La trayectoria de Josep Borrell (Lérida, 1947) resulta una profecía si se coloca en el espejo de la guerra de Ucrania. El jefe de la diplomacia europea sabe cómo piensan los ministros de Exteriores porque él también lo fue. Conoce cómo discurren las autoridades comunitarias porque fue presidente del Parlamento Europeo. Y cuando habla del gas ruso –la gran arma de Putin en esta contienda– sabe perfectamente lo que dice: hizo un máster de Economía de la Energía en Francia.
En un altísimo porcentaje de ocasiones, el político hace el ridículo cuando emplea un tono solemne. Borrell, a lo largo de esta semana, ha demostrado ser una de las excepciones que confirman la regla. Sus discursos sobre la agresión de Putin han removido las redes sociales del continente: "Nos acordaremos de aquellos que, en este momento, no estén a nuestro lado".
En esa misma línea, detallará en esta charla que hemos entrado "en una nueva fase de la Historia" y que las relaciones con Rusia "nunca serán las mismas". Ha nacido Europa como estructura geopolítica sólida, pero sobre todo unida.
Aquella frase, la del "nos acordaremos", precedió el cambio de postura de Pedro Sánchez, que sorprendió en el Congreso la semana pasada al rectificar y anunciar el envío de armas a Ucrania. Borrell, no obstante, dice en esta entrevista que no tuvo nada que ver; que no habló de eso con el presidente del Gobierno.
Ya es de noche en Centroeuropa. Borrell acepta desmigar su perspectiva sobre la guerra de Ucrania justo después de repasar unos textos en francés. Antes, ha atendido a una televisión india, que le ha preguntado por qué no actúa la OTAN. El Alto Representante de la Unión ha vuelto a rechazar cualquier intervención militar y ha hecho la más difícil de las pedagogías en esta sociedad de la imagen: apostar por las sanciones económicas mientras las televisiones se inundan de fuego y metralla.
Encontramos a un Borrell raudo por la tarea pero, aunque parezca un oxímoron, muy preciso y cuidadoso en su exposición de motivos. Se le nota a la legua: sabe que una palabra suya, como en los textos sagrados, bastará para que se desate un conflicto internacional.
Ah, que no se quede en el tintero: Borrell tiene un recado para Podemos y todos los que revistieron de "pacifismo" su negativa a enviar armas a Ucrania: "Yo también soy pacifista, ¡toma, claro! Pero, cuando los conflictos no se pueden resolver de forma pacífica, ¿qué hacemos? ¿Se habrían quejado si Francia hubiese armado a la República española durante la Guerra Civil?".
Usted es una de las personas en Europa que más información maneja sobre la invasión: ¿existe alguna posibilidad de que Ucrania resista alguna semana más?
La resistencia ucraniana es muy fuerte. Mucho más dura de lo que Putin jamás imaginó. Él pensó que podría tomar Kiev en pocos días. Llevamos dos semanas de guerra. Resisten todas las ciudades menos una.
Por eso Rusia ha dado un giro en su planteamiento bélico.
Eso es. Ahora hace la guerra bombardeando, como hizo en Siria con Aleppo. Como hizo en Chechenia con Grozni. Como ve que no puede tomar las ciudades, las bombardea indiscriminadamente hasta destruirlas. El ejemplo de Siria es bastante afinado. Putin está, si me permite el término, “sirianizando” esta guerra.
Entonces, da crédito a la resistencia de Ucrania.
Ucrania está resistiendo muy bien. Mientras tengan municiones y combustible, seguirán resistiendo. Pero debemos alcanzar un alto el fuego urgentemente para evitar las víctimas civiles que ya se están produciendo. Esta guerra ya ha provocado una ola de dos millones de refugiados, la mayor desde la Segunda Guerra Mundial. Y muchísimas víctimas civiles que todavía no podemos cuantificar.
Rusia ha planteado su ‘alto el fuego’ ideal. Dejará de bombardear –eso dice Putin– si Ucrania renuncia a Crimea y reconoce como rusas las zonas del Donbás y Lugansk.
Pero el alto el fuego debe ser incondicional: un paso previo a la negociación. China ya está entrando en juego. Lo más probable es que se forme un equipo de mediación constituido por algunos países europeos y también por China. Debemos encontrar a alguien que medie en el conflicto, pero no para fijar por adelantado los términos de un acuerdo de paz, sino para frenar la guerra y sentarse a negociar, que es lo que hubo de hacerse desde el principio.
Usted fue quien puso sobre la mesa, desde muy pronto, la necesidad de que China jugara un papel determinante. ¿Nos podemos fiar de China teniendo en cuenta las características de tal régimen?
China es una gran potencia con un papel geopolítico indiscutible. No votó a favor de Rusia en la asamblea general de la ONU. Es cierto que tiene una proximidad con Rusia, pero no una alianza. Se trata de un partenariado estratégico. Pero eso le dota de una capacidad de influir sobre Putin que otros no tienen.
Vivimos en la sociedad de la imagen. Resulta muy difícil sostener que las sanciones económicas a Rusia están surtiendo su efecto cuando las televisiones y las redes sociales muestran una Ucrania en llamas.
Sí. Tiene usted razón. Mucha gente dice: “Oiga, es que sus sanciones no están parando la guerra”. Si fuera tan fácil… Las sanciones económicas no paran la guerra de la noche a la mañana. Pero le están haciendo pagar a Rusia un precio muy, muy alto. Putin está aislado en la comunidad internacional. Le explico lo del tipo de cambio del rublo.
Adelante.
El tipo de cambio ha caído muchísimo. Había que pagar ochenta y cinco rublos para conseguir un euro. Ahora, ya hay que pagar ciento cuarenta. Se ha devaluado una barbaridad. Y usted ya sabe lo que significa la devaluación repentina de un país: Rusia se ha empobrecido mucho respecto al exterior.
Pero Putin tiene el gas y el petróleo.
Rusia es hoy una gasolinera y un Ejército. Una gasolinera y un cuartel. Venden hidrocarburos y todo eso lo destinan a mantener una fuerza militar agresiva que Putin usa cuando le conviene. Por eso estamos intentando reducir la dependencia europea del gas ruso.
Cada día, Europa compra alrededor de 1.000 millones de euros de energía rusa. Es como si financiáramos indirectamente la guerra de Putin. Pero eso, según deduzco de su respuesta anterior, no se puede revertir con facilidad.
Estamos pagando el gas y el petróleo que nos venden, desde luego. No nos lo iban a dar gratis [sonríe de manera irónica]. Es verdad que Europa paga a Rusia unos setecientos millones de euros al día. Depende también de los precios. Con el petróleo al alza como ahora, pagaremos más. Y el gas también va a subir.
¿Y España en concreto?
España no paga nada porque no importa de Rusia. Otros países europeos, en cambio, importan de Rusia el cien por cien de su energía.
Estados Unidos ya ha anunciado que va a prohibir la importación del petróleo y el gas ruso.
Estados Unidos apenas importa petróleo ruso. Muy poco. Además, es un país autosuficiente. Esta es una guerra injustificada que se está convirtiendo en la destrucción sistemática de un país.
¿Existe aún margen de maniobra para ahogar al sistema financiero ruso sin que el nuestro se descalabre?
Nuestro sistema no va a descalabrar. Lo que hay que hacer es aplicar lo que acordamos. Les conozco bien a ustedes los periodistas: en cuanto damos una noticia, quieren la siguiente. Pero todavía estamos aplicando esas sanciones. “Vamos a congelar los patrimonios de los oligarcas rusos”. Claro, pero hay que buscarlos. “Vamos a congelar los bancos”. Hay que verlo con mucho detenimiento, dentro de la rapidez que la situación exige.
Acaba de proponer medidas contra la “desinformación por parte de Rusia”.
Sí. Es muy importante. La manipulación de la información es algo que, por ejemplo, la maquinaria rusa usa activamente y hay que combatir. Moscú también está bombardeando las mentes.
Las consecuencias de esta guerra van a ser grandes. Es la sensación que se desprende de sus discursos en la tribuna: la importancia de la geopolítica.
¡Ese es el verdadero telón de fondo! Las consecuencias serán de largo alcance, dure lo que dure la guerra. Va a cambiar el panorama geopolítico mundial, y en particular el europeo. Las relaciones con Rusia ya no serán las mismas.
Estamos entrando en una nueva fase de la Historia. Lo que defendemos no es otra cosa que evitar el imperio de la ley del más fuerte. En eso estamos empeñados. Acabo de terminar una entrevista con una televisión india. Me han preguntado por qué no declaramos una zona de exclusión aérea en Ucrania.
¿Y qué ha respondido?
Porque si declaramos esa zona, que por cierto sólo lo puede hacer la ONU, tendríamos que derribar a cualquier avión que entrara en ella. ¿Vamos a hacerlo? Claro que no.
¿Cómo se va a gestionar la acogida de refugiados? ¿Se conseguirá una política común teniendo en cuenta las graves discrepancias referidas a la inmigración entre las distintas corrientes políticas?
Sí, pero ya no estamos hablando de inmigrantes, sino de exiliados. Y son muchísimos más que cuando la guerra de Siria.
Los países del este son muy reacios a construir una política común en ese sentido.
Sí, pero ya le digo: ahora hablamos de asilo, y no de inmigración. Ahora serán menos reticentes. ¡Es la mayor oleada de exiliados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial! Anteayer estuve en la frontera de Ucrania con Moldavia. Es tremendo cómo llega la gente. Debemos hacer ese gran esfuerzo de solidaridad.
El envío directo de armas fue muy rápido en países como Reino Unido, pero España se quedó rezagada. Déjeme que invoque una secuencia. Usted sale a la tribuna y dice: “Nos acordaremos de aquellos que en este momento no estén de nuestro lado”. Después mantiene una larga conversación con Sánchez. A continuación, Sánchez cambia de opinión y decide enviar armas a Ucrania. ¿Jugó usted algún papel en el giro de Moncloa?
No, esa secuencia no funciona. Nunca he tenido una conversación con el presidente Sánchez sobre el envío de armas a Ucrania. No hemos hablado de eso.
En cualquier caso, le tranquilizaría que España, acusada de estar en la “retaguardia de Europa”, cambiara de opinión.
España fue pionera en mi propuesta de que Europa armara a Ucrania. No se crea que fue fácil. Hubo países que fueron muy reticentes. El viernes nos separamos los países miembros sin acuerdo. Lo logramos el sábado por la noche. España ha empujado. Es uno de los grandes contribuyentes al fondo que sirve para comprar las armas. Y también ha entregado armas directamente. España ha votado todas las resoluciones para sacar a Rusia del Swift. Creo que no se le puede reprochar nada al Gobierno.
“Nadie puede invocar ahora la resolución pacífica de los conflictos”, aseveró para criticar posturas como las de las ministras de Podemos.
Es que eso de que los conflictos se resuelven "pacíficamente y amén" puede decirlo cualquiera. Eso no compromete a nada. ¡Yo también apuesto por la resolución política de los conflictos! ¡Toma, claro!
¿Y qué pasa cuando los conflictos no pueden resolverse pacíficamente? Aquellos que hablan todavía de ese pacifismo, ¿habrían estado en contra de que las democracias armaran a la República española durante la Guerra Civil española? ¿Habrían estado en contra de que Francia e Inglaterra dieran armas a Azaña?
Aunque suene a tópico, las guerras son en cierto modo una partida de ajedrez. Ustedes se habrán intentado poner en la cabeza de Putin. Él sabía que la OTAN y los ejércitos europeos no intervendrían. Él sabía que llegarían las sanciones. ¿Le está funcionando su plan de contingencia?
Mucha gente cree que Putin tiene en su cabeza la reconstrucción del imperio zarista, no ya siquiera del imperio soviético. Y la verdad es que nos lo dijo en la conferencia de seguridad de Múnich, año 2007.
Dijo que el orden mundial no le parecía justo ni equilibrado, que Rusia había perdido mucho con el hundimiento de la URSS, que Ucrania y Rusia son la misma nación…. Después vino lo de Georgia, lo de Crimea… Estuve, como le he dicho, en Moldavia. La gente tiene miedo. También en varios países bálticos. Sobre todo en los que no están en la OTAN.
Svetlana Alexiévich, la Nobel de Literatura bielorrusa, ha escrito mucho sobre la conciencia del “homo sovieticus” (editorial Acantilado). Dice tener la sensación de que la mayoría del pueblo ruso comparte la invasión de Ucrania. ¿Lo comparte?
No creo que el pueblo ruso apoye a Putin en esta guerra.
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