"No vine a la política a hacer amigos". La frase es de Pablo Iglesias (1978), exlíder de Podemos. El también exvicepresidente del Gobierno hace casi un año que dejó de decir verdades a la cara desde la tribuna del Congreso, por lo que ha decidido ahora ponerlas negro sobre blanco. Y así ha bautizado su última publicación. El primer libro tras su adiós a la política profesional. Una suerte de memorias —aunque se resista a llamarlo así— acerca de su entrada en La Moncloa y el abandono de la secretaría general de Podemos. Y todo lo que pasó entre medias.
No son memorias —asegura— porque éstas siempre "tienen algo de ajuste de cuentas meditado y de vanidad", además de acometer "venganzas con precisión de cirujano" y presentar "autorretratos generosos con uno mismo".
Sin embargo, en las 315 páginas de Verdades a la cara (Editorial Navona) hay, más o menos sutil, alguna vendetta. Hay dardos a Pedro J. Ramírez, a Isabel Díaz Ayuso, Antonio García Ferreras, a José María Aznar o a Santiago Abascal. Y, aunque se justifique, la Verdad no suele ser amiga de ningún relato autobiográfico, sean o no unas memorias al uso.
Ya fuera de La Moncloa —pero sin dejar de hacer política— algunas obsesiones de Iglesias siguen intactas. Las derechas "política, mediática, judicial y económica". A veces, en conjunto; otras, por separado, son una constante en cada capítulo del libro, en los que el exvicepresidente repasa aquellos "años salvajes" en los que estuvo en la primera fila de la política. Y en la primera plana de periódicos y hasta del papel cuché.
"Reconozco que me produce una mezcla de miedo y asco pensar en todos los que tienen que haber estado pendientes de mí para ver si me acostaba con quien no debía, si me drogaba, si salía, si entraba, si me veía con este o aquel, si había podido cometer algún ilícito, aunque fuera una sanción de tráfico. Y con el enemigo trabajando sin parar y con muchos sectores de la judicatura muy motivados para buscar lo que fuera, ni siquiera han logrado una triste imputación en siete años", indica Iglesias.
"Poder mediático"
El encargado de editar el texto, fruto una decena de entrevistas con el político a finales de 2021, ha sido el periodista Aitor Riveiro, tras escuchar las "vulnerabilidades, amores y odios" de quien un día pretendió tomar los cielos por asalto. El Iglesias de hoy reconoce que su entrada en La Moncloa fue más cuestión de perseverancia y de renuncias que de revolución y barricadas.
"Algo que nos ha diferenciado de otros actores políticos de izquierda —expresa en el libro— es que hemos denunciado con crudeza lo que son y eso no lo había hecho antes nadie. Nosotros hemos hecho que un montón de gente sepa quiénes son, como actúan y cómo funciona esa estructura de poder mediático. Y, lógicamente, hemos tenido que pagar un precio. Hoy, el poder mediático es un elemento de discusión permanente en las redes. (...) Y estoy muy orgulloso de ello".
A lo largo del relato, arremete contra toda la "ofensiva mediática" que pretendió boicotear a Podemos. "Sabíamos que iba a ser brutal. Incluso que podría haber sido peor. Que nos mataran, que nos eliminaran. (...) Ahora que hemos visto que [el comisario José Manuel] Villarejo va presumiendo por ahí de que había comandos destinados a hacer desaparecer a algunas personas, y que eso coincide con la desaparición física de un montón de gente del PP de la Gürtel, pues, a lo mejor, tenemos que dar gracias de que no nos hayan pegado un tiro y lo hayan presentado a los medios como (...) una vendetta de iraníes o venezolanos".
El 'deep State' y el 'caso Dina'
Uno de los asuntos que amargó sus días en la Moncloa fue el denominado caso Dina. La pieza 10 del caso Tándem-Villarejo. El juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón investigó, desde 2019, el supuesto robo del teléfono de Dina Bousselham, que había sido asesora de Pablo Iglesias, cuyo contenido acabó publicado en diversos medios de comunicación.
En el curso de las investigaciones, se descubrió que Iglesias retuvo una copia de la tarjeta del teléfono de su asesora. La recibió en enero de 2016 del presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio.
Según subrayó el juez durante la instrucción, el político "comprobó que en el dispositivo se almacenaban archivos personales y de carácter muy íntimo de Bousselham" y, "pese a ello, se guardó la tarjeta en su poder", sin comunicárselo a su antigua asesora.
"Nunca nos hemos arrepentido de nuestra decisión de comprar nuestra casa"
Una vez Iglesias se la devolvió, cuando su contenido empezaba a ser publicado en prensa, ya no funcionaba. En su primera versión ante el juez, Dina dijo que no pudo acceder a su contenido. Luego se desdijo, alejando así a su exjefe de un posible delito de daños informáticos.
"Ni siquiera tendrían porque salir publicadas en un medio convencional o que aparente serlo. Esas imágenes podrían, simplemente, aparecer en redes sociales. No hay derecho a que una persona tenga que vivir sabiendo que fotos suyas en tetas pueden estar en manos de gentuza sin escrúpulos", reconoce, tras deslizar sutiles acusaciones de prevaricación —"me lo dijo un amigo juez"— contra García-Castellón.
"Siempre creí (...) a Asensio; sigo pensando que no me mintió, que sólo había una copia de la terjeta y que, por tanto, el contenido nunca saldría publicado. Decidí ahorrarle a Dina la angustia. ¿Actúe de forma paternalista? Sin duda", se confiesa Iglesias. ¿Su hipótesis sobre el robo del móvil? "Que fue obra de profesionales del espionaje". Iglesias también narra una reunión con Pedro Sánchez y su entonces asesor, Iván Redondo, en la que el presidente le habría advertido: "Vamos a defenderte, pero que sepas que van a por ti".
Y vuelve a poner en la picota a la Justicia: "Las pocas condenas contra dirigentes de Podemos que existen son el resultado de dudosos procedimientos que, además, nada tienen que ver con la corrupción, como las inverosímiles agresiones de Alberto Rodríguez e Isa Serra contra policías".
El chalé de Galapagar
En Verdades a la cara, el exministro narra que fue el magnate Jaume Roures —amigo personal suyo y dueño del diario Público, que cobija su reciente pódcast— el que le convenció para narrar el "acoso" que sufrió durante sus años en política. Por ello, lo narrado en el libro arranca el 6 marzo de 2020 con uno de los múltiples escraches que el entonces líder de Podemos y la ministra de Igualdad, Irene Montero, sufrieron en su recién adquirido chalé. Una protesta del "ultraderechista" sindicato policial Jusapol.
"Muchos comprendieron que si nos hacían lo que nos hacían apodemos era porque estábamos siendo capaces de llegar más lejos que nadie", reitera a lo largo del libro, para reprochar la "impunidad" con los ataques a Podemos.
Pablo Iglesias, sobre su dimisión: "Creo que hice lo correcto para el futuro de Podemos"
Sin embargo, Pablo Iglesias reconoce que volvería a comprar su vivienda en Galapagar, por valor de unos 600.000 euros. "Nunca nos hemos arrepentido de la decisión; (...) lo volvería a hacer una y mil veces", admite. "Que mis hijos se puedan bañar en la piscina de casa conmigo, sin que nos hagan fotos y sin que haya ninguna situación agobiante, es un privilegio que me puedo permitir y el que no pienso renunciar. Así de claro", señala.
¿Volvería a la política?
El exvicepresdiente del Gobierno y exministro también dedica varias páginas al Podemos post-Iglesias. "Creo que hice lo correcto, lo mejor para el futuro del partido", confiesa sobre su abandono de la secretaría general. Fue, también, una "liberación personal", admite.
¿Y volvería a la política? Lo tiene claro: "Todavía hay gente que me lo pregunta. No puedo evitar mirarlos con sorna. No voy a volver a la política institucional por muchas razones; entre ellas, porque tengo tres hijos y ya van a tener que sufrir por ser hijos de quién son. (...) Intentaré ser útil, pero desde una posición más modesta".
Donde no peca de excesiva vanidad es en su diagnóstico actual de Podemos. "El partido funciona mejor que cuando estaba yo de secretario general", llega a asegurar en el libro, convencido de lo positivo del liderazgo de Yolanda Díaz.
"Podemos funciona mejor que cuando yo era secretario general. Yolanda está radiante de vicepresidenta y líder del espacio"
También reconoce debilidades del proyecto político cuando él lo lideraba. "Hoy pienso que habrían podido matar a Podemos si nos hubieran dejado entrar en el Gobierno mucho antes", admite, sobre las ofertas que hizo al Partido Socialista tras las elecciones generales de 2015 y 2016. "Nos habrían metido en una dinámica muy difícil. La habríamos aceptado con ilusión, pero habría sido difícil", expone.
Yolanda Díaz... ¿la mejor opción?
Iglesias tambiñén rememora una de sus conversaciones con Yolanda Díaz, actual ministra de Trabajo, antes de abandonar la política. "Le dije que, mucho más importante que sacar la reforma laboral en los términos que queríamos, era construir un núcleo de confianza en el espacio de Unidas Podemos". La formación, indica, "ya demostró ser demasiado vulnerable a la falta de lealtad". Unas palabras que evocan a la traición de Íñigo Errejón y Manuel Carmena.
"Desde el verano de 2020, era evidente que la mejor persona para liderar el conjunto del espacio [político] era Yolanda Díaz y que la mejor para liderar Podemos, Ione Belarra. Habían construido el relato de que en Podemos había un problema de egos, empezando por mí, y les demostramos lo que casi ningún partido de izquierdas ha demostrado antes en España".
A la actual ministra de Trabajo nunca le reveló su intención de nombrarla su sucesora hasta que la decisión estaba tomada. "Era consciente de que le tocaba, pero no quería", dice sobre Díaz, a quien ve hoy "radiante como vicepresidenta y líder del espacio". La ministra se enteró del adiós de Iglesias a la vez que el resto de los españoles.
Dejé de fiarme de Dolores Delgado muy, muy pronto.
Sin embargo, el ya exministro sí le dio varios consejos: "Una de las cosas que le dije poco después de dejarlo todo es que evitara salir por la noche, que evitara disfrutar de un gin-tonic en una terraza con amigos, como puedes hacer cuando no tienes responsabilidades políticas importantes. Cualquiera puede decir tres idioteces que se entienden en el contexto de la terraza con amigos, pero que, si alguien grabase con un móvil, podrían hacer muchísimo daño. Y ése es el estilo de nuestros enemigos, no tienen ningún tipo de escrúpulos".
Antes de que el libro salga a la venta —lo hará el próximo día 11—, Iglesias ya ha tenido que matizar estos elogios a Díaz. Especialmente, tras el acercamiento de ésta a Errejón. En una entrevista en TVE Cataluña, el exlíder de Podemos ha reconocido que quizá se equivocó señalándola como su sucesora. "No tengo claro que fuera lo correcto", dijo este viernes.
Y ha sugerido que quizá debió dejar la decisión en manos de la organización política, mediante unas primarias. "Eso hubiera sido mucho más democrático que dar mi opinión. Quizá no fue un acierto", admitió. "Hice en aquel momento lo que consideraba lo correcto. ¿Acerté o no? Eso que lo juzgue la gente", señaló.
Sánchez, Delgado, Ayuso...
En su libro, Iglesias también dedica alguna página a valorar la gestión de otros líderes políticos, con los que compartió debates, Gobierno o batalla electoral. Y hasta algún que otro desencuentro.
De Pedro Sánchez, valora su "movimiento inteligente" cuando no aceptó una gran coalición con el PP. Aunque Iglesias considera que no lo hizo por razones ideológicas, sino "guiado por un agudo instinto de supervivencia política".
También tiene buenas palabras para Marta Pascal (PDeCAT), con la que negoció sus síes a la investidura de Pedro Sánchez. En esos contactos entre Iglesias y el bloque de investidura, también contactó con Carles Puigdemont. "Y lo convencimos, más o menos". Sobre sus labores para aunar más síes que noes a la posibilidad de desalojar a Mariano Rajoy de la Moncloa, Iglesias reconoce que le "regaló a Pedro Sánchez ser el presidente del Gobierno a cambio de nada".
Habrían podido matar apodemos si nos hubieran dejado entrar en el Gobierno mucho antes.
También menciona a la actual fiscal general del Estado y exministra de Justicia, Dolores Delgado. "Dejé de fiarme de ella muy, muy pronto", indica.
Sobre Isabel Díaz Ayuso también tiene palabras. Concretamente, para definirla como "la mejor expresión de la latinoamericanización trumpista de la política española". Fue Ayuso, con su aplastante victoria el 4-M, a quien la derecha agradece la salida de Iglesias del escenario partidista.
En su libro, Iglesias confiesa que nunca quiso ser un líder político. "No me atraía, no me parecía una cosa particularmente sexy. Si no lo dejé antes, fue simplemente porque nunca me dieron una oportunidad de hacerlo dignamente", dice.
Y rememora sus primeras horas sin unas responsabilidades que habían marcado su rutina durante los siete años previos: "El día después de las elecciones del 4-M y de mi dimisión, Irene [Montero] tenía trabajo en el ministerio y los niños estaban en el colegio. Yo estaba solo en casa. Y dije: 'hostias, ¡por fin!'".
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