Lo que se está viendo en estos días de Navidad, el desafío del PNV al Gobierno de Pedro Sánchez a cuenta de la reforma laboral, es la parte a la vista del iceberg. Hay más, mucho más mar de fondo, que se ha iniciado esta semana en el Congreso, la que iba a ser la del último pleno antes de las vacaciones.
Este periódico puede confirmar que el Partido Nacionalista Vasco ha enviado mensajes inequívocos a varios dirigentes del Partido Popular, sondeando la posibilidad de que los de Pablo Casado rebajaran "el tono" en algunas de sus críticas a los nacionalistas.
El fondo de los mensajes, a la vista de los términos en que se formularon, era la preparación -con tiempo- de un posible viraje en el sentido de las alianzas del partido que lideran Aitor Esteban en el Congreso, Iñigo Urkullu como lehendakari y Andoni Ortuzar, en lo orgánico.
"Es algo que no es inhabitual", explica una fuente parlamentaria a este periódico. "El PNV, a mitad de legislatura, le suele hacer ojitos al otro gran partido que no está en el Gobierno". Y en este caso le toca al PP ser objeto de las atenciones de los peneuvistas. Sobre todo, a la vista de que el PSOE ya no mira a Bildu con temor a una infección electoral, y eso puede descabalgar al PNV de la hegemonía si los de Otegi aparecen como más "conseguidores" en Madrid que ellos.
"Preferente" sólo de palabra
Porque eso está pasando... y es, si cabe, una razón más importante para acercarse al PP. Por lo que pueda pasar en una segunda parte de la legislatura en la que, o se empieza a notar la recuperación económica, o Sánchez puede verse obligado a tomar decisiones. El primer guiño fue el debate del cupo vasco la semana pasada en el Congreso; el segundo, el rechazo a la reforma laboral del Gobierno el día de Navidad.
Después de ofrecer sus votos en los Presupuestos, precisamente para no dejar todo el rédito en manos de Bildu, los peneuvistas tienen constatado que el Grupo Parlamentario Socialista sólo los mantiene como "socio preferente" de manera nominal. Y que sus primeras llamadas a negociar cada una de las leyes que manda el Gobierno al Parlamento, o de los decretos ley que hay que convalidar, siempre son al tándem formado por ERC y Bildu.
Es cierto que ambas formaciones independentistas -la catalana y la vasca- tienen firmado un acuerdo de coordinación parlamentaria que los lleva a votar juntos en todos los asuntos, salvo en contadísimas -y justificadas- ocasiones. Y que eso les da un peso en votos (18) que triplica el del PNV (6). Lo que les da casi siempre la llave principal para desencallar un asunto en favor del Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos.
También es verdad que el invitado extraño en la que Pablo Iglesias bautizó como "mayoría de legislatura" es el PNV. Su condición de formación burguesa y de la derecha tradicional vasca lo convierte en rara avis entre la socialdemocracia del PSOE, la izquierda radical de los morados y las "izquierdas independentistas" de ERC y Bildu.
Y, según ha podido saber este diario, los nacionalistas vascos sienten que su condición ya no es de "preferente" sino de socio "equilibrante"... es decir, que Sánchez sólo lo utiliza para compensar negociaciones y abaratar "los costes" ante republicanos y bildutarras.
Un tripartito en el País Vasco
Finalmente, la clave de todo, es más una sospecha que una realidad. Al menos, de momento.
Los peneuvistas están convencidos de que los socialistas están más que dispuestos a apostar por Bildu como socio de gobierno en el País Vasco si la suma da en las próximas elecciones autonómicas. Ya en las anteriores -las de julio de 2020- éste fue un argumento de campaña. Y sólo un escaño que bailaba en la noche electoral impidió que el PSOE tuviera siquiera que pensarlo.
¿Por qué, si no, el PNV ofreció posiciones tan ventajosas al PSE-EE en el Gobierno vasco? La vicelehendakaritza, las consejerías de Turismo, Infraestructuras y de Trabajo...
El PNV se siente hegemónico en su Comunidad Autónoma. Desde la llegada de la democracia, siempre ha gobernado, salvo en el pequeño periodo en el que lo hizo Patxi López (PSE-EE). Y ha desarrollado una dinámica con sus diputados den Madrid similar a la de los enviados especiales en misión de negocios: arrancar transferencias, competencias y privilegios al gobernante de turno para capitalizarlos en casa.
Ahora, ese planteamiento está en riesgo. No sólo el PSOE de Pedro Sánchez ha ido utilizando esta legislatura para blanquear a Bildu como un partido más del "bloque progresista". No sólo ya se alió con la formación heredera de Batasuna para gobernar en Navarra -aun con Carmen Calvo y la Ejecutiva nacional, inicialmente en contra-. No solo calló cuando Unidas Podemos alimentaba la posibilidad de un tripartito de izquierdas durante la campaña de hace año y medio...
Es que ahora, el nuevo líder del PSE-EE, Eneko Andueza, es un defensor militante y activo de los pactos con la izquierda independentista.
Elegido hace ahora un mes, con el apoyo explícito de Sánchez y el voto del 95% de los militantes en el congreso del partido en el País Vasco, el socialista guipuzcoano defiende los acuerdos con la izquierda abertzale como una vía de "normalización de la vida política" y como una apuesta estratégica para el partido, con el objetivo de que deje de depender del PNV como única vía de pacto político.
Según Andueza, su partido no debe tener "complejos", porque "EH Bildu forma parte ya de la realidad política en País Vasco y en Navarra y además tiene representación en las Cortes Generales". Y porque precisamente gracias a los votos en la moción de censura de esos representantes en Madrid, Pedro Sánchez fue presidente en junio de 2018.