"Lo que acordamos entre nosotros acaba siendo un acuerdo europeo". La visita de Mark Rutte a Moncloa el pasado 30 de marzo culminó un mes de contactos y viajes de Pedro Sánchez en los que mantuvo reuniones con prácticamente la mitad de los líderes de los Veintisiete y los presidentes de la Comisión y del Consejo.
El presidente español se dejó para el final al hueso más duro de roer, el primer ministro liberal de Países Bajos, que es su particular bestia negra en los Consejos Europeos. Y, sin embargo, de aquel encuentro salió un principio de acuerdo para proponer conjuntamente que la UE mantenga un año más abierto el grifo del gasto sin reglas fiscales.
La frase que encabeza esta información, corroborada por EL ESPAÑOL, la pronunció Rutte durante la visita con Sánchez al Museo del Prado, y acabó así: "Si España y Holanda pueden llegar a acuerdos en estas cuestiones, la Unión Europea en su totalidad está más cerca de un acuerdo en ese asunto".
Pedro Sánchez trasladó en su gira europea el mensaje de que España necesita "más margen fiscal" a la vez que proponía una reforma del mercado único eléctrico. Esto segundo se saldó con un fracaso a medias, vendido como un éxito, según un alto funcionario europeo, "gracias a una línea añadida a última hora en las conclusiones del último Consejo": lo de la "excepción ibérica" para topar el precio del gas en España y Portugal.
Pero lo primero, que se explicó de un modo bastante más discreto, salió mejor. Paradójicamente, el miedo al "desplome económico" de España, que ya ronda por Bruselas, operó a favor de que Sánchez tenga un ejercicio expansivo más que le ayude a remontar en las encuestas, que ya colocan al nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, por delante.
'Too big to fall'
El presidente podrá hacer un Presupuesto para 2023 todavía con grandes cifras de gasto público, porque si Madrid y Ámsterdam han podido ponerse de acuerdo, siendo los antagonistas más enconados en cada Consejo, nada hace presagiar que el resto de Estados miembros se nieguen a mantener la suspensión de las reglas fiscales para el año que viene.
El pacto fue escenificado tres días después en una rueda de prensa conjunta de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, y la ministra de Finanzas holandesa, Sigrid Kaag. El documento hispano-holandés presentado en el Eurogrupo, de apenas un folio y medio de extensión, era muy ambiguo, pero sirve a los objetivos particulares de ambos países, que pasaron a convertirse en un objetivo común:
Será el cimiento de un nuevo acuerdo para relajar las reglas de la UE en materia de reducción de déficit y deuda.
Ésa es la respuesta "solidaria" que reclamaba Sánchez a sus socios durante el mes de marzo, aunque mucho menos ambiciosa que aquel "megafondo" del que llegó a hablar en el vuelo de regreso de Letonia en un corrillo con los periodistas. Entonces, Sánchez aún confiaba en lograr una especie de extensión de los fondos de recuperación para "gastos de Defensa, energía y ayuda a Ucrania".
Y es que Rutte sabe dos cosas: que España es too big to fall (demasiado grande para caer), y ni siquiera su pequeño (pero rico) país se lo puede permitir; y que es cierto que la guerra en Ucrania supone una nueva crisis que los Veintisiete deberán afrontar con gasto social. Y a España, con un 120% de deuda pública sobre PIB, no le queda "margen fiscal" si no hay un curso más de relajación.
"La presentación conjunta de un documento de España y Holanda, dos países que tradicionalmente han tenido posiciones diferentes en el ámbito en particular de las reglas fiscales, envía un mensaje muy importante", sostuvo Calviño. "Éste es el momento de la unidad y de la determinación y tenemos que avanzar en aquellos debates que son estratégicos para el futuro de la Unión". Es decir, la autonomía estratégica, que cuesta dinero en defensa, seguridad y transición energética... para empezar.
El discurso sobre el que se cimienta la unidad frente a la agresión de Vladímir Putin a Ucrania es que "para ser más fuertes que Rusia y defender nuestros principios y valores, además de asumir los gastos que supondrá la acogida de refugiados, la asistencia militar a Kiev y la posterior reconstrucción del país, debemos mantener unas economías fuertes", añade la citada fuente de europea. Y para eso, hay que evitar nuevas zozobras.
Nubarrones y Podemos
A Sánchez ya se le acercan los nubarrones del fin del programa de compra de deuda pública del Banco Central Europeo. La institución prevé, además, la primera subida de tipos de interés oficiales a la vuelta de verano.
"Y eso, para un país con nuestra deuda, es veneno", comenta un alto dirigente de la CEOE a este diario. "La única manera de que el Gobierno pueda sostenerse es con contención del gasto", es decir, dirigiendo bien los euros de más de los que dispondría Sánchez en esos hipotéticos Presupuestos de 2023.
De momento, Moncloa y su equipo económico han aparcado la reforma fiscal que estaba pactada con Unidas Podemos en el acuerdo de coalición. Pero ése puede ser el mayor escollo para Sánchez si trata de negociar las cuentas públicas para el año que viene. Los morados saben que ésa sería su última oportunidad de forzar cumplimientos aplazados como éste, o el "cheque crianza", medida estrella de la ley de familias de Ione Belarra.
Sánchez quiere cumplir la legislatura, lo que lleva las elecciones a diciembre de 2023 y eso sí que imposibilita los Presupuestos de 2024 en tiempo y forma. "Dos años seguidos sin cuentas públicas no es conveniente en esta situación", añaden las fuentes. Como mínimo, presentará el proyecto y tratará de sacar adelante la negociación.
Así, se reproducirá a la vuelta de verano la pelea interna entre las dos alas del Gobierno, la misma que hoy mantiene en el aire el plan para topar el gas. La respuesta de Bruselas al documento presentado por Lisboa y Madrid no llegará hasta que se aclare quién paga: el PSOE quiere que sean los consumidores con una especie de "déficit de tarifa" y Podemos exige que "todo salga" de los "beneficios excesivos de las eléctricas".
Y eso que Países Bajos claudicó dando permiso a esa "excepción ibérica" con el mismo objetivo: ayudar a que España no caiga... y a que Sánchez se olvidara de pedir un nuevo "megafondo".
Rutte lidera el club de los países autodenominados "frugales" (en el que también están Austria, Suecia, Dinamarca y Finlandia), que se opuso hasta el final a la creación del fondo de 800.000 millones Next Generation, concebido para salir al rescate de Madrid y Roma. Y ya dijo entonces que esa emisión de deuda conjunta sería, en todo caso y siempre "one shot"... es decir, "una y no más", en traducción libre.
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