El camino que Pablo Casado ha emprendido con la pretensión de llegar a la Moncloa en 2024 se mantiene, pero lo hará a trompicones y con más incertidumbres y dificultades de las que el líder del PP planeó.
El presidente del PP avanza en el objetivo de derrotar a la izquierda y mostrar la debilidad del PSOE; también en el de provocar la desaparición de Ciudadanos, pero lo hace a costa de hacer crecer a Vox y depender de la ultraderecha para poder lograr poder institucional. Su futuro queda en manos de la extrema derecha.
Casado mantiene hoy su liderazgo en el PP, pero generando muchas dudas por haber apostado por unas elecciones anticipadas en Castilla y León en las que, si bien mantiene el Gobierno regional, lo hace en situación de debilidad y lejos de sus expectativas de acercarse a la mayoría absoluta. Si el PP hubiera perdido, hoy mismo habría voces internas contra Casado. De haber quedado cerca de la mayoría absoluta, habría salido fortalecido.
En esa clave interna, Isabel Díaz Ayuso puede mantener que Alfonso Fernández Mañueco no es como ella, incluso aunque el presidente de la Junta haya contado con el respaldo incondicional de Casado.
La buena noticia para el PP es que hasta ahora competía con otros dos partidos (Ciudadanos y Vox) en su espectro ideológico a la derecha del PSOE y ahora sólo competirá con uno. Teniendo en cuenta que la Ley D’Hont favorece a los dos primeros partidos, para el PP será una situación más ventajosa en unas elecciones generales. La sola desaparición de Ciudadanos hace que el PP pueda ganar una veintena de votos en toda España con los mismos votos que obtuvo en las generales de 2019.
De hecho, pese a la desastre de Ciudadanos, el bloque de la derecha gana voto en estas elecciones con respecto a 2019 y el de la izquierda cae notablemente. El PP logra más escaños que la suma de PSOE y Unidas Podemos. Hay que recordar que el PSOE fue el partido más votado en las anteriores elecciones en la comunidad y ahora pierde ocho escaños.
España Vaciada
La distorsión de ese plan es la aparición de candidaturas localistas, de la llamada “España vaciada”. Esas listas han logrado siete escaños en León, Soria y Ávila, tienen una posición ideológica muy transversal, y pueden fragmentar aún más un futuro Congreso de los Diputados, además de servir para aflorar candidaturas similares en otras comunidades y hacer todo aún más imprevisible en la política nacional. De hecho, Soria Ya ha logrado tres escaños, en gran medida a costa del PP.
La mala noticia de ese resultado para el PP es que para mantener la Junta de Castilla y León tendrá que hacer concesiones a la ultraderecha, y Casado deberá condicionar su estrategia de oposición en el Congreso a los acuerdos con Vox. Y es posible que así ocurra en otras comunidades y quizás en el Estado tras las próximas generales.
El resultado de las elecciones en Castilla y León permite que no se cuestione abiertamente el liderazgo de Casado al frente del PP, pero deja dudas sobre su futuro y, sobre todo, muestra que la decisión compartida con Mañueco de adelantar los comicios autonómicos fue una pésima decisión.
El PP retiene el Gobierno autonómico de Castilla y León, pero a costa de romper un Ejecutivo estable con Ciudadanos y engordar a Vox, el gran triunfador de la noche.
Los populares dejan de depender del centroderecha para depender de la ultraderecha.
El partido de Santiago Abascal pasa de tener un único escaño a tener 13 y, sobre todo, se consolida en otra comunidad más en el 15%, que ya logró en las generales. Y con esos datos el PP pierde poder y margen de maniobra y Vox lo gana porque en su mano está que Mañueco siga siendo presidente, sin otra alternativa posible. Incluso, está en condiciones de entrar en el Gobierno de la Junta con pretensiones como tener una Vicepresidencia, la primera de Vox en una comunidad.
Estrategia con Vox
Dirigentes del PP mantienen desde hace tiempo la necesidad de tener una estrategia clara en relación a Vox. Optar entre asumir su discurso o competir con la ultraderecha con gestos de partido de Estado, dejando en evidencia la posición antisistema de Vox. Otros, por contra, entienden que la entrada de Vox en los gobiernos autonómicos puede moderarles y permitir que el PP les fagocite como ha hecho con Ciudadanos en Madrid y Castilla y León y como entienden que ha hecho el PSOE con Unidas Podemos.
De todas las pretensiones de la convocatoria electoral, el PP ha conseguido la de acabar con Ciudadanos, que cae de 13 procurados a la desaparición, con un único escaño, pero sin poder alguno.
También le sirve a Casado para mostrar la debilidad del PSOE de Pedro Sánchez que encadena derrotas en Galicia, País Vasco, Cataluña, Madrid y Castilla y León.
La siguiente etapa electoral es Andalucía, antes o después de verano, según si Juan Moreno Bonilla decide anticipar. El número de escaños del Congreso que se reparten en esa comunidad la hace vital para llegar a la Moncloa y podría repetirse un escenario similar del PP en manos de Vox.
Los acuerdos del PP con Vox, a su vez, le servirán al PSOE para movilizar al electorado de izquierdas en futuras citas electorales.
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