Sánchez cambia el Sáhara por el control de la inmigración ilegal y aduanas en Ceuta y Melilla
Pedro Sánchez ratifica ante el rey de Marruecos el cambio de España sobre el Sáhara, pese a la falta de respaldo político del Parlamento.
8 abril, 2022 02:03A las 18.50, hora de Rabat, sonó el cañonazo que indica el fin del ayuno del día. A esa hora, el rey de Marruecos agasajaba con boato a Pedro Sánchez en palacio. Comenzaba una jornada histórica para España, al inaugurar una nueva etapa en la relación entre ambos países tras el paso dado por el Gobierno en relación con el Sáhara.
Al caer el sol en la capital de Marruecos, Sánchez escenificó en una cena tradicional esa decisión trascendente para la que, sin embargo, carece de respaldo político en España. La decisión más arriesgada de su política exterior, terminó a medianoche con un comunicado conjunto titulado "Nueva etapa del partenariado entre España y Marruecos".
Este comunicado conjunto menciona el giro sobre el Sáhara y abre un proceso que pretende que Marruecos termine con la inmigración ilegal y establezca una aduana en Ceuta, donde nunca la ha habido, y que reabra gradualmente la de Melilla.
Este acuerdo, favorable a Ceuta y Melilla según el Gobierno, supondrá que se acaben las escenas de las "porteadoras" cruzando la frontera, que se establezca una aduana ordenada y con garantías sanitarias, y que Marruecos frene la llegada de migrantes de forma ilegal.
De hecho, fuentes del Ejecutivo explican que el pasado 20 de marzo, días después de conocerse la carta de Sanchez a Mohamed VI, se reanudaron los vuelos de repatriación y se ha reducido drásticamente la llegada de pateras. Para el Gobierno es el inicio de la solución a gran parte de los problemas de inmigración.
Por eso, Sánchez compareció ya a medianoche hora peninsular española, visiblemente satisfecho, para asegurar que es un hito "histórico", que cierra una etapa de enfrentamiento con Marruecos y abre una "hoja de ruta" de acuerdos y medidas conjuntas.
El comunicado menciona expresamente la nueva posición de España favorable a que el Sáhara forme parte de Marruecos y se abandone la vía de la autodeterminación. Lo que no se menciona expresamente es Ceuta y Melilla, pero el Gobierno entiende que la mención a las "fronteras terrestres" ya hace referencia implícita a la españolidad de las dos ciudades.
Tampoco aparece la referencia a la "integridad territorial" que sí estaba en la carta de Sánchez al rey de Marruecos, pero Exteriores explica que no es necesario establecer acuerdos sobre territorios españoles. Y explica que expresamente sí se habla de que "los temas de interés común serán tratados con espíritu de confianza, a través de la concertación, sin recurrir a actos unilaterales o hechos consumados".
Eso excluye acciones como la promovida el pasado mes de junio por Marruecos al facilitar el paso a Ceuta de decenas de menores, a los que dejó desamparados en la ciudad española. En ese momento se abrió una grave crisis entre ambos países, en cuya solución ha trabajado el presidente del Gobierno y el ministro de Exteriores de forma tan sigilosa que ni informó a su socio de coalición, ni al principal partido de la oposición.
Cena familiar
Este jueves, ese proceso de negociación terminó con la reconciliación y donde había recelos y enfrentamientos reinó la fraternidad y la sucesión de gestos vendidos por Moncloa como muy amistosos y de inicio de una nueva etapa.
Mohamed VI recibió a Sánchez en su palacio. Se saludaron de pie, se dieron la mano y después se sentaron a hablar durante unos 45 minutos. Estaban acompañados por los ministros de Exteriores, el primer ministro marroquí, el consejero real y el embajador de España. El contenido de su primera conversación fue casi protocolario y la iniciaron hablando sobre la marcha de la pandemia.
Según Moncloa, hubo gran cordialidad. Se habló español y francés. El rey recordó la anterior visita del presidente y aseguró que es el primer jefe de Gobierno de España que él recuerda que duerme en Rabat.
Luego, a la hora del final del ayuno, comieron dátiles para acabar la jornada de Ramadán, antes de iniciar una copiosa cena para el llamado iftar, un acto que habitualmente se hace en familia y que en este caso era un gesto de gran amistad de Mohamed VI para sellar la nueva relación entre ambos países.
El Gobierno se esforzó al máximo en explicar lo extraordinario del gesto de Mohamed VI, la importancia de la forma en la que se volcó con el presidente del Gobierno y el hecho de que todo acabara con ese comunicado conjunto, a pesar de que normalmente el rey no anuncia decisiones ejecutivas, sino que se suele limitar a impulsar la acción posterior de su Gobierno.
En la cena tradicional estuvieron presentes el hijo y heredero del rey, Mulay Hasan; su hermano, Moulay Rachid; el primer ministro, Aziz Ajanuch; el titular de Exteriores, Naser Burita y el llamado consejero real, Fouad Ali El Himma. El más alto nivel posible, según explica el Gobierno español y, además, la presencia del hijo y el hermano del rey fue interpretado como un gesto a añadir a los que ya valora Moncloa.
Con Sánchez estuvieron el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y el embajador de España en Rabat, Ricardo Díez Hochleitner.
El 65% del Congreso en contra
Obviamente, todos los comensales eran hombres. Y durante la copiosa cena, el rey habló siempre en español y trataron temas de política internacional, especialmente la guerra de Ucrania. Acabaron con un té o café en otro de los lujosos salones del palacio real.
El precio de este encuentro de apenas unas horas es el cambio de posición de España con respecto al Sáhara, para pasar a considerar que la mejor salida para la excolonia española es que se incorpore a Marruecos como un territorio autónomo.
Para el presidente del Gobierno es el paso más arriesgado en política exterior desde que llegó a la Moncloa en 2018. Lo es porque supone cambiar la política tradicional de todos los gobiernos democráticos y, sobre todo, porque lo hace con el único apoyo político del PSOE. Todos los demás partidos con representación parlamentaria le mostraron este jueves su rechazo en la votación que se produjo en el Parlamento. Vox y Ciudadanos se abstuvieron.
Según esa votación, celebrada dos horas antes de que despegara el avión oficial del presidente hacia Rabat, 230 de los 350 diputados mostraron su oposición al giro con el Sáhara. O sea, el 65% de la Cámara rechaza este paso, incluyendo a Unidas Podemos, con el que los socialistas comparten Consejo de Ministros.
Sánchez minimizó en charla informal con los periodistas durante el vuelo esa votación y ese rechazo. De hecho, ni siquiera cree que sea firme la posición del PP en contra de la decisión, más allá de las críticas a las formas en que se ha adoptado.
El comunicado había sido trabajado durante semanas y aún hoy ambos gobiernos han dado los últimos retoques antes de hacerlo público.
Ese comunicado concreta 16 medidas o pasos de la "hoja de ruta" que ahora se inicia. Empieza por reiterar el polémico giro sobre el Sáhara, para señalar que "España considera la iniciativa de autonomía marroquí, presentada en 2007, como la base más seria, realista y creíble para resolver este diferendo".
Continúa asegurando que "la plena normalización de la circulación de personas y de mercancías se restablecerá de manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo" y "las conexiones marítimas de pasajeros entre los dos países se restablecerán de manera inmediata y gradual hasta la apertura de todas las frecuencias".
Para el establecimiento de esos pasos fronterizos se dan un plazo de tres meses y se crean grupos de trabajo para abordar diferentes cuestiones como la de la migración, la puesta en marcha de la Operación Paso del Estrecho y otros acuerdos de colaboración que se detallan.
Además, en los próximos meses se celebrará una reunión bilateral con presencia de todos los ministros afectados. Son las llamadas REN que no se celebran desde 2015, en tiempos de Mariano Rajoy.
En teoría, Sánchez mantendrá informado a Alberto Núñez Feijoo, nuevo líder de la oposición, pero tampoco dio muestras de especial interés para lograr convencer a los partidos que le han criticado, es decir, todos salvo el suyo.