"Estamos conduciendo en dirección contraria". Son palabras de un obispo en conversación con este periódico poco después de escuchar al portavoz de la Conferencia Episcopal brindar una suerte de apoyo velado a los indultos.
Los pasados 22 y 23 de junio, la comisión permanente de este órgano eclesiástico acogió un debate cordial, pero de posiciones enconadas. Pese a que tradicionalmente han sido más los obispos en contra de las tesis del procés -y de las políticas del Gobierno en relación al mismo-, el portavoz, Luis Argüello, abrazó la nota emitida por sus homólogos catalanes. Y esa nota sí bendecía explícitamente las medidas de gracia.
En septiembre, se celebrará una nueva reunión de la permanente. Y en noviembre, llegará la asamblea plenaria, el órgano superior de la Conferencia. En ambos 'cónclaves', los indultos -así lo describen algunos participantes- serán "el tema estrella". Los críticos unirán fuerzas para intentar que Juan José Omella, el presidente, revierta el apoyo a la medida de gracia.
"¿Cómo es posible? ¿Cómo hemos cambiado de parecer así, de pronto y de manera tan brusca? No lo entiendo", reseña otro de los altos cargos consultados por EL ESPAÑOL. La explicación, según estas fuentes, era "en parte previsible" a ojos de los obispos, pero "difícilmente comprensible para los fieles".
Tiene que ver con la "comunión entre hermanos". La Iglesia es un órgano de gobierno con más de 2.000 años de vida. Con sus cuitas y sus guerras, pero unida al fin y al cabo. "Es cosa de Juan José Omella -presidente de la Conferencia Episcopal y al mismo tiempo arzobispo de Barcelona-, que no quiso dejar tirados a los obispos catalanes. Se intentó buscar un equilibrio y salió mal", aducen estas fuentes.
Vayamos al principio: el 17 de junio, una semana antes de la rueda de prensa de la Conferencia Episcopal, los obispos catalanes, reunidos en la conferencia tarraconense -un órgano no oficial a ojos del Vaticano- publicaron un comunicado que mostraba un contundente apoyo a los indultos.
El texto representaba a todos los obispos catalanes, incluido el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, que también dirige el arzobispado de Barcelona. Ya en ese instante, algunos cardenales de otros puntos de España se llevaron las manos a la cabeza.
"Por peteneras"
"Nuestros hermanos catalanes salieron por peteneras y publicaron su nota sin preguntar. Estábamos en un aprieto. Si callábamos mal; si hablábamos, peor. Y, efectivamente, hablamos y fue peor", apunta un alto cargo de la Iglesia.
Hubo quienes mostraron su descontento en público -el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, escribió en ABC contra los indultos- y otros lo hicieron en privado. Por eso, cuando se celebró el encuentro de la permanente, la discusión se estiró casi dos horas.
"Fíjese en un detalle muy relevante. Luis Argüello, el portavoz de la Conferencia, no dijo nada sobre los indultos en el turno de exposición. Lo hizo cuando le preguntaron los periodistas, entonces sacó unas notas. Porque lo que tuvo que decir no era lo que pensaba", narra alguien que conoce a Argüello.
"El error es considerar la cuestión catalana como algo exclusivamente propio de los catalanes. Y no es así. Además, en la Iglesia existe una amplia mayoría contra los indultos", expresa un conocido sacerdote.
Omella, en el huracán
Omella está en el ojo del huracán. No sólo por los obispos descontentos, sino también por la línea editorial de los medios dirigidos por la Iglesia, Cope y 13TV, que se han visto obligados a hacer malabares para no contradecir al presidente de la Conferencia Episcopal.
"Juan José -Omella- tiene que asumir su error. O por lo menos, explicarnos a todos el porqué de su postura. Es el presidente de todos y se ha puesto de lado de una parte pequeña", confiesa un obispo que prefiere no revelar su nombre.
En esa parte "pequeña", la catalana, actúa como factótum Joan Planellas, el arzobispo de Tarragona y líder de facto de los obispos catalanes, pese a ser Omella el rector de Barcelona. Siempre ha exhibido en público sus querencias nacionalistas.
La "conducción en dirección contraria" denunciada por algunos obispos tiene que ver con la trayectoria seguida por la Conferencia Episcopal este siglo. Fernando Sebastián -ex secretario general de este órgano-, Rouco Varela -expresidente- o Antonio Cañizares -cardenal que todavía forma parte de él- conciben la unidad de España como un "bien moral". Hablan de "la unidad cultural y política de esa antigua nación que es España".
Sin embargo, y aunque todavía dicen ser mayoría quienes son de la opinión mencionada, se abre paso una nueva generación de obispos que no se muestra tan taxativa en ese postulado y que concibe la política eclesiástica de manera menos conservadora.
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