Como toda refriega política, la guerra por el liderazgo del PP de Madrid tiene cierto aire de culebrón. Y como en cualquier serie de enredo que se precie, hay unos personajes principales y otros secundarios en la trama. A estos últimos el público los va descubriendo poco a poco, y en ocasiones incluso acaparan más la atención que los propios protagonistas.
Dentro de ese reparto político, el protagonismo coral corresponde indudablemente a Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez-Almeida y Pablo Casado. Pero por debajo hay muchos más perfiles que juegan un papel clave, que lo han jugado en el pasado o que podrían hacerlo en el futuro.
La ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que ha irrumpido en escena para apoyar a Ayuso de manera indubitada, señalaba de manera críptica a alguno de esos secundarios, en una entrevista en El Mundo.
Aguirre habló de "chiquilicuatres" y de "niñatos" tanto en Génova como en el equipo de Almeida, quien fue su mano derecha cuando era la jefa de la oposición a Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid, el último cargo de su dilatada trayectoria. El alcalde contestó con sorna asegurando que "ya me gustaría ser un niñato, pero tengo 46 años".
Pero la procesión iba por dentro, ya que su antigua jefa había señalado, como enseguida notaron todos los que conocen las interioridades del PP madrileño, a uno de sus principales colaboradores, Ángel Carromero.
Este dirigente popular, que ocupó cargos de relevancia en las Nuevas Generaciones de Madrid en tiempos de Aguirre, saltó a la fama cuando en el verano de 2012 fue detenido en Cuba tras un accidente de tráfico en el que murió el histórico disidente del castrismo Oswaldo Payá y otra persona.
Carromero, que conducía el vehículo, y un dirigente de la Junventud Cristiano Demócrata de Suecia, Arong Modig, salieron ilesos, pero el político español terminaría siendo condenado a cuatro años de prisión por un tribunal cubano, en un proceso que provocó fuertes protestas contra la dictadura comunista (vivía aún Fidel Castro) por la detención durante el mismo de la periodista opositora Yoani Sánchez.
El hoy asesor de Almeida, que tenía entonces 27 años, terminó siendo trasladado a España a finales de ese 2012 tras un acuerdo bilateral entre los gobiernos español y cubano, y cumplió condena en nuestro país, siéndole concedido enseguida el tercer grado penitenciario.
"Esperanza es así"
Aunque a juicio de Aguirre no solo hay "niñatos" en el equipo de Almeida, sino también en Génova, es decir: en la dirección nacional del PP. Nada menos. Obviamente, la media de edad de la cúpula casadista queda décadas por debajo de la que tiene la veterana ex presidenta madrileña, aunque es obvio que en su consideración sobre el personal de la sede popular no había solo criterios biológicos.
Muchos apuntaban incluso al propio número dos de la formación, Teodoro García Egea, nacido en 1985, y a su "aparato" orgánico, con el que controla hasta el último detalle de lo que se mueve en Génova 13. El político murciano, según fuentes próximas, se lo ha tomado, lo de "niñatos", hasta con humor, asegurando que en las redes sociales hay gente que incluso le elogia diciendo que "ojalá tuviera la edad que aparenta".
Varios dirigentes de esa dirección nacional subrayan que "Esperanza es así", y tratan de restar importancia a sus invectivas, aunque bien es cierto que sus palabras ya tuvieron una respuesta contundente y pública del propio García Egea. La mano derecha de Casado salía a la palestra afirmando que "hay un asunto en el que yo coincido con ella, y es que lo que destrozó al PP de Madrid fue la corrupción, y es algo que nosotros jamás vamos a permitir".
Esta afirmacion supuso toda una carga de profundidad contra los casos que afectaron a los que fueran los dos lugartenientes del aguirrismo, Ignacio González y Francisco Granados -ambos con varios procesos a su espalda que ya les han llevado a la cárcel- precisamente en la época en que Aguirre acumulaba el poder en la Puerta del Sol, sede de la Comunidad de Madrid, y en la planta primera de Génova, donde se ubican las oficinas del PP madrileño.
No acumular cargos
No por casualidad, el que no se repita esa situación de concentración de los poderes orgánico e institucional en una misma persona es el argumento que esgrimen ahora quienes no quieren que Ayuso sea la presidenta de los populares madrileños, si bien es cierto, como ella misma recuerda, que es lo que ocurre en el resto de comunidades. Aunque hubo una época anterior al aguirrismo en Madrid, cuando Alberto Ruiz Gallardón presidía la autonomía y José María Álvarez del Manzano era el alcalde de la capital, en que ninguno ostentaba ese poder orgánico.
Pero hoy por hoy ese es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la argumentación de los ayusistas, como quedaba de manifiesto este viernes, cuando el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, identificado habitualmente como antagonista (dentro de lo que cabe en un mismo partido) de las políticas de Ayuso, afirmaba que ve como algo "normal" que su homóloga aspire a liderar la división autonómica de la formación. "Yo lo hice en Galicia" remataba con sorna.
Entre quienes prefieren optar por una bicefalia o tricefalia, es decir, que presidencia autonómica, alcaldía y presidencia del PP de Madrid estén ocupadas por tres personas distintas, siempre ha sonado un nombre que muchos consideraban de consenso, el de Ana Camins. Se trata de la actual secretaria general o número dos de la Gestora que rige los designios de los populares madrileños desde 2018, tras la sonada dimisión de Cristina Cifuentes por el caso Máster, del que fue absuelta recientemente.
Es la dirección interina que dirige el veterano Pío García Escudero, ex presidente del Senado, y que Casado heredó cuando llegó a la presidencia del partido en 2018, extendiéndola y ampliándola con varios nombramientos, incluido el de Camins. La también diputada en la Asamblea de Madrid y senadora por designación autonómica reúne (o reunía, dado que la guerra en Madrid empieza a dejar cicatrices) la doble condición de amiga de Casado y de Ayuso. Esa amistad data, como la de la presidenta madrileña y el líder de la oposición, de los viejos tiempos en que militaban todos en Nuevas Generaciones. Aunque Ayuso y Camins están ahora más distanciadas como consecuencia de toda esta disputa.
Camins reunía por tanto, dentro del nuevo PP 'millenial', las condiciones idóneas para quienes abogaban por la tercera vía, entre ellos y muy destacadamente el alcalde Almeida. Pero el brusco devenir de los acontecimientos desde que el siete de septiembre Casado evitase en público respaldar a Ayuso, delante de ella en un desayuno informativo en Madrid, parece haber descartado por completo su opción.
La número dos de la Gestora, a la que muchos elogian por su trabajo en la misma en tiempos especialmente dificíles, ha decidido mantenerse al margen de la batalla y adoptar un perfil más bajo que nunca. La pregunta, dadas las circunstancias, es si alguien más está dispuesto a quemarse en esta trifulca interna enfrentándose a una Ayuso decidida y respaldada por su arrolador triunfo en las elecciones autonómicas del 4-M.