El momento peor del Gobierno de Pedro Sánchez está coincidiendo con el momento en el que no hay nadie al frente del PP, justo cuando no hay líder de la oposición. Las circunstancias de la defenestración de Pablo Casado y la guerra de Ucrania han mostrado empíricamente cómo de cierto es el principio según el cual cuando el adversario se equivoca es mejor no distraerle.
En este caso, sería que cuando Pedro Sánchez tiene dificultades y vive su peor momento como presidente del Gobierno por los efectos económicos y sociales de la guerra de Ucrania es mucho mejor que no haya un líder de la oposición que distraiga o ayude con sus errores a su oponente. Este es uno de los pensamientos compartidos por diputados del PP durante las últimas semanas, un tiempo en el que les ha costado acostumbrarse a ver siempre vacío el escaño de líder del partido y de la oposición. Esos parlamentarios han aplaudido durante años una estrategia basada en la confrontación con el Gobierno y no ocultan su incertidumbre por lo que viene.
Entre otras cosas, porque ese grupo parlamentario que ahora reniega de Casado y de Teodoro García Egea fue conformado en su momento por el expresidente y por el que fue su número dos en la sede de Génova.
Por no estar, el PP no ha estado ni en la reunión del Partido Popular Europeo previa a la decisiva cumbre de la UE. Es decir, no ha habido apoyo de los populares a la posición de España ante sus compañeros ideológicos de la UE que, precisamente, ocupan los principales cargos europeos. No hay opción a discutir el esfuerzo de Sánchez y su resultado en la cumbre europea.
El destino ha querido que Cuca Gamarra se convierta durante semanas en líder de la oposición en el Congreso. En contacto permanente con Alberto Núñez Feijóo, pero con atribuciones como encabezar al partido en la reunión con el Gobierno sobre medidas económicas para hacer frente a las consecuencias de la guerra o en la sesión de control de los miércoles frente a Sánchez.
La sensación de los diputados del PP en estas semanas incluye una cierta inquietud a la espera del congreso del partido, el próximo fin de semana, y la impresión de que Feijóo como mínimo es su "mejor es nada", es decir, que es la única posibilidad para salir de la crisis generada por el cruce de acusaciones de espionaje y de nepotismo entre Casado e Isabel Díaz Ayuso.
Casado protagonizará el viernes por la tarde en Sevilla su último acto político cuando se dirija al congreso del PP. Intervendrán también José María Aznar y Mariano Rajoy, después de que lo hayan hecho todos los líderes regionales y presidentes autonómicos del partido, es decir, la propia Ayuso.
Y el sábado por la mañana Feijóo iniciará la nueva época del PP con su discurso a los asistentes al congreso.
El 'casting' de Feijóo
Fuentes del PP y del entorno del aún presidente de la Xunta explican que el próximo líder de la oposición trabaja en una especie de casting para preparar su equipo. No sólo para conformar el Comité Ejecutivo (25 miembros) o la Junta Directiva Nacional (35 más los parlamentarios y dirigentes provinciales), sino su equipo más próximo en Génova. Su grupo de asesores.
Esas fuentes hablan de un equipo potente que tenga en cuenta la organización territorial, es decir, que haya representación de todas las comunidades y del poder de los barones regionales que se puso de manifiesto en el proceso para sacar a Casado de la presidencia del PP.
Añaden que el difícil contexto político le permite trabajar en una situación favorable por el desgaste del Gobierno, pero con la necesidad de reconstruir el partido lo antes posible. "Tendría que trabajar como si las próximas elecciones generales fueran a ser en otoño", asegura un veterano diputado del PP.
Es decir, que aunque Pedro Sánchez sigue trabajando para que las elecciones sean convocadas a finales de 2023 y no haya razones para disolver en plena guerra y con el malestar ciudadano por sus efectos, Feijóo necesita tener el partido en estado de revista en otoño. Tiene sólo año y medio para afrontar esa candidatura y para poner en orden un partido roto.
En ese diseño, todas las fuentes señalan que es fundamental el Grupo Parlamentario, que ahora le aplaude, pero procede del equipo de Casado y, de hecho, su composición provocó muchas críticas en privado desde algunas baronías del PP.
Necesita una portavocía fuerte, con dudas sobre la continuidad de Gamarra al frente, pero sin un candidato claro para sustituirla. Feijóo no puede intervenir en el Congreso, no tiene claro si hacerse nombrar senador para confrontar un par de veces al año con el presidente del Gobierno, pero sí sabe que en el Congreso se mide su acción de oposición. Más aún teniendo que evitar que Vox acapare toda la labor de oposición.
Feijóo tiene que regular el tono. Lo más inmediato es si el PP apoyará las medidas económicas que apruebe el Consejo de Ministros el próximo martes.
Acuerdos pendientes
Por el momento, fuentes próximas al líder gallego señalan que está muy molesto con Sánchez porque pactó personalmente, en una reunión que mantuvo con el ministro Félix Bolaños en La Palma, el acuerdo de la Conferencia de Presidentes que hablaba de bajadas de impuestos y el Gobierno se resiste ahora a cumplirlo.
También porque el Gobierno convocó al PP a una reunión hace 10 días para pactar esas medidas y no sólo no se presentó allí ninguna propuesta, sino que no hay aún contestación a las que hizo el PP. “Querían ganar tiempo con la foto y ponernos luego a tiro para decir que el nuevo PP es como el viejo PP”, aseguran fuentes próximas a Feijóo.
Él mismo fue duro el viernes con Sánchez al asegurar en una comparecencia pública: "Nunca he visto a un Gobierno reaccionar con tanta dejadez. Ser presidente del Gobierno no es tener un Falcon ni servicio de maquillaje ni una serie de televisión. Ser presidente es desgastarse para que no se desgaste tu país".
En las próximas semanas, Feijóo será convocado por Sánchez a la Moncloa para, entre otras cosas, desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Enrique López, portavoz de Justicia del PP, ya le ha hecho llegar el estado de la situación.
Hasta ahora, Feijóo ha defendido la necesidad de desbloquear esa negociación y fuentes del Gobierno prevén que pueda llevarse a cabo antes de que acabe en junio el periodo de sesiones parlamentario. El Ejecutivo no se apea de su negativa a cambiar ya el sistema de elección de los vocales del CGPJ y sólo acepta estudiar en el Congreso modificaciones o mejoras.
Sucesión en Galicia
El líder gallego tendrá también que poner en marcha su sucesión al frente de la Xunta. Las dos personas de confianza son el vicepresidente Alfonso Rueda y el portavoz en el Parlamento, Pedro Puy Fraga. Y se mantienen algunas tensiones con el presidente de la Diputación de Orense, José Luis Baltar, que le podrían complicar la sustitución al frente de la Xunta.
Y debe afrontar tres coordenadas: la relación con Ayuso, una salida para Casado y la relación con Vox.
Lo primero porque es notorio que discrepó de Ayuso y su forma de hacer política, y la propia presidenta del PP le ha marcado el terreno tras apoyarle en la caída de Casado.
Lo segundo, porque todo parece indicar que Casado anunciará que deja el escaño de diputado incluso en su intervención en el congreso de Sevilla, pero no está claro su futuro profesional.
Y lo tercero, porque sin terminar de llegar, Feijóo ya ha tenido que asumir el coste del pacto de Alfonso Fernández Mañueco con Vox para gobernar en coalición en Castilla y León. A Feijóo no le gusta ese pacto, pero no hizo nada por evitarlo y pierde en parte su etiqueta de dirigente del PP que ha logrado que la extrema derecha no tenga ni un concejal en Galicia.
Tener el partido en perfecto estado lo antes posible le puede permitir también no tener que depender de Vox para gobernar si gana las próximas generales. Al menos, para no tener que hacer un gobierno de coalición.
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