Vladímir Putin, Mohamed VI o cualquier desaprensivo con los medios técnicos necesarios no tendrían muchas dificultades para acceder a los secretos de los principales dirigentes políticos españoles.
Los grandes partidos no aplican hoy estrictos protocolos para proteger sus comunicaciones -o son reticentes a reconocerlo-, más allá de la precaución de hablar por Whatsapp en las ocasiones más delicadas, o del hábito de Podemos de utilizar grupos de Telegram, la aplicación creada por el filólogo ruso Pável Dúrov, hoy acérrimo enemigo de Putin.
Aunque todo puede cambiar a raíz del escándalo Pegasus, que ha vuelto a sembrar entre los políticos la psicosis del ser espiados: como ocurrió en los años 90, cuando trascendió que el CESID de Emilio Alonso Manglano había interceptado las comunicaciones de decenas de personalidades públicas, incluyendo al Rey Juan Carlos I.
Yolanda Díaz no se fía
La vicepresidenta de Trabajo, Yolanda Díaz, aseguró hace apenas una semana que no "está tranquila cuando habla por teléfono", porque "teme que la puedan espiar". Como les ha ocurrido a varios ministros del Gobierno, como la titular de Defensa, Margarita Robles (durante la crisis con Marruecos de junio de 2021), o la exministra de Exteriores Arancha González Laya.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, reconoció ayer en Onda Cero que no toma especiales precauciones para preservar sus llamadas telefónicas. La Junta cuenta con su propio servicio informático, que se encarga de reparar las averías técnicas pero no escanea los móviles de los cargos públicos para detectar intrusiones.
Lo mismo cabe decir de Alberto Núñez Feijóo, durante los 13 años en los que ha estado al frente de la Xunta de Galicia, señalan fuentes del PP. El nuevo equipo de Feijóo en la calle Génova no aplica actualmente ningún protocolo de seguridad para encriptar sus comunicaciones, señalan las mismas fuentes, aunque no descarta estudiarlo a partir de ahora.
El presidente del Senado, Ander Gil, ofreció ayer a los senadores la posibilidad de que el Centro Criptológico Nacional, que depende del CNI, examine sus teléfonos móviles para comprobar si han sufrido una intrusión con el software Pegasus. La presidenta de la Cámara Baja, Meritxell Batet, intenta gestionar el mismo servicio para los diputados.
Los senadores, protegidos
El PP no descarta que sus diputados y senadores se acojan a este servicio aunque, ironiza una fuente del partido, "esperamos que sea más eficaz que el ofrecido al Gobierno, ya que parece que el presidente Pedro Sánchez ha tardado un año en descubrir que su teléfono fue espiado".
Por comodidad, los cargos del PP utilizan habitualmente la red de mensajería Whatsapp en sus comunicaciones, y no se han pasado a Telegram, que tiene fama de ofrecer una mayor privacidad.
Desde el PSOE no ofrecen muchos detalles, aunque una fuente asegura que el partido confía la seguridad de sus comunicaciones a la empresa con la que tiene contratado el servicio de telefonía móvil.
Con frecuencia, los políticos son reacios a entregar su terminal móvil a una empresa especializada para comprobar si ha sufrido una intrusión, porque no quieren exponer su intimidad, indica a EL ESPAÑOL un consultor de seguridad. "A menudo utilizan el mismo teléfono para los asuntos oficiales y para los personales, conservan fotos familiares, y sienten que su privacidad queda vulnerada si confían el terminal a un tercero para examinarlo", añade esta fuente.
Arrimadas, la más confiada
Tampoco en Ciudadanos han mimado especialmente la seguridad de sus comunicaciones, frente a posibles amenazas externas. Durante la presidencia de Albert Rivera, la consultora encargada de la seguridad del partido adquirió 17 licencias de una aplicación, que se instala en los teléfonos móviles para encriptar sus comunicaciones.
Sólo dos altos cargos del partido aceptaron probar este sistema, pero desistieron pocas semanas después, porque habían encontrado demasiado complejo su funcionamiento. La actual líder del partido, Inés Arrimadas (que entonces era portavoz en el Parlament), fue la más reacia a asumir estas precauciones, relatan las mismas fuentes.
La citada empresa diseñó además un protocolo de seguridad, que incluía la realización de análisis periódicos de los móviles de los altos cargos del partido para detectar posibles intrusiones. También cayó en saco roto.
Desde su nacimiento, Podemos se sintió objeto de todo tipo de conspiraciones de las cloacas del Estado e intentó preservar el secreto de sus comunicaciones. El partido que hoy lidera Ione Belarra habitualmente recurre a grupos de Telegram para organizar el trabajo y también utiliza de forma ocasional Signal. Ambas aplicaciones presumen de encriptar sus mensajes, aunque ninguna puede garantizar el secreto absoluto, destacan los expertos.
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