Inés Arrimadas y Pablo Casado se reunieron a principios de la semana pasada. El encuentro lo convocaron ellos mismos, sin gabinetes de por medio y al margen de sus agendas oficiales. De ahí que sólo estuvieran al tanto de la cita sus colaboradores más estrechos.
Este periódico ha tenido conocimiento de la reunión en fuentes del Partido Popular, y su existencia ha sido ratificada por el entorno de Arrimadas. La conversación, "muy informal y sin una lista de temas a tratar", versó sobre la actualidad en vísperas de la aprobación de los Presupuestos, que permite a Pedro Sánchez estirar la legislatura.
Los dos líderes siguen reconstruyendo su relación después de que se viera seriamente dañada tras lo ocurrido en Murcia, cuando Ciudadanos pactó con el PSOE una moción de censura al PP. El plan fue desbaratado por Fran Hervías –exsecretario de Organización de los liberales que ahora trabaja para Génova– y sus colaboradores.
A partir de ahí, la confianza quedó truncada, pero la existencia de gobiernos de coalición PP-Cs en muchos puntos de España les empujó a una progresiva reconstrucción. La cita de la semana pasada sirvió para recuperar cierta sintonía, pero Casado y Arrimadas se levantaron de la mesa sin llegar a acuerdos, tal y como aseguran las fuentes consultadas.
Ninguno de los dos equipos esconde que Casado y Arrimadas se mensajean con asiduidad, pero los encuentros habían menguado. La última reunión entre ellos que había trascendido fue una comida en mayo.
El café coincidió con la filtración a la Cadena Ser de unos audios en los que Juan Marín, vicepresidente de Andalucía, decía en privado a sus parlamentarios que no les interesaba aprobar unos Presupuestos con recortes en año electoral.
La cuestión andaluza salió a relucir en la reunión –reconocen desde PP y Cs– y en ningún momento Casado puso sobre la mesa el adelanto electoral. Es una decisión que está en manos de Juanma Moreno, que mantiene una buena relación con Marín y que no quiere saber nada de las urnas.
A día de hoy, Partido Popular y Ciudadanos aúnan diferencias estratégicas prácticamente irreconciliables, tal y como quedó de manifiesto en el café. Y no sólo cristalizan en esa opa hostil que Arrimadas lamentó y de la que Casado se desmarcó. Tienen que ver con la estrategia de cara a las próximas elecciones generales.
Conviene recordar que primero fue idea de Génova explorar una gran coalición titulada "España Suma" y que Albert Rivera la rechazó. Sin embargo, tiempo después, ya bajo el liderazgo de Arrimadas, fue Ciudadanos quien ofreció coaliciones en los lugares donde prospera el nacionalismo. Sólo pactaron en País Vasco, pero el proyecto allí se ha resquebrajado.
De hecho, el líder de Cs en el País Vasco, diputado en el Parlamento autonómico, también ha sido seducido por el PP. En pocas horas, se dio de baja con los naranjas y se afilió a los azules. "Me cambio de partido para no cambiar ideas", dijo. Otra "maniobra" de Génova, según los de Arrimadas. Otro "decepcionado" con Ciudadanos, según Génova.
Casado no quiere coalición
En cualquier caso, tal y como contrastaron Casado y Arrimadas, nada queda de la hoja de ruta común. El presidente del PP da por amortizada a la organización nacida en Cataluña y sólo aceptará la integración de sus líderes en las listas azules como independientes. Una alternativa que la jerezana rechaza porque haría desaparecer la marca.
Casado, de hecho, viene trasladando la idea de que, cuando llegó a la cumbre del PP en Valencia, "había tres partidos en el centro-derecha y ahora hay dos". Es lo que apuntaba la mayoría de las encuestas. Sin embargo, algunos de los últimos sondeos, como los de la Comunidad Valenciana o la ciudad de Madrid, dan una oportunidad a los naranjas y los convierten en bisagra necesaria para gobernar.
"Los barones están preocupados porque saben que nuestros votos les pueden hacer un roto. Manejan los mismos cálculos que nosotros. Si no vamos en coalición y nosotros nos quedamos fuera, ese puñado de votos les puede robar escaños que den el gobierno a la izquierda", explican fuentes de Ciudadanos.
Otro tanto sucedería en aquellos lugares donde los liberales lograran los mismos escaños-bisagra que en la legislatura anterior. En ambas organizaciones son conscientes de que, a día de hoy, existe ese votante liberal puro que, pese a la tendencia a la baja de Cs, nunca votaría al PP.
Ese planteamiento, a tenor de lo contrastado por EL ESPAÑOL, es compartido por distintos líderes autonómicos y municipales del PP, que quieren hacer cambiar de opinión a Génova sobre el "no" a la coalición.
No se trata tan sólo de una convicción tacticista, estos barones del PP también han trasladado al equipo de Casado que "prefieren gobernar con Ciudadanos antes que con Vox".
Las perspectivas electorales del PP son kilométricamente mejores que las de Ciudadanos, pero las polémicas internas que antes asolaban a la formación de Arrimadas ahora flagelan a Génova, que tiene varios frentes abiertos: el libro de Cayetana Álvarez de Toledo, la batalla con Ayuso, las maniobras de Hervías que inquietan a algunos barones...
En Ciudadanos piden a Casado que "busque más aliados y menos enemigos": "Sólo así podremos echar a Sánchez". Casado, por su parte, niega cualquier implicación personal en la opa a Cs.
El análisis de la actualidad, la salud de las alianzas, el caso de Andalucía y el contraste de las diferencias en las hojas de ruta: ese fue el paisaje del último encuentro mantenido por Casado y Arrimadas.
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