Mohamed VI ha logrado una nueva posición de ventaja frente a España. El rey de Marruecos se ha salido con la suya y ha logrado comprometer con la Unión Europea un nuevo programa de ayudas, esta vez milmillonario, antes de solventar su crisis bilateral, diplomática y a todos los niveles, con nuestro país.
Esta semana, los comisarios de Vecindad, el húngaro Oliver Varhelyi, y de Asociaciones Internacionales, la finlandesa Jutta Urpilainen, viajan a Rabat para la firma de 1.600 millones de euros hasta 2027.
Según las fuentes europeas y de cooperación consultadas, los fondos se entregan directamente a Marruecos, anualmente, y para "apoyo presupuestario". Es decir, para su uso prácticamente discrecional, sin objetivos finalistas, y al margen de otros programas concretos de fondos para seguridad, migración, etc. Aunque, evidentemente, sí se someterán a controles de eficiencia por programas.
Pero la clave de este movimiento es el cronograma. Mohamed VI logra un éxito innegable al celebrar este acuerdo bilateral con la Unión Europea, sin haberse sometido al arreglo que el Gobierno de Pedro Sánchez lleva labrando desde hace ya 10 meses: "Justo como queríamos", comentaba hace unos días el número dos de la Dirección de Fronteras marroquí, Aziz Jilali.
Arreglos que nunca llegan
El pasado mes de agosto, mes y medio después de que José Manuel Albares llegara al Ministerio de Exteriores, se filtró que "Marruecos ultima la vuelta de la embajadora a Madrid". Y en octubre, fuentes cercanas al jefe de la diplomacia española daban por hecho a este periódico que "la solución está muy cerca", que Albares despachaba con Nasser Burita, su homólogo marroquí, "casi prácticamente cada semana", y que, "en breve, el rey recibirá al presidente". Incluso añadían detalles de la ubicación, que no sería en la capital, Rabat...
La embajadora Karima Benyaich había sido llamada a consultas tras la crisis diplomática con España, provocada por el asalto de 10.000 personas a la frontera de Ceuta... eso, en versión de Madrid. Según Rabat, la crisis nació de la acogida "secreta" del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en nuestro país.
"Hay actos que tienen consecuencias", sentenció la embajadora, dejando claro el porqué de lo de Ceuta. "Es una agresión a la integridad territorial de España", dijo, marcando terreno, Sánchez. Y todo se rompió.
En todo caso, el enfrentamiento provocó la caída de la ministra Arancha González Laya, la llegada de Albares, y la paralización de las normales relaciones entre "dos vecinos, socios y amigos". Porque así definió al vecino del sur el nuevo ministro en su primera comparecencia, al recibir la cartera el 12 de julio. Según su entorno más cercano, había que "tomar las riendas de la solución desde el minuto uno".
Aquella filtración llegaba sólo dos días después de que Mohamed VI aprovechaba un discurso público para dar el único paso claro que, desde Marruecos, se ha dado por arreglar el desencuentro: "Marruecos y España deben inaugurar una nueva etapa en sus relaciones".
Pero de nada sirvió, porque Benyaich, de hecho, aún no ha pisado España. Entre otras cosas, porque Madrid no la quiere de regreso, y presiona a Rabat para que cambie a su representante diplomático.
A eso, el Gobierno del rey marroquí responde evitando que el embajador español sea sustituido. Ricardo Díez-Hochleitner lleva ya siete años en la misma plaza, algo poco habitual y que él mismo, en sus conversaciones privadas, destaca con hastío.
Agasajar... y advertir
"Estoy encantado de volver a Marruecos porque sé que aquí tenemos socios con los que podemos trabajar: en desarrollo, seguridad, lucha contra el terrorismo y también todos los grandes problemas globales que enfrentamos juntos", ha declarado el comisario de Vecindad.
El tono de las declaraciones del político húngaro no es gratuito. Por un lado, responde al estilo de diplomacia que practica Rabat: muy rimbombante y basada en recibir ayudas y agasajos, "como si nos hicieran un favor por aceptar nuestro dinero", comentan fuentes diplomáticas. Y por otro, porque fue la presión conjunta de las instituciones europeas la que empezó a enderezar la crisis del mes de mayo pasado.
Como ya informó este periódico, no fue hasta que Claudia Wiedey, la embajadora de la Unión Europea en Marruecos, marcó el teléfono del jefe de la División de Migraciones del Ministerio del Interior marroquí, en la mañana del miércoles 19 de mayo de 2021, con la crisis fronteriza de Ceuta en plena ebullición, que Rabat entró en razón.
El responsable de fronteras marroquí, Aziz Jilali, también recibió un encargo desde el Riad Business Center, sede de las oficinas de la UE en el bulevar Er-Riad de Rabat: que hiciera saber a sus superiores que su país se estaba jugando no volver a ver los más de 1.000 millones de euros que se estaban negociando en el nuevo paquete.
Madrid ha accedido a este arreglo, consciente de que Rabat siempre juega a soslayar la relación bilateral y saltarse a España para mirar a Francia, Alemania... y Bruselas. Aunque, según fuentes de Exteriores, las instituciones europeas han dejado claro al Gobierno marroquí que este paso se daba "a condición del cumplimiento efectivo" de todos los programas en curso.
Algunos de ellos siguen en situación irregular, con entregas de material sin la firma preceptiva de recepción por parte de las autoridades marroquíes.
La Comisión sabe que Marruecos es un socio clave en el control fronterizo y de seguridad en el norte de África, y por eso hace muestras de "la profundidad de nuestra asociación".
Crisis global por Ucrania
En plena crisis por la invasión rusa en Ucrania, ni Madrid ni Bruselas quieren descuidar la Agenda Mediterránea y la llamada "vecindad sur". No en vano, las tensiones de Marruecos con Argelia, alimentadas por la influencia rusa en Argel, ya han supuesto una merma en el suministro de gas a España y, consiguientemente, a Europa.
Estos 1.600 millones, según las fuentes europeas consultadas, tienen como objetivo "estimular la economía real, crear puestos de trabajo, facilitar el acceso a la financiación de las pymes y desbloquear el potencial económico de las relaciones bilaterales".
El objetivo de la Unión es que a esos 1.600 millones de euros se añada la movilización privada de hasta 8.400 millones más, "a través de socios financieros internacionales, y del sector privado en Marruecos" para inversiones en Marruecos.
El comisario también celebró "el papel de liderazgo desempeñado por el rey" marroquí en la implementación de "un ambicioso programa de reforma nacional que está totalmente en línea con nuestro plan económico y de inversión". Eso sí, al mismo tiempo, recordó a su ministro de Exteriores, Nasser Burita, que "el trabajo duro y persistente contra la migración ilegal debe continuar".
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