Yolanda Díaz ha obrado el milagro y se ha convertido este sábado en la primera vicepresidenta del Gobierno de España que es recibida en audiencia pública por el Papa. El encuentro, que suele estar reservado para jefes de Estado (el cargo que el Pontífice ocupa dentro del Vaticano), ha llamado la atención dentro y fuera del Gobierno. Un ejercicio de visibilización de la ministra de Trabajo a nivel internacional en un momento en el que empieza a despegar como posible candidata de la izquierda y cuando sus choques con el ala socialista son cada vez más evidentes.
El primero, y tal vez más claro, era que en un primer momento la visita de Díaz se vendió desde el Ejecutivo como algo privado de la vicepresidenta; pero, según iba tomando relevancia en los medios, se aseguró que era una visita de Estado. Tanto es así que, aunque el presidente del Gobierno no sabía de la cita hasta hace dos semanas, este mismo sábado se ha anunciado en la agenda diaria de los ministros que publican desde La Moncloa.
Yolanda Díaz le ha ganado a los socialistas en su visita de la Santa Sede hasta con el cronómetro. La visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el Pontífice durante el mes de octubre duró 35 minutos, mientras que el encuentro con la ministra de Trabajo ha alcanzado los 40, a los que habría que sumar otros diez minutos de saludo al equipo que acompañaba a la vicepresidenta.
Aunque las aguas entre las facciones del Gobierno de coalición nunca han estado calmadas, se enturbiaron todavía más con las negociaciones de la reforma laboral. La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, era la rival a batir (casi más que los empresarios) y, por lo menos en alturas celestiales, le ha ganado la partida. Díaz ha utilizado su encuentro con el Papa para hablar de la reforma laboral y los derechos de los trabajadores, la bandera que lidera la ministra a la que abrazan los sindicatos.
Decía Calviño el viernes en el Consejo de Ministros que ella ya había estado dos veces con el Papa y que no era para tanto. Pero lo cierto es que la economista del Estado se reunió con el Pontífice en una jornada sobre el cambio climático, pero no una audiencia en solitario y representado al Gobierno. Al final, la visita de Díaz de este sábado es un cara a cara con el Papa. Desde que llegara Sánchez al poder esto sólo había ocurrido una vez y acudió el presidente, en octubre de 2020.
La otra representante del Gobierno que había acudido a ver a una autoridad del Vaticano había sido Carmen Calvo (otra rival de la facción de Unidas Podemos, en este caso por liderar la lucha feminista). Calvo se reunió con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, para solicitar que los restos del general Franco no se enterraran en la catedral de La Almudena. Este era el primer encuentro entre organismos desde que Sánchez llegara al poder en junio de 2018.
Moncloa aseguraba este mismo viernes que la visita había sido solicitada por la vicepresidenta, pero que, al acto, acudía como representación del Gobierno de España. Aun así, Sánchez no supo de la cita hasta 15 días antes de celebrarse. La política gallega quería gestionar en solitario el encuentro y de esta manera lo ha hecho.
Desde la Santa Sede han presentado el encuentro como de "título privado" y es lo que, en realidad, marca el protocolo. El responsable del Gobierno con la iglesia católica es Félix Bolaños, ministro de Presidencia, y no ha acudido a la cita.
Los regalos
Sus dos regalos han sido un guiño claro hacia sus ideales de país: feminismo, ecología y condiciones laborales. La ministra ha obsequiado al Papa con un libro de poesía escrito por una mujer gallega (Follas Novas, de Rosalía de Castro) y una estola elaborada con plástico reciclado.
Ambos regalos tenían una doble lectura. Por un lado, el libro de poesías es uno de los que "los españoles llevaban bajo el brazo cuando emigraban a Argentina durante los años 60", según fuentes de su departamento. O lo que es lo mismo, trabajadores gallegos en busca de una oportunidad laboral durante la segunda etapa del franquismo.
El otro regalo, la estola de plástico reciclado, de nuevo un presente elaborado por mujeres. En este caso, la orden de las Carmelitas Descalzas de Alcalá de Henares. Una doble simbología tanto por la presentación femenina como por los valores ecologistas del mismo.
Precariedad laboral
La simbología de los regalos de Díaz ha acompañado perfectamente a su discurso. Según fuentes de su departamento, la ministra de Trabajo ha hablado con el Papa argentino de "precariedad laboral, crisis sanitaria y cambio climático". "Ha sido un encuentro muy emocionante, créame", se ha limitado a decir la ministra de Trabajo al término de su reunión.
Después, en su cuenta de Twitter, Díaz ha alabado la cita como una manera de "construir un mundo más solidario y más justo" gracias al "diálogo entre diferentes en favor del bien común". "Hay esperanza", ha tuiteado.
Minutos más tarde y acompañado con fotos de la visita, la política volvía a tuitear. "Frente a las desigualdades y la precariedad, la mejor vacuna es la fraternidad y la justicia social. Moitas grazas, por la excelente acogida y la lucidez".
Estas mismas fuentes han querido quitar hierro al hecho de que Díaz sea la primera vicepresidenta en reunirse con el Papa asegurando que le ha llevado al Pontífice un "mensaje del presidente Pedro Sánchez". Dicho mensaje no ha transcendido a los medios ni por parte del Vaticano ni del equipo de Díaz.
El acercamiento de Díaz, declarada agnóstica, al catolicismo coincide, además, con un momento de especial tensión entre el Papado y el Partido Popular (grupo político que ha sido el ‘reflejo’ parlamentario de la Santa Sede). Fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la que se encontró de cara con el Papa Francisco el pasado 12 de octubre al lamentar la petición de disculpas que hizo el Pontífice por la conquista de América.
Ese mismo mensaje sí fue defendido por Díaz quién aseguró que el Día de la Hispanidad era una jornada "para reflexionar sobre nuestro pasado compartido y trabajar por reconciliarnos como decía el @Pontifex" (nombre de la cuenta oficial del Papa en redes sociales).
Aun así, la ministra de Trabajo ha tenido sus más y sus menos con la presencia del Pontífice como representante institucional. Ante un discurso del Papa Francisco en 2014 en Estrasburgo, la ministra consideró que era "aberrante" que el jefe del Vaticano compareciera en el Parlamento Europeo. "Con absoluto respeto a las distintas religiones, los Parlamentos no son espacios para ellas", añadía.