La guerra por el PP de Madrid entre la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, y la dirección nacional del partido, en la que también tiene un papel destacado el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, vivirá este viernes un nuevo capítulo. La reunión del Comité Ejecutivo del PP de Madrid, en realidad una Gestora que comanda Pío García Escudero desde la crisis que acabó con la carrera política de Cristina Cifuentes en 2018, llega precedida de polémica por los nombramientos que se harán en gestoras de varios municipios madrileños, que los ayusistas consideran incluso irregulares y que, en cualquier caso, lamentan que no se hayan consensuado con ellos.
Pero además Ayuso, cuya aspiración de presidir la organización a nivel autonómico es pública y notoria desde hace meses, pese a los recelos de Génova ante la acumulación de poder que creen que ello supondría, pretende plantear en el encuentro otras de sus reivindicaciones, tanto sobre el calendario de la renovación de los populares madrileños como sobre la que será su futura dirección.
En primer lugar, Ayuso pide que el congreso del PP madrileño, que como todos los de comunidades uniprovinciales está previsto para el primer semestre de 2022, se celebre cuanto antes. Fuentes de su equipo aseguran que el proceso no debe demorarse más de lo necesario y que el cónclave tiene que convocarse "en tiempo y forma según los estatutos".
Esta última afirmación implica que se convoque como muy tarde en marzo del año que viene, dado que según las normas internas del partido los congresos deben convocarse cada cuatro años, pudiendo prolongarse un año más la cita orgánica en caso de haber elecciones, como ocurrió este año con el 4-M. El segundo de esos plazos se cumpliría precisamente en marzo.
En segundo lugar, Ayuso está dispuesta a llegar a una lista de consenso con el sector del alcalde Almeida, quien todavía no se ha descartado como posible candidato, aunque fuentes de su entorno siempre han abogado por una "tercera vía". Así ocurrió en tiempos de Alberto Ruiz Gallardón en la Puerta de Sol y José María Álvarez del Manzano en la alcaldía, dado que ninguno de los dos presidía la organización, como luego sí hizo Esperanza Aguirre, precisamente después de una dura batalla con Gallardón, ya convertido para entonces, el año 2004, en alcalde.
Lista en "libertad"
Ayuso reclama "libertad" para elaborar el equipo con el que quiere liderar el partido, en el que ha confirmado que tendría un papel relevante el actual portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, Alfonso Serrano, pero abre la puerta a que el sector de Almeida tenga representación en el mismo. Ella misma ha expresado reiteradamente en público su filosofía, según la cuál a la responsabilidad institucional de presidir el Gobierno autonómico le debe corresponder la responsabilidad orgánica, pues una, considera, no se entiende sin la otra.
Esa postura que se basa también en lo que ocurre en el resto de regiones, donde otros presidentes como el gallego Alberto Núñez Feijóo, el murciano Fernando López Miras o el andaluz Juan Manuel Moreno son, al mismo tiempos, jefes de gobierno y presidentes regionales del partido.
Génova, en cambio, resta valor al hecho de quién presida el partido, como ha llegado a hacer recientemente Pablo Casado. En una entrevista televisiva el presidente nacional de los populares puso como ejemplo la realidad del PSOE en Madrid, poniendo de manifiesto que, a su juicio, no importaba que José Manuel Franco fuese el presidente de la organización (desde hace unos días el nuevo líder de los socialistas madrileños, tras la dimisión de Franco, es Juan Lobato) mientras que Ángel Gabilondo era el candidato.
La reunión de este viernes se prevé tensa. A ella asistirán Ayuso, Almeida y en principio el secretario general del PP, Teodoro García Egea, si su reciente paternidad no se lo impide.
Las posiciones llevan enconadas desde septiembre, y solo se suavizaron, aunque no del todo, en la convención del partido celebrada el primer fin de semana de octubre en Valencia, cuando Ayuso dijo delante de Casado que tenía muy claro que su "sitio" estaba "en Madrid". Un gesto con el que se descartaba para una hipotética aspiración futura de liderar el partido a la que nadie había dado hasta ese momento carta de naturaleza.
Será la primera vez que los distintos actores implicados se vean las caras, y puedan discutir sus diferencias a puerta cerrada.