Ha llegado Alberto Núñez Feijóo a eso de las 18.30 horas rodeado de calima, pero también -y sobre todo- de Isabel Díaz Ayuso y Pío García-Escudero. Poco antes había aparecido José Luis Martínez-Almeida. Más puntual que nadie. Y ha esperado a juntarse con sus compañeros en la entrada del Novotel Madrid Center, en una imagen de unidad como hace tiempo que no se veía entre Génova y el Partido Popular de la región.
Había tantas ganas de ver al nuevo PP congraciado que mucha gente se ha quedado fuera de la sala del céntrico hotel de la capital, con capacidad para 700 personas -ha dicho el alcalde, pletórico, que "podíamos haber llenado el Wanda Metropolitano"-. Una señora, atolondrada, casi se cae por las escaleras al grito de "¡Viva Ayuso!".
Ha comenzado el acto con euforia, sí. Sonaba un remix del mítico himno del partido, y los aplausos han puesto en sordina las proclamas que los militantes lanzaban a Isabel Díaz Ayuso, objetivo de todos los flashes. Ha sido cuando ha salido al estrado acompañando al nuevo dirigente del Partido Popular que casi se caen los cimientos.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha tardado bien poco en ponerse a disposición de su homólogo en la Xunta de Galicia. Nada más subir al atril, de hecho: "Has demostrado que eres capaz de unir a ciudadanos de izquierdas y de derechas en torno a un único proyecto. Has conseguido mayorías absolutas. ¡Ya quisiera una para mí! Nos estás aportando paz; has dado paz al partido y al centro-derecha".
Pero Díaz Ayuso pronto ha desviado su discurso, como es habitual en ella, hacia la crítica al Gobierno de España, "el más autoritario desde la dictadura", al que ha afeado que "todo le viene grande, todo le desborda y todo es propaganda". Frente a eso, ha reivindicado a Feijóo como un líder político que "sabe gestionar y no miente".
No se ha quedado, eso sí, sin advertir al futuro presidente del Partido Popular de que aunque "somos un equipo" y "nos tienes a tu disposición", ella tiene "poco aguante para las tonterías, poco aguante para las imposiciones". Ni una puntada sin hilo.
Alberto Núñez Feijóo ha recogido los elogios y los ha devuelto con generosidad. Sin segundas intenciones. Por eso ha agradecido al "tándem electoral" de Madrid -presidenta y alcalde- "vuestra confianza", así como "todo lo que estáis haciendo por el PP". Sobre Isabel Díaz Ayuso se ha detenido para reconocer su "enorme fortaleza y entereza", así como su "carácter y personalidad": "Si te insultan tanto es que te temen".
Tras esto, en un discurso ya como presidenciable, ha cargado duramente contra Pedro Sánchez por presidir un "Gobierno sectario, que divide a los españoles". Frente a ello, ha aseverado que él no ha venido a hablar "de políticos", sino de "políticas, de ideas, de proyectos". Y ha advertido de que su partido no aceptará "insultos, complejos, vacilaciones": "No voy a aceptar que se menosprecie al Partido Popular. tenemos una gran historia, y volveremos a ser el partido que fuimos".
¿Cómo? Pues a través de la "centralidad", que para Núñez Feijóo pasa por "afrontar los problemas de la ciudadanía". Por eso ha exigido al Ejecutivo Central, como viene haciendo estos días, que baje el IVA, el precio del diésel, de los carburantes y de todo aquello que imposibilita la recuperación económica": "Para los gobiernos es más fácil subir los impuestos, pero no se trata de hacer las cosas más fáciles".
Ni Pío García-Escudero ni José Luis Martínez-Almeida han querido perderse esta suerte de fiesta de la unidad. El alcalde ha hecho bromas con su partner ("compañera" en inglés) Ayuso y ha asegurado que si Feijóo tiene "cuatro mayorías [absolutas]" es porque es "capaz de llegar a amplísimas mayorías". "Buen camino", le ha deseado el alcalde, pues "tu buen camino será el mejor futuro de España".
"Ya me siento como en casa. Madrid es una tierra de libertad, cordialidad y prosperidad", se ha despedido Feijóo, a eso de las 19.40 horas, rumbo a Toledo. Ahí pondrá el broche de oro a la jornada con un acto con Paco Núñez, presidente del PP de Castilla-La Mancha. Se ha ido satisfecho. Pues la paz parece sellada allá donde estalló la guerra.