"Aquí va a haber dos opciones: o un Gobierno de coalición de la derecha con la ultraderecha, o un Gobierno de centroizquierda del Partido Socialista con lo que represente el espacio de Yolanda Díaz". El pasado 18 de abril Pedro Sánchez señaló en Antena 3 a su vicepresidenta segunda como candidata segura en las próximas elecciones generales y la ungió como la única posible aliada para el futuro.
Hace poco más de un año, hizo lo mismo Pablo Iglesias al señalar con su dedo a Yolanda Díaz para liderar el espacio político que ha ocupado en los últimos años, Unidas Podemos. Sin primarias, sin proceso interno alguno y sin contar siquiera con la interesada.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo es por el momento víctima de aquel dedazo y se cuenta en su entorno que no perdona que quien fue su amigo le ungiera para otorgarle la dignidad de lideresa del espacio a la izquierda del PSOE. Hasta Iglesias ha admitido que cometió un error.
Quien no termina de dar el paso de confirmar su aceptación es la propia Yolanda Díaz. Por más que todos den por hecho que es la única opción de la extrema izquierda y por más que sea muy visible que ella trabaja en su proyecto y su imagen.
Incluso, no sería la primera vez que dice en privado que tiene una casa con una hipoteca casi pagada y una profesión de abogada laboralista que podría retomar en cualquier momento. Lo que viene a ser un aviso parecido a "como me pongáis las cosas muy difíciles, me voy a mi casa".
Ese mensaje está dirigido a quienes tienen que aceptar renunciar a su posición hegemónica en ese espacio para diluirse en un proyecto que pretende no ser, exactamente, un partido tradicional. Es decir, va dirigido a Podemos, especialmente después de lo ocurrido en Andalucía, con las tensiones, errores burocráticos y zancadillas para formar una candidatura unitaria.
Esas dudas y advertencias han llegado a Moncloa y al PSOE, y se han convertido en temores. En su análisis de todas las encuestas se sostiene la evidencia de que Sánchez sólo podrá gobernar si "el espacio de Yolanda Díaz" es capaz de sostener un resultado electoral lo más cercano posible a los 50 escaños para poder reeditar un Gobierno de coalición. Pero no hay en este momento encuesta analizada por Moncloa que muestre tal pronóstico.
Si ese espacio no unifica opciones como Unidas Podemos, Izquierda Unida, Más País, Compromís y, sobre todo, si no tiene a Yolanda Díaz al frente, ese objetivo es imposible.
Conflicto en Andalucía
Con las diferencias entre unas elecciones autonómicas y unas generales, ese temor lo tienen ya respecto a las elecciones andaluzas del 19 de junio. En 2019, el PP sacó un mal resultado, pero pudo gobernar por la falta de movilización de la izquierda. Ahora, según diferentes encuestas, el candidato socialista Juan Espadas no tiene tirón en el electorado y las tensiones por la candidatura a su izquierda no animan a su esperanza.
Díaz intervino en la disputa, rompiendo su posición inicial de poner distancia con esas elecciones. Participará lo justo en la campaña, aunque algo más que en la de Castilla y León, cuando se presentaba Unidas Podemos como marca. Entonces no coincidió en ningún acto con dirigentes de Podemos y su deseo es seguir sin hacerlo.
Y su voluntad sería la de no implicarse en comicios como los autonómicos y municipales de 2023, en los que tiene poco que ganar.
El primer intento por unificar ese espacio, con formaciones cargadas de rencores por escisiones pasadas, ha dejado graves heridas, con tres polos y con diferentes potencias: Podemos, Izquierda Unida y Más País.
"El problema es que negocian con un enfoque difícil porque no se preguntan qué pueden aportar, sino que lo hacen con la amenaza de lo que perdemos si no están ellos", explica un destacado dirigente de Izquierda Unida sobre Podemos.
Yolanda Díaz quiere para el futuro superar las estructuras orgánicas de los partidos, pero Izquierda Unida presiona para que la base sea su implantación, como ocurre en Andalucía. También presiona para que la vicepresidenta asuma cuanto antes un liderazgo claro con tiempo para arrancar. El ministro de Consumo y líder de IU, Alberto Garzón, está claramente con ella y distanciado de Podemos.
IU entiende que es inevitable funcionar con el poder de los secretarios de Organización, es decir, estructuras clásicas para elaborar cada una de las listas de cada una de las provincias.
Lo contrario, según explican, lleva a 54 posibles focos de tensión en los que cada corriente pugna por incluir a los suyos en las candidaturas y se corre el riesgo de que alguna formación quede fuere o que se llegue tarde a la presentación de las listas. Sin contar la posterior necesidad de una cierta uniformidad en los mensajes de campaña.
"Proceso de escucha"
Díaz, por contra, ya ha retrasado dos veces su "proceso de escucha". Teóricamente, arranca tras las andaluzas y consistirá en recorrer España sumando adhesiones. Se apoyará en asociaciones afines, incluida Comisiones Obreras.
Hizo un amago hace meses apoyada en Mónica Oltra, hoy en difícil situación política, en Ada Colau y en Mónica García, entre otras. Su problema es que las tres se habrán jugado su futuro en las elecciones territoriales de 2023 y podrían estar fuera para las generales.
No lo hizo apoyada en Podemos, ni con presencia de Ione Belarra e Irene Montero, y fuentes del entorno de Díaz temen que si no logran el protagonismo o presencia que desean pongan en peligro el proyecto.
Sin la movilización de ese sector todo será mucho más difícil para el "espacio de Yolanda Díaz" y, por tanto, para Sánchez y el PSOE. Por el momento, relaciones como la de Díaz con Iglesias están visiblemente rotas y muy enconadas.
Hay una opción que, por el momento, no pasa de ser una hipótesis de personas próximas al Gobierno y a Ferraz, que sería la de una lista del PSOE encabezada por Sánchez y con Díaz como independiente. Se alinearía con algunos estudios que muestran que la vicepresidenta es percibida como parte del Partido Socialista.
Aunque está por ver si sumaría, mantendría fuera un gran flanco de la izquierda ajena al PSOE y, sobre todo, no está sobre la mesa en este momento. Quedaría como opción para un movimiento desesperado y de última hora de Sánchez.
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