El “Pacto del Betis” fue un acuerdo de los socialistas de Sevilla, encabezados por Felipe González y Alfonso Guerra, con los socialistas vascos, liderados por Ramón Rubial, Nicolás Redondo y Eduardo López Albizua (padre de Patxi López). Aquel acuerdo, en 1974, se hizo para arrebatar el control del PSOE a la dirección histórica, que languidecía con olor a naftalina en el final de la dictadura.
Gracias a ese pacto entre los socialistas del sur y del norte fue posible poner el PSOE a punto para que tuviera un papel relevante en la Transición y pudiera arrollar en las elecciones de 1982.
Sevilla volvió a ser en 1990 la lanzadera de José María Aznar para sacar al rancio PP de Manuel Fraga (antes Alianza Popular) de la fatalidad histórica de no poder gobernar nunca en España.
Este fin de semana, un acuerdo del PP del noroeste con el PP del sur, liderados por Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno, respectivamente, se ha hecho con el control del principal partido de la oposición. En una especie de Pacto del Betis del centroderecha, Sevilla ha vuelto a ser el escenario de un hito trascendente en la historia de un partido.
Feijóo y Moreno se han conjurado para ganar las elecciones a la izquierda, primero en Andalucía y luego en España y, para eso, han diseñado y expuesto una estrategia común para frenar a Vox, como condición imprescindible para tener el gobierno autonómico y el central. En su caso, tienen que hacerlo en tiempo récord y con un contexto ligeramente adverso.
El acuerdo Feijóo-Moreno, apoyados por el resto de barones regionales, ya les sirvió para defenestrar a Pablo Casado, y ahora el nuevo “Pacto del Betis” les sirve para trazar un camino y también para mostrar su nueva autoridad interna.
Una vez cerrado el paréntesis de la etapa de Casado al frente del PP empieza la etapa de Feijóo . El nuevo líder de la oposición cerró este domingo el XX congreso con un discurso en el que expuso cómo quiere hacer la política, cómo será su estrategia y cuál es su aspiración.
La suma de todas esas líneas maestras fue un mensaje que suena a clara enmienda a la totalidad a lo que finalmente hizo su antecesor en el cargo en los últimos cuatro años.
Explicó que quiere hacer política desde los acuerdos, “tendiendo puentes”, “sin insultar” y “evitando la confrontación”. Sin renunciar a hacer oposición y sin que “moderación sea tibieza o que el diálogo sea sometimiento”.
“Tenemos que sacar la política española de la hipérbole permanente”, resumió en una expresión que suena mucho a rectificación de lo que ha hecho el PP en los últimos años. También rectifica lo que sigue haciendo Isabel Díaz Ayuso, quien, además, ha salido fortalecida de esta batalla interna.
En este capítulo de rectificaciones se pueden incluir los guiños de Feijóo a los agentes sociales, con gestos a Antonio Garamendi (CEOE) y Pepe Álvarez (UGT) presentes en el acto. Por contra, Casado rompió hace tiempo hasta con la patronal que, teóricamente, está próxima a las posiciones del PP.
Feijóo dejó claro que su objetivo es ganar las elecciones generales -“No estoy aquí para insultar al presidente del Gobierno, sino para ganarle”- y, por eso, repitió en varias ocasiones el concepto del “cambio político”, con el PP como alternativa clara, seria y fiable.
Y para eso su estrategia pasa por haber logrado en el congreso de Sevilla un partido unido, que evite las polémicas internas, como la que le ha permitido llegar al cargo. “Política de adultos” y no de “entretenimiento infantil”, ha dicho utilizando la referencia del título del libro reciente de Mariano Rajoy.
Su mensaje fue el de mostrar quien manda desde ahora y cuáles son sus condiciones para hacerlo. Se acabó la fiesta de los aficionados y ahora mandan los que ya gobiernan.
Diferenciarse de Vox
También pasa su estrategia por lograr un “partido de Estado” para diferenciarse de quien ahora es su mayor rival en las encuestas: Vox. Feijóo logró en Galicia cuatro mayorías absolutas gracias a que ni la extrema derecha ni Ciudadanos tuvieron nunca representación.
Ahora aspira a lograr eso mismo en España y para diferenciarse de Vox su idea no es mimetizarse en muchos asuntos con el partido de Santiago Abascal, como hizo Casado en muchas ocasiones, sino mostrar claramente cuál es su diferencia: el haber gobernado, seguir al frente de comunidades autónomas y ser percibido como partido de Estado.
“Dejemos ya de repartir carnés. Dejemos de ser más españoles que nadie, más patriotas que nadie, más del común que nadie. Aquí cabemos todos. Esto es la España de todos. Y este es nuestro partido. El de todos”, dijo, en una de sus referencias implícitas a la extrema derecha. Por eso también ha subrayado que el PP cree en el Estado de las autonomías y es europeísta.
Ese propósito de diálogo y acuerdos de Estado con el Gobierno lo pondrá a prueba en breve Feijóo, porque en los próximos días recibirá la llamada de Pedro Sánchez para proponerle dos acuerdos urgentes: uno sobre las medidas económicas para hacer frente a las consecuencias de la guerra de Ucrania y otro pendiente desde hace cuatro años para renovar el Consejo General del Poder Judicial.
El primero tiene el inconveniente de que Feijóo lo condiciona a una bajada de impuestos que, según dice, pactó con Sánchez en la Conferencia de Presidentes de La Palma, y, además, el decreto está ya aprobado y en vigor y no es fácil modificar esas medidas. El posible segundo acuerdo, el de la renovación institucional, fue bloqueado por Casado, mientras que Feijóo siempre mantuvo en privado que era partidario del pacto, en cumplimiento de la Constitución.
Andalucía, fundamental
Con esas intenciones, los populares esperan que el PSOE fuerce la máquina para poner a prueba la verdadera voluntad de Feijóo y mantener el argumentario que señala que “el nuevo PP es como el viejo PP” y pacta con la extrema derecha.
Para esa estrategia de Feijóo, que mira a las generales de 2023, es fundamental el paso de las elecciones autonómicas en Andalucía que Juan Manuel Moreno prevé para junio o para octubre.
Es fundamental porque es un paso previo a las generales y en la comunidad que más diputados aporta; porque el PP comparece también con la idea de la fiabilidad, del cambio después de años de gobierno socialista y, sobre todo, porque necesita una mayoría tan amplia que no dependa de Vox.
La nueva cúpula de los populares asegura que el rival a batir es Vox porque en este momento es una marca potente, que recoge votos de la derecha, pero también abstencionistas que proceden hasta del PSOE y, por último, porque una excesiva dependencia de la extrema derecha condicionaría la campaña de las generales.
Moreno comparte esa estrategia del “sentido de Estado” y la gestión para combatir en las urnas a Vox y también por eso sale del congreso una entente entre Galicia y Andalucía, entre Feijóo y el presidente andaluz, que aporta colaboradores a la nueva cúpula del partido. De hecho, Moreno frenó las peticiones del nuevo líder y le pidió contar con Elías Bendodo hasta las elecciones autonómicas, compatibilizando los cargos de consejero de Presidencia y coordinador general del PP.
Moreno ha sufrido en estos últimos la caída del PP en Andalucía por la crisis del partido y, por eso, reaccionó rápido con Feijóo para cerrar lo antes posible la hemorragia. Por eso se firma y ejecuta el nuevo "Pacto del Betis" en Sevilla.
Los barones
Del XX congreso sale un PP apoyado en sus barones regionales también con la perspectiva de las elecciones autonómicas y municipales de junio de 2023, justo pocos meses antes de las generales. Entre esos barones destacan Isabel Díaz Ayuso en Madrid y Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.
La primera mantiene un discurso muy distinto al de la moderación de Feijóo y la nueva dirección nacional del PP es consciente de que esa situación puede provocar distorsiones en el partido. El discurso chirría con el del nuevo líder, pero en la dirección de Génova admiten que les cubre esa parte de su electorado potencial. El congreso vuelve a demostrar que el fenómeno Ayuso no es solo de la Comunidad de Madrid.
Y Mañueco gobernará en coalición con Vox, con dudas incluso de él mismo sobre la viabilidad de ese acuerdo, y con el riesgo permanente de afectar a la estrategia de moderación de Feijóo.
En esto, el convencimiento de la nueva dirección del PP es que Vox terminará por cometer errores en la Junta de Castilla y León que le desgastarán en esa situación de marca de moda que muestran las encuestas.
Los populares entienden que en Andalucía y en el resto de España el PSOE está en retroceso, y lo está aun más por la situación económica. Según sus cálculos, si frenan a Vox sus opciones de gobernar crecen notablemente.
El mensaje del partido serio con experiencia de Gobierno lo pretende reforzar también Feijóo con la creación de la Oficina del Presidente, que le permitirá aportar talento de exministros o ex altos cargos de los diferentes ejecutivos del PP.
Algunos exministros como Rafael Catalá o Fátima Báñez, entre otros, aseguraban estos días en los pasillos del congreso de Sevilla que están dispuestos a aportar ideas y ayudar a Feijóo, pero no lo están a abandonar sus actividades en empresas privadas.
Feijóo hará en las próximas semanas el tránsito desde la Presidencia de la Xunta a la sede de Génova, aunque desde el lunes empezará en Madrid su rutina al frente del PP con la reunión del Comité de Dirección.
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