El paso por el poder de la 'mejor médica del mundo': "Es peor la miseria política que gestionar la Covid"
Verónica Casado, premiada como "mejor médica del mundo", fue consejera de Sanidad en Castilla y León hasta que el PP adelantó elecciones y la cesó.
20 enero, 2022 06:05Noticias relacionadas
El caso de Verónica Casado (Reims, 1959) es digno de estudio sociológico. Tras más de treinta años de experiencia como médica –docencia, investigación, asistencia– decide entrar en política. La "mejor del mundo" en lo suyo –así la reconoció el galardón internacional más prestigioso– llegaba a la cosa pública en su era de mayor desprestigio. Toda una exclusiva.
No hubo en su nombramiento el cobro de favores políticos. Tampoco militancias eternas. Entraba, ya que los castellanos son dados al dicho, el pulpo en el garaje. Y el pulpo ha vivido su peor pesadilla.
Dos años y medio trabajando –ella bromea– a "media jornada"; es decir: doce horas diarias. Siempre en pie a las cinco de la mañana. Con una sonrisa. Porque la doctora Casado, incluso en esta tesitura, sonríe mucho. En plena pandemia, a lomos de la sexta ola y un auge de contagios sin precedentes, le llega un correo electrónico. La han echado. Le han cortado la cabeza con motivo de un adelanto electoral.
El presidente de Castilla y León, líder del PP en la región, le dijo: "Lo hago para dar estabilidad al Gobierno". Desde entonces, la doctora Casado ha aprovechado para ganar el tiempo perdido con su familia. En calidad de independiente, hará campaña con Ciudadanos porque quiere dar testimonio de "lo que pasó".
La doctora Casado no tiene redes sociales. No insulta. No utiliza frases hechas. No se arrima al argumentario. La doctora Casado es, en términos políticos, terriblemente ingenua. Le avisaron de lo peor, pero dice haber encontrado "algo mucho más truculento". No olvida cosas como... "Ese plan para la asistencia primaria es fantástico, pero nos quitaría votos".
La desafección ciudadana, confirma, "está plenamente justificada". Dice entender "por qué los grandes profesionales huyen de la política". Lanza un canto desesperado que, a ratos, en algunos compases, reviste esperanza. "Porque también encontré políticos buenos". Ahí va una oportunidad para conocer la política de hoy por dentro. Contada por alguien que no pretende –¡porque no sabe!– adulterar el relato con veleidades electoralistas. Doctora, doctora, a la política le duele en todas partes.
Tenemos mucho de qué hablar, pero antes que nada: en dos años y medio le ha dado tiempo a conocer lo peor de la política. ¿Se arrepiente de haber dado el paso?
No me arrepiento, pero ha sido mucho más duro de lo que esperaba. He sentido una decepción enorme. Es que ha sido terrible, de verdad. Y no sólo por la pandemia. De hecho, ha sido más duro por lo que ha rodeado al poder y a la política que por el coronavirus.
¡Eso es mucho decir! Y puede deberse a dos motivos, o quizá a la conjunción de ambos: a la ingenuidad del debutante y a que, verdaderamente, lo vivido ha sido tremendo.
Ha sido truculento. Y con un final… ahora le contaré: la cosa más esperpéntica que usted se pueda echar a la cara. Durante toda la pandemia, el presidente Mañueco se esconde detrás de los datos y de quienes gestionamos al pie del terreno. Después, en un momento determinado, hace cálculos y nos despide por correo electrónico. ¡Por correo electrónico!
Un mail. ¿Y fue sentido ese mail?
Hay factores que dibujan a las personas. Para mí, la humanidad está por encima de cualquier otra cosa. También en política. Por eso ha sido tan decepcionante esta experiencia. Cuando estás fuera, piensas que sabes lo que es la política.
Pero no, no lo sabes.
Ahí están las típicas encuestas. Los políticos son siempre los peor valorados. Los mejores, los médicos. Pero yo he tenido una sensación de caída libre. Ha sido horroroso. Ahora puedo decir que esa desafección de la gente, en vivo y en directo, está más que justificada. Soy un ser político. Todos debemos serlo en cierto modo y preocuparnos por los asuntos de la gestión pública. Se puede hacer política de manera distinta.
¿De verdad se puede?
Precisamente, voy a apoyar a Ciudadanos en campaña porque creo en otra política. En una política con mayúsculas. Y no en una egoísta, en la que no importan los proyectos ni las personas. Creo que quienes entran en política deben tener un lugar al que volver. Si no lo tienen, su labor estará condicionada por la supervivencia.
¿Qué le parece que se adelanten las elecciones en un momento como este?
Es que hacer fuegos artificiales en mitad de una pandemia… No lo entiendo. Mire, si me pregunta por las sensaciones que me dejan estos dos años, le diré que siento alivio. Porque ha sido duro e intenso. Ahora puedo descansar y ganar el tiempo perdido con mi familia.
"También siento mucho agradecimiento por el apoyo de ciudadanos y compañeros"
También siento mucho agradecimiento por el apoyo de ciudadanos y compañeros. Gratitud eterna para ellos. Después vienen la tristeza y la preocupación. Estamos en la sexta ola. Gracias al enorme esfuerzo que se ha hecho con la vacunación, en España en general y en Castilla y León en particular, hemos frenado la mortalidad de la pandemia. ¿De verdad alguien decide adelantar elecciones en ese contexto?
Entró al gobierno por sus méritos profesionales, en calidad de independiente, aunque nombrada por Ciudadanos. Dos años después, el PP la ha fulminado como parte de esa operación para convocar elecciones. ¿Se lo esperaba?
No, no me lo esperaba. Entré en política de la mano de Paco Igea. Coincidíamos en un proyecto para la sanidad. Todo basado en datos, transparencia y proyectos. Todo muy científico, poco político. Es cierto que algunos periodistas me decían: “Consejera, que las van a adelantar”. Yo, ingenua, respondía: “Hombre, que no, que nos están diciendo que no”. Carlota Amigo [entonces consejera de Empleo por Cs] llegó a decir: “Si nos vais a apuñalar, que sea por delante”. Se dijo por activa y por pasiva. Creo, a priori, en la palabra de la gente. Sabes que puede suceder, pero nunca te imaginas que pueda ocurrir como ocurrió.
Y les “apuñalaron”. Vamos a la mañana de la destitución. El “esperpento” del que usted hablaba. ¿Qué pasó?
Mire, el jueves tuvimos Consejo de Gobierno [reunión del presidente con todos los consejeros]. No se dijo nada de ese asunto. El presidente Mañueco me preguntó, lógicamente, por temas sanitarios. “¿Cómo está la cosa?”. Le dije que estaba preocupada por los altos contagios, por los fallecidos… Le transmití el parte de situación. Quise convocar a los expertos. Lo hice esa misma tarde.
El viernes.
El viernes por la tarde trabajamos. El sábado y el domingo también. Todo el fin de semana estudiando cuáles eran las medidas que más convenían. Llega el lunes, el día de autos. Nueve de la mañana, el consejero de Economía nos había convocado a una comisión delegada. En el mismo sitio donde se reúne el Consejo de Gobierno. Llegó a las nueve en punto. Era raro porque la puerta estaba cerrada.
Y tan raro: ya estaba el adelanto electoral en marcha.
Abro la puerta, entro y veo a todo el Consejo de Gobierno en pleno menos a los consejeros de Ciudadanos. Daba una sensación de que era un Consejo, pero sin nosotros. Pregunto: “Pero, ¿no tenemos comisión delegada?”. Me contestan: “No, no. Va a ser telemática”. Cierro la puerta. Algo está pasando. En apenas dos minutos, todavía estando en el edificio, me mandan un correo electrónico firmado por el presidente en el que se me comunicaba mi cese.
Después de dos años y medio trabajando doce horas diarias, me cesaron por correo electrónico
Sin embargo, sí se produjo una conversación telefónica con el presidente Mañueco. ¿Qué le dijo?
Muy poco después del correo, sí. “Oye, Verónica, os hemos mandado el cese a todos los consejeros de Ciudadanos. Quiero dar estabilidad al Gobierno. Voy a convocar elecciones. Te agradezco los servicios prestados”.
¿Y qué le contestó usted?
“Alfonso, las Historia nos pondrá a cada uno en nuestro sitio”.
¿Cómo fue la relación con él durante la pandemia? Imagino que debieron de estar muy conectados. Presidente-consejera de Sanidad.
Fue una relación muy estrecha hasta un momento determinado. Nos llamábamos mucho. Imagínese, con una pandemia… Hasta que se publicó una encuesta en Castilla y León. Esto es ya una percepción personal, pero de verdad, creo que fue así. Yo aparecía como la política mejor valorada y con un nivel de conocimiento muy alto por parte de la gente.
Si eres el presidente y alguien de tu gobierno saca buena nota, lo normal es darle la enhorabuena, ¿no? No me dijo absolutamente nada. A partir de ahí, se generó cierta distancia. Es percepción subjetiva, por supuesto, pero hubo un antes y un después.
No sé si es lo normal. De hecho, creo que eso que usted cuenta sigue el esquema clásico de la política española actual.
Por eso me he llevado una decepción tan tremenda. Pero, oiga, también me he encontrado con muy buenos políticos. Le pongo un ejemplo: se acusaba a Paco Igea de tutelar a sus consejeras. Por ser mujeres. Es absolutamente falso. Una vez me lo dijo una persona del PSOE en las Cortes. Le respondí: “He dedicado toda mi vida a la docencia, a la medicina, a la investigación. Hasta que no he entrado en política, nunca se me había discriminado. Ustedes se permiten el lujo de decir que yo estoy tutelada por el hecho de ser mujer”. ¿De qué vamos? Pero, ¿esto qué es?
Pues sí, señora, ¿esto qué es?
El presidente Mañueco sí que tutela a todos sus consejeros, que están callados ante lo que ha hecho. Ha adelantado las elecciones en plena pandemia y nadie ha movido un dedo. Con Igea no pasa. Me ha gustado descubrir a una persona honesta, que cuenta lo bueno y lo malo, que huye de la corrupción como si fuera el fuego. Me ha gustado trabajar con un político así. Un político de verdad. Yo le dije: “Paco, eres muy valiente”. Y me dijo: “No, no soy valiente. Soy libre”.
Yo me estudio mucho las cosas, busco la evidencia científica, las ideas de los expertos. Cuando confirmo mi teoría, voy a por ello, pero no calculo si me da votos. ¿Le cuento una anécdota que explica esa decepción?
Adelante.
Unas personas del PP me dijeron: “Ese proyecto de ustedes de ordenación de la atención primaria es magnífico, muy interesante, pero no lo vamos a llevar a cabo porque nos quita votos”. Me lo dijo el actual consejero de Sanidad. ¡Qué barbaridad! ¿Cómo se puede hacer política así?
¿Realmente la política es tan mala como suele decirse en la calle y en el bar o eso también pasa en los hospitales?
La desafección es lógica y total. Los grandes profesionales huyen de la política. La política puede convertirse en un peligro público. La falsedad, esos fuegos artificiales, todo hecho exclusivamente de cara a sacar beneficio en unas elecciones… Debemos tratar a los ciudadanos como adultos, contarles las cosas como son y hacer propuestas para los momentos difíciles.
"Algunas personas del PP me ayudaron mucho. ¿Cómo voy a decir lo contrario? Sólo una llamó para despedirse aquel día"
Durante la pandemia, ha trabajado una media de doce horas diarias; siempre en pie a las cinco de la mañana. Tras su marcha dijo: “Y casi no me dan ni las gracias”.
Esa tristeza de la que le hablaba tiene que ver con eso. Hemos compartido dos años muy duros. Han sido relaciones muy cercanas. Algunas de esas personas del PP me ayudaron mucho. ¿Cómo voy a decir lo contrario? ¡Estuvimos muy unidos! Pero la única persona que me llamó tras el cese fue Jesús Julio Carnero [consejero de Agricultura, del PP], que estuvo muchísimos días en la UCI con coronavirus. Él supo que yo llamé todos los días a su médico porque estaba muy preocupada.
Alguno más le habrá llamado.
Fue el único. Hombre, después de que hiciera unas declaraciones como estas, me llamó también Suárez-Quiñones [consejero de Agricultura]. Pero, ¿los demás? ¡Ni uno! Es lamentable. No podemos deshumanizar así la política. Si decimos pelear, por ejemplo, para humanizar el sistema sanitario, ¿cómo no vamos a tratarnos entre nosotros como humanos? Ya sé que esto parece muy ingenuo: pero necesitamos buenos seres humanos en política.
A mí no me preocupa no estar en política, yo ya sabía que un día no estaría. Tengo una vida apasionante a la que volver. Pero me preocupan las formas, las maneras… No puede ser. Un médico, para ser buen médico, también debe ser un médico bueno. ¿No debe pasar lo mismo con el político?
Me ha dicho que su labor ha sido sobre todo técnica y sanitaria, que le importan las cifras, los números y la ciencia más que la política de trinchera. ¿Ha podido llevar a cabo esa estrategia al frente de la consejería?
He podido avanzar en muchas cosas. Cuando llegó la pandemia, lo primero que hice fue ir a los clínicos, a un exjefe de servicio de la UVI para que me ayudara a gestionar. Lo mismo con neumología, con urgencias… Siempre estuvimos rodeados de expertos. Les pedimos que buscaran todas las evidencias científicas. La política debe ir de la mano de la ciencia. Eso de hacer caso a los científicos sólo cuando interesa… No puede ser.
¿Cuáles de sus planes se han quedado a medias?
El principal problema, que además es terriblemente nocivo para la sociedad, es el cortoplacismo. Los proyectos que cambian las cosas tardan por lo menos cuatro años en desarrollarse. Si estás todo el tiempo pendiente del impacto electoral, no se puede gobernar. Porque siempre va a haber gente reacia al cambio.
Uno de esos planes a medio-largo plazo era para la atención primaria. Quise llevar a cabo una reordenación y un refuerzo. También una política de recursos orientada a las necesidades de la población. Hemos estado treinta años mirando hacia otro lado. Había un estudio de 2007 que decía que hoy habría hoy 18 especialidades en precario en Castilla y León.
¿Y se cumplió la predicción?
Sí, porque no se hizo nada. Hemos conseguido aumentar casi el 40% de formación para reforzar esas áreas, pero se necesita más. ¿Otro plan? La humanización, que las personas estén en el centro. Más: la digitalización, la teleasistencia. En una Comunidad como la nuestra, la clave es la relación médico-enfermera-paciente. Debemos tener herramientas que nos permitan llegar a todos los rincones. Por último, el sistema de información. Nos han dado muchos premios por la mejora. Datos de actividad, desempeño y resultados. Había mucho pendiente por desarrollar.
¿Qué opinión le merece su sucesor en el cargo de consejero? ¿Lo conoce? Méritos y capacidad. [Alejandro Vázquez también es médico, especialista en nefrología].
Lo conocí como procurador en las Cortes. La relación fue siempre amistosa. Hubo buen trato. Pero, hombre, me ha llamado poderosamente la atención que haya puesto la consejería al servicio de unas elecciones. Eso no puede suceder, y menos en Sanidad. Ha tomado la decisión, por ejemplo, de hacer cribados de coronavirus en camiones, sin personal acreditado para técnicas invasivas. En espacios cerrados sin bioseguridad. Puedes estar con la sospecha de si lo tienes y salir contagiado. Esos fuegos artificiales…
Me han contado que usted le pidió que, dadas las circunstancias de pandemia, mantuviera al equipo que había trabajado a sus órdenes. Para que todo rodara con más facilidad. ¿Ha sido así?
Me dijo que lo iba a intentar mantener. Otra cosa es que haga caso a ese equipo. Creo que han tenido pocas reuniones. Ha respetado algunas solicitudes de cese que le hicieron. Dijo que no tenía pretensiones de hacer grandes cambios y, a grandes rasgos, creo que ha cumplido. Hemos hecho muchas cosas buenas gracias a Castilla y León. Fue gracias a un equipo técnico magnífico. ¿Cómo vamos a cambiarlo por unas elecciones? Hubo gente que me dijo: “Si tú te vas, nos vamos”. No, no, mantened, por favor, el compromiso con los ciudadanos.
"Debería haber un mando único en situaciones de emergencia sanitaria"
Sobre la pandemia: vivió en carne propia las vicisitudes del Estado Autonómico. ¿Echó en falta un mando único para enfrentarse al coronavirus?
La primera etapa del Consejo Interterritorial fue rica. Con Salvador Illa, en los primeros momentos de la pandemia, no había derechas ni izquierdas. Éramos un grupo que quería hacer las cosas lo mejor posible. Todo se empezó a torcer cuando se quiso confrontar las políticas de Ayuso.
El Gobierno intervino en Madrid cuando los niveles de incidencia eran mucho menores que en algunas Comunidades gestionadas por el PSOE. A partir de ese momento, se empezó a deteriorar la coordinación. En una situación de emergencia sanitaria, sí debería haber un mando único.
Vuelvo a repetirlo, siempre lo he dicho: tendría que haber un pacto por la sanidad, sin veleidades. Las grandes decisiones: cómo se financia, cómo se asegura y cómo se gestiona. Si apuestas por un sistema sanitario público, tenemos que ir a por todas. Un pacto para que no exista esa confrontación.
¿Cómo ha sido la coordinación entre el Ministerio y las Comunidades autónomas?
Fue buena en general. Y mire que me he peleado en muchos aspectos. Pero, de entrada, había reuniones. Al menos una vez a la semana. Nos escuchábamos unos a otros. Llegamos a reunirnos dos o tres veces por semana. Fue muy bueno. Tomar las mismas decisiones en todos los sitios nos ha ido bien. Por ejemplo, la vacunación. Un plan nacional. Porque si cada uno hubiera hecho lo que Dios le daba a entender, habría sido un desastre. Me gustaría que las medidas sanitarias con más evidencia científica fueran comunes a todas las Comunidades.
Cuando planteamos el cierre del ocio nocturno, no hubo problema. Todos igual. Pero cuando se empieza: yo cierro, yo abro, yo cierro, yo abro. Así se genera la desafección del ciudadano. Había que moverse en España con un mapa: aquí puedo, aquí no. Debería haber un mando único en pandemia que hubiese permanecido.
Se posiciona para apoyar un partido político que, en Castilla y León y a nivel nacional, no pasa por un buen momento. ¿Por qué lo hace?
Por la credibilidad que me merecen. Sigo siendo independiente, pero Ciudadanos representa lo que yo busco en política.
¿Y qué busca usted?
Fuera los extremos. Fuera la corrupción y la política del dinero fácil. Fuera el odio. Fuera las generalizaciones sin evidencia científica. La política debe buscar un equilibrio entre la economía, la salud y la defensa del Estado del Bienestar. Ciudadanos acierta en ese equilibrio. Me parece que no engañan con sus propuestas. Son realistas. No buscan el rédito electoral, sino todo lo contrario.
Soy consciente de la situación en la que están, pero la marca se sostiene por la acción del gobierno. Hemos puesto a Castilla y León en el mapa. La sanidad de esta Comunidad estaba abandonada. Ciudadanos ofrece algo real, honesto y oportuno. Me da igual que ganen o pierdan, les apoyo, pero creo que la gente se ha dado cuenta de qué ha ocurrido y creo que van a ser imprescindibles para formar gobierno.
¿Volvería a entrar en política?
En política como tal nunca entraría. Me encanta el debate y la deliberación, pero con ideas y propuestas, no con insultos. Lo que he visto en las Cortes…
¿Y volver a la consejería?
Ese es un tema distinto. Creo que los grandes profesionales deben estar en las consejerías. Eso de que cualquiera puede estar en cualquier consejería… Yo, por ejemplo, jamás podría dirigir Agricultura o Economía. La facilidad que he tenido en Sanidad ha sido por treinta años de trabajo. Tengo, creo, el sistema sanitario en la cabeza. Me lo conozco muy bien. Me suele decir Paco: “Si volvemos, tú vuelves a la consejería de Sanidad”. Yo le digo: “Oye, ¡no me amenaces!” [suelta una carcajada]. Nunca digas de esta agua no beberé, pero ya veremos.