Margarita Robles, curtida en mil batallas profesionales y políticas, vivió este martes uno de los momentos más difíciles de su vida. La ministra de Defensa tenía que justificar en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros el relevo de la directora del CNI. Y todo, pese a que ella misma lleva una semana defendiéndola públicamente y pese a que en los últimos días ha mantenido una dura batalla dentro del Gobierno para impedir esa decisión.
De hecho, la literalidad de sus manifestaciones ante la prensa indica que considera que no había motivos para el relevo y que Paz Esteban ha hecho tan buena gestión al frente de los servicios secretos que no merecía ese final.
Por eso se inventó lo de la “sustitución”, que no es ni “dimisión” ni “destitución”.
Fuentes de Defensa explican que Robles ha mantenido internamente estos días que la destitución podría afectar al CNI, a su prestigio y a su operatividad, teniendo en cuenta que ya está sufriendo un notable desgaste tras conocerse los presuntos espionajes a independentistas y las intrusiones en el móvil del presidente del Gobierno y de varios ministros.
Por contra, Sánchez mantuvo desde el inicio que la única posibilidad para salir del embrollo era destituir a Paz Esteban. Lo consideraba un sacrificio necesario, según Moncloa, y así se lo hizo saber a Robles en varias conversaciones que, en algún momento, fueron duras, según fuentes del Gobierno.
De hecho, fuentes del Gobierno admiten en privado lo que este martes ni Robles ni la portavoz, Isabel Rodríguez, quisieron decir en alto en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros: el sacrificio ha estado motivado, "claro", por las presiones de Esquerra.
Robles batalló, perdió -finalmente llegó la destitución-, pero obtuvo la compensación de que la sustituta sea Esperanza Casteleiro, su número dos y persona de su entera confianza.
La ministra logra, con este nombramiento, colocar al frente del CNI a alguien que procede de ese organismo y que, por tanto, puede cerrar la crisis interna con el menor daño posible, pese a todo lo ocurrido. Por eso, Margarita Robles se esforzó en la rueda de prensa en subrayar que el CNI estará dirigido por su más estrecha colaboradora.
La cabeza de Esteban
Fuentes de Moncloa explican que en ningún momento Sánchez se planteó entregar la cabeza de Robles, por varias razones. Porque su caída le hubiera arrastrado a él mismo, porque le cubre un espectro político que le es necesario y porque ambos tienen una relación especial desde que ella fue casi su único apoyo tras ser expulsado de la Secretaría General del PSOE.
Sí tuvo claro que la cabeza a entregar para salvar la legislatura era la de Paz Esteban. Entregarla por los espionajes a los independentistas tenía el inconveniente de tener que admitir ilegalidades y, por eso, la pista de aterrizaje era dar a conocer de manera insólita las escuchas a Sánchez y Robles. De esa forma se podía justificar un error de seguridad y la necesidad de mejorar protocolos. Aunque fuera a costa de hacer público algo que se suele guardar en secreto.
Aunque ya estaba sentenciada, el Gobierno hizo comparecer a Esteban en la Comisión de Secretos sabiendo lo que iba a contar, la documentación que se iba a mostrar a los grupos y los nombres que figuraban en los autos judiciales, empezando por el de Pere Aragonès.
Además, ese mismo día se hizo correr la tesis de que el Gobierno “ni sabe, ni quiere saber, ni debe ser” a quién espía el CNI, poniendo distancia de las decisiones de los responsables del centro.
Hace unos días, el presidente del Gobierno trasladó a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, su decisión firme de destituir a Esteban.
Recuperar a ERC
Moncloa considera que con esta decisión se ha conseguido aligerar la presión de Unidas Podemos y los socios parlamentarios de Sánchez. Especialmente de ERC, cuyo apoyo para el Gobierno es imprescindible para garantizar leyes en trámite, para facilitar la legislatura y para poder mantener la idea de que se ha frenado la tensión con Cataluña.
Por eso, el equipo de Moncloa trabaja con el de la Generalitat para propiciar una reunión en los próximos días entre Sánchez y Aragonès con la que intentar zanjar el asunto.
Queda por aclarar, no obstante, si se espió a más de 43 independentistas como asegura Citizen Lab y quién lo hizo.
Y el Gobierno tiene aún la bala del informe del Defensor del Pueblo, la posibilidad de desclasificar la documentación que mostró Paz Esteban a los grupos si lo pide un juez y otros compromisos como desatascar la ley de secretos oficiales, bloqueada en el Parlamento. También que el presidente del Gobierno comparezca en el pleno del Congreso la última semana de mayo.