Vox exige entrar en un gobierno por primera vez y se consagra como parte de la alternativa a Sánchez
Abascal protagoniza la noche electoral en Valladolid: "Tenemos el derecho y el deber de formar gobierno en Castilla y León... el mandato es claro".
14 febrero, 2022 03:29Alfonso Fernández Mañueco explicaba en privado, al convocar las elecciones, que las peores encuestas le daban al PP entre 36 y 37 escaños en el Parlamento castellanoleonés. Costaba creer en ese argumentario alambicado y sin pruebas que alegaba para forzar la ruptura de su coalición con el Ciudadanos de Francisco Igea: que su vicepresidente le estaba organizando una moción de censura a escondidas, con el PSOE de la mano.
El razonamiento autonomista -"por el bien de esta tierra, le doy la palabra a los ciudadanos"- ya era muy endeble el 20 de diciembre, cuando Igea se enteró, en mitad de una entrevista radiofónica, que estaba destituido y que las elecciones estaban convocadas. Cuando gritó en antena, pensando en Mañueco, "¿pero qué cojones piensa?", el líder de Ciudadanos ya se temía esto: el PP sólo podrá gobernar si se echa en manos de Vox.
O sea, que a la vista de los resultados de este domingo, tampoco será creíble el argumento táctico-oportunista.
"¡Menuda cara de vicepresidente se le ha puesto a Juan!", dijo Santiago Abascal en Valladolid, bajo la lluvia y entre las ovaciones de los seguidores de Vox. Habló más, mucho más, él que su candidato, como durante toda la campaña.
Y mientras le gritaban "¡presidente, presidente!", él sonreía, pedía calma y contestaba: "Ahora toca lo de la vicepresidencia", señalando a Juan García-Gallardo. "Tenemos el derecho y el deber de formar gobierno en Castilla y León... el mandato es claro", apostillaba.
En la dirección del PP se asumía el desenlace con la cabeza baja, algún resoplido y cierta resignación. "Hemos salvado los muebles", comentaba un miembro de la dirección en conversación con este diario. ¿Con ese ánimo de derrota se aprestan los populares a gobernar?
"Bueno, algunas sombras en estos resultados, pero también unas cuantas luces... ganamos las elecciones, crecemos en escaños, sumamos más procuradores que PSOE y Unidas Podemos juntos, y además, podemos gobernar". Es decir, el mínimo más mínimo imprescindible para no desatar una crisis en Génova de inopinadas consecuencias.
El ciclo que no nace
Porque lo que está claro es que si las encuestas internas del 20 de diciembre le hubieran anticipado a la dirección popular estas cuentas, nada (ni nadie) habría impulsado a Mañueco a anticipar las elecciones.
Teodoro García Egea había diseñado un año 2022 en el que el PP debía ocupar toda la actualidad política. De victoria en victoria. En sus papeles, el secretario general dibujó una "ola ganadora" que se elevara sobre la del ayusazo del pasado 4-M en Madrid y no dejara hueco para que Pedro Sánchez colocara titulares con sus fondos europeos, sus PERTE y las bajadas del paro.
Todo debía empezar con "un gobierno fuerte y en libertad" este 13-F, para luego seguir por la consolidación de Juanma Moreno en Andalucía en junio. Así, Casado llegaría al congreso nacional del mes de julio como una consolidada opción de Gobierno.
Ésa era la idea... pero ahora lo que sale de este movimiento táctico es el cambio de un socio moderado, como Ciudadanos, por otro radical, como Vox. Y con ello, llenar el zurrón de razones para el discurso, hasta ahora hueco, de las izquierdas: la única alternativa a Sánchez es un Gobierno con Abascal de vicepresidente.
Porque el partido de derecha radical sale de esta cita electoral afianzando su 15% a nivel nacional con un porcentaje aún mayor (17,6%) en una región en la que nadie llegó a conocer a su candidato, Juan García-Gallardo.
Pero no sólo eso. Es que los de Abascal sacan representación en ocho de las nueve provincias de Castilla y León, e incluso se confirman como tercera fuerza en siete de los nueve territorios. Sólo quedan cuartos en León y en Soria, los feudos en los que sí ha demostrado empuje la España Vaciada: Unión del Pueblo Leonés (UPL) cosechó tres escaños quedándose a sólo 8.000 votos del PP, y la plataforma Soria Ya arrasó sumando más votos que PSOE y PP juntos.
Gestión de expectativas
Aun así, Teodoro García Egea, aseguraba en la rueda de prensa que dio en la sede del partido que en Castilla y León "debe" gobernar el PP, dando a entender que no contempla un Gobierno de coalición con Vox. Algunas voces empezaban a sugerir en Génova que el PSOE debería ofrecer su abstención, para librar a los populares de ataduras, y ante la falta de alternativa.
En todo caso, el número dos del PP, mantuvo un forzado triunfalismo: "El PP triplica a Vox. El PP gana y el PSOE pierde. Lo contrario que hace tres años".
A toro pasado, analistas de todo tipo y condición han concluido que el PP cometió el error de dejar ver demasiado su estrategia nacional en estas elecciones autonómicas, las primeras que Castilla y León celebraba fuera del turno común, junto a las municipales de toda España. Y sin embargo, a Vox sí le ha funcionado el mensaje alrededor de la bandera y en clave española.
Su crecimiento y consolidación como una fuerza ya no pasajera se parece al de sus hermanos ultraconservadores en Europa. Hace sólo dos semanas, Abascal fue el anfitrión de la amalgama nacionalista de derechas venida de Polonia, Italia, Rumanía, Estonia, Bélgica, Países Bajos... y sobre todo, de Francia y Hungría.
Marine Le Pen es la favorita para pasar a la segunda ronda de las presidenciales francesas dentro de dos meses. Y pocos dudan de que Viktor Orbán, en el mismo mes, volverá a saludar las calles de Budapest renovando una vez más su mandato, que ya se extiende una década. Ambos fueron las estrellas -y lucieron sus 'selfies' con Abascal- de un cónclave que, bajo la batuta de Vox, se conjuró para unir fuerzas en el Parlamento Europeo.
La ultraderecha unida sería la tercera fuerza continental, con 134 escaños... muy cerca, a sólo 15, de los socialistas.
Es decir, que si la política es la gestión de las expectativas, la del domingo es una noche en la que el PP perdió ganando... y el único ciclo victorioso que parece comenzar (o consolidarse) es el de Abascal.
Ha quedado claro que su fenómeno se consolida, territorialmente, en toda España. Y que, como advertía anoche un alto dirigente del PSOE, "su presencia en el Gobierno es la única opción para que Casado sume apoyos" en una investidura tras las próximas generales.
Las sombras y el 'meme'
"Ésas son las sombras", explica otro miembro del Comité Ejecutivo del PP, "el liderazgo emocional no lo tenemos. Ellos sí". Ellos son Vox, claro. "Nuestros mensajes han sido rancios, de política vieja".
Otro error ha sido, según digerían anoche los miembros de la dirección popular, "dejar ver que aspirábamos a 38 o 40 procuradores... cuando eso era imposible". De hecho, al inicio de la campaña, una fuente del PP castellanoleonés hablaba de aspirar a los 33 escaños "y hace dos días estábamos asustados porque los trackings nos daban 29 solamente".
Finalmente, en Génova admitían que "se ha demostrado muy limitado el potencial de crecimiento, con una campaña muy deficiente que no ha captado ni uno de los votos del derrumbe de Ciudadanos".
De hecho, ni siquiera se puede hablar de crecimiento del PP... en 2019 perdió y ahora ha ganado, pero perdiendo porcentaje de voto. Del 31,49% al 31,44% no hay más que cinco centésimas, pero había quien le encontraba a esta "atonía" una explicación más allá de Mañueco.
"Han sido un montón de errores. Para empezar, el espectáculo de la votación de la reforma laboral y el de los fondos europeos", en el discurso nacional. "Después, la sobreactuación con la polémica de las macrogranjas y la carne", en el regional. Y elevando el tiro hacia los despachos nobles de Génova, "esa obsesión por plantear las elecciones en clave nacional y no autonómica... y como consecuencia, la sobreexposición de Casado, que acabó convertido en un 'meme' diario".
Al menos, en el PP se pueden contentar con una visión más amplia. Y es que, a pesar de su estancamiento y del desastre de Ciudadanos, el bloque del centro y la derecha gana voto (53,57%) en estas elecciones con respecto a 2019 (51,93%) y el de la izquierda cae notablemente (PSOE y Unidas Podemos pasan del 39,83% al 35,13%).