo una en España. Reino Unido, Italia o Francia ya han repetido. Bélgica lo ha hecho en muchas ocasiones, aunque por su carácter de cuartel general de la OTAN.
Primera y única vez
Madrid fue la sede en 1997, cuando José María Aznar llevaba apenas un año en el Gobierno. Era secretario general de la OTAN Javier Solana, que había sido antes ministro con Felipe González. Aquel cónclave concluyó con una invitación a Hungría, Polonia y la República Checa para que se unieran a la Alianza. Francia quiso hacer lo propio con Rumanía y Eslovenia, pero Estados Unidos se opuso. Fue notoria la ausencia de Boris Yeltsin, el presidente de Rusia, que envió a un subalterno.
"Para nosotros, fue un espaldarazo muy importante". Lo cuenta a este periódico Eduardo Serra, ministro de Defensa por aquel entonces.
-¿Cómo se negocia la sede de una cumbre de la OTAN?
-Lo hacen los ministros de Defensa con lenguaje administrativo, pero de acuerdo con los jefes de Gobierno. Generalmente, no es una negociación escabrosa. Suele transcurrir de manera pacífica, salvo cuando un país se opone frontalmente a que otro vaya a hacer de anfitrión.
A Serra, veterano en estas lides, le resulta "muy raro" que Sánchez haya podido negociar la cumbre, tal y como se ha vanagloriado el Gobierno: "La sede de las cumbres se discuten con muchísima antelación. Y llevamos un año y medio de pandemia. No sé, no me cuadra".
"Es que esto no es un éxito diplomático, de verdad. Ni siquiera fue un éxito para nosotros. A España ya le tocaba. Era casi una obligación concederlo. No existían razones para denegárnoslo", concluye el colaborador de Cospedal que presenció cómo Stoltenberg le daba el "Ok" a la que era ministra de Defensa.