No fue casualidad que los líderes de Occidente aplaudieran a Pedro Sánchez, a su Gobierno y su labor, durante la última crisis de Afganistán. Joe Biden por teléfono, y Ursula von der Leyen y Charles Michel en Torrejón quedaron sorprendidos por la logística implementada y el trabajo de las tropas y los policías españoles. "La respuesta de España en esta emergencia es un ejemplo del alma de Europa, España encarna lo que somos", dijo la presidenta de la Comisión.
En apenas 15 días de agosto había que evacuar del país tomado por los talibanes a miles y miles de personas (y sus familiares) que habían trabajado o colaborado durante dos décadas de ocupación con las tropas de la OTAN... pero la OTAN no apareció, no lideró, no organizó, no proveyó de instalaciones. Lo hizo España, que demostró su capacidad ante las emergencias. Y ése es el punto fuerte en el que Sánchez se está apoyando ante los aliados.
Este viernes, el presidente recibió en Moncloa al secretario general de la Alianza Atlántica, el noruego Jens Stoltenberg. La cita forma parte de los movimientos protocolarios que preparan la cumbre del 29 y 30 de junio de 2022. España celebrará sus 40 años en la OTAN acogiendo la cumbre de los aliados. Y no una cualquiera, sino aquélla en la que se va a redefinir "todo su concepto estratégico" y se sentarán los cimientos de la Iniciativa 2030.
Pero Sánchez colocó en la agenda un tema distinto, el de la "autonomía estratégica de la Unión Europea". Lo hizo con diplomacia, planteándolo como "un complemento" a los esfuerzos de la OTAN. Y le explicó, según confirman fuentes cercanas al presidente, el plan para que la Unión Europea se dote de una Unidad Militar de Emergencias a imagen de la UME española, como germen de ese proyecto. "Con una UME europea en Kabul, habríamos sido más eficientes y habríamos salvado más vidas", explica este colaborador de Sánchez.
Porque en realidad, el presidente del Gobierno estaba avisando a Stoltenberg -en presencia de los ministros Albares y Robles- de que la OTAN, aunque se reinvente el año que viene en Madrid, va a necesitar el brazo político de la UE. Y que él, junto a otros socios, preferentemente Italia, va a liderar el proyecto.
El eje Madrid-Roma
Ante la retirada de Estados Unidos de determinados escenarios y su enfoque hacia el Pacífico, y más después del acuerdo AUKUS con Reino Unido y Australia, Europa ha tomado conciencia de que debe "dar un paso geopolítico" para dotarse de una voz propia en un escenario global donde cada vez es más pequeñita. Y para ello, el eje Madrid-Roma es una palanca poderosa.
Latía ya desde el inicio del mandato del presidente la idea de impulsar la unidad de los Estados miembros de la Unión Europea dotándolos de algún tipo de embrión militar. De hecho, es una política heredada de la anterior administración de Mariano Rajoy, y apoyada por el actual líder del PP, Pablo Casado. Pero su traducción a algo concreto empezó a tomar cuerpo con la llegada de Mario Draghi a la presidencia del Consejo de Ministros de Italia, en febrero de este año. Y tomó cuerpo con la renovación del Ejecutivo español, el pasado 10 de julio.
Las crisis migratorias, habituales en el sur del continente con los flujos de personas que se lanzan al Mediterráneo desde el norte de África, unieron los destinos de Madrid y Roma. Y el entendimiento entre Sánchez y Draghi ha facilitado el resto.
Según fuentes del Gobierno italiano consultadas por este periódico, la UE debe caminar hacia "un esquema de alianzas supranacionales mucho más incisivo desde el punto de vista diplomático y geopolítico, frente a un patrón de alianzas intergubernamentales que debilitan el peso de la Unión dentro de la Alianza Atlántica".
También el pasado mes de julio visitó España el viceministro italiano de Defensa, Giorgio Mulè. Su estancia no fue protocolaria, en este caso, sino puramente práctica. El político de Forza Italia se desplazó a Madrid para "reforzar y relanzar" el eje italoespañol, "como comprometieron los dos presidentes en Barcelona". Y en concreto, para "aprender" del centro de satélites de Inteligencia que la UE tiene en Torrejón. Porque "España es líder en ciberseguridad en la OTAN".
De la UME a ser "autónomos"
Un discurso similar al de los agasajos que dedicó Stoltenberg a Sánchez en la declaración institucional que ambos dieron en las escalinatas de Moncloa. El secretario general de la Alianza agradeció "el liderazgo en la seguridad global" de nuestro país y, concretamente, la construcción de dos hubs para la evacuación de Kabul, el de Torrejón -usado por todos los países de la UE y de la OTAN- y, luego, el de Rota que utilizaron las tropas estadounidenses.
Lo que busca el Gobierno español es que la UE solvente su mayor debilidad y la más peligrosa: la falta de una política de migración común, combinada con una ausencia total de unión en política exterior, de seguridad y militar. Ya lo dijo Josep Borrell aquellos días de agosto: "Necesitamos nuestra propia fuerza estratégica".
Sánchez está aprovechando ahora la buena gestión de la crisis afgana para "tensionar" la UE en este sentido. "Fue un espaldarazo que los aliados confiaran en España para ser el hub de llegada de todos los evacuados por la Unión y buena parte de los de EEUU", apunta este funcionario con acceso directo a Presidencia. La UE no puede seguir siendo "un espectador" de la realidad internacional, o el proyecto europeo se debilitará, opinan en Moncloa.
Este proyecto que impulsa España y en el que Pedro Sánchez avanzó durante su reunión de este viernes con Stoltenberg es el inicio de una serie de acciones concretas para que la UE no se quede emparedada "en una lucha de superpotencias" en la que no pinta nada.
El escenario global
Los 27 miembros de la UE demostraron desunión, descoordinación e ineficiencia en la crisis de Afganistán. Aunque no más que Estados Unidos o la OTAN, pero es el elemento añadido de debilidad -con una política exterior dividida en 27 voces que apenas puede coordinar Borrell, y una estrategia de seguridad inexistente- el que pone a Europa en peligro ante el nuevo escenario.
Ya lo dijo Stoltenberg en Moncloa: "Hay una competencia estratégica creciente" de los rivales globales, "una conducta más agresiva de Rusia, y una expansión económica de China en actitud intimidatoria". Y la UE, en ese escenario, no existe... de modo que sus miembros, aún menos.
"Si Europa realmente quiere dar una respuesta común y eficaz al problema de la migración, ya no tendrá que perseguir emergencias, sino actuar como actor líder y autónomo", explica Mulè, número dos del Ministerio de Defensa italiano a este diario. "La soberanía compartida en la Unión pasa necesariamente por una política exterior y de seguridad común".
"China y Rusia saben leernos desde fuera", abundan desde el entorno de Sánchez. Y lo que interpretan es que los escrúpulos democráticos y la bandera de los derechos humanos nos hacen poco eficaces. Pero chinos, rusos y estadounidenses tienen un poder económico y militar abrumador en comparación con la UE. Por eso, porque Europa es un viejo continente acosado por "el enemigo" ruso y el "rival" chino, y abandonado por EEUU, su socio de referencia, Sánchez insistió a Stoltenberg en que la UE debe dotarse de su propia fuerza.
Moncloa cree que la UE tiene que ser ambiciosa. Si de estos movimientos no sale un acuerdo migratorio potente -y recuerdan que el pasado mayo, tras la invasión de Ceuta, Sánchez y el italiano Mario Draghi ya forzaron el debate en el Consejo extraordinario-, seguido de una estrategia de defensa y seguridad, "lo podemos pasar muy mal".
Sánchez siente que se está quedando sin referencias claras en Europa, al menos las tradicionales. Angela Merkel está de salida, y con Alemania no se podrá contar como locomotora política hasta que consolide un nuevo liderazgo. Y Emmanuel Macron, que se ha ido diluyendo, se deberá centrar este curso en preparar su reelección -que también es necesaria para Europa, ya que la alternativa es Marine Le Pen-. Y dado el escenario, el eje Madrid-Roma va tomando fortaleza.
Y ahí, las fuentes consultadas en el Gobierno italiano son categóricas: "Es necesario emanciparse de un principio de solidaridad redundante y no real", y recordar "la responsabilidad de ser una comunidad que no puede limitarse a una moneda y un mercado comunes, sino hablarle con una voz a los desafíos".
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