¿Se puede destituir a la presidenta de la Comisión Europea? Sí, el artículo 17.8 del Tratado de la UE así lo prevé. ¿Alguien quiere hacerlo? Al menos, existe la amenaza. ¿De quién? Del belga Guy Verhofstadt, de la neerlandesa Sophie in't Veld y del español Luis Garicano, todos ellos liberales.
¿Cuántos apoyos necesitan para presentar esa moción? El 10% de los eurodiputados, es decir, 71 firmas. ¿Las tienen? No, ni de lejos. De hecho, Garicano se ha quedado solo. Ninguno de sus compañeros de Ciudadanos ha suscrito la iniciativa. Y eso que es el líder de la delegación de Cs en la Eurocámara y alto dirigente del partido.
Los seis eurodiputados naranjas han rechazado apoyar a Garicano. "¿Cómo amenazas con echar al gobierno en el que está tu partido?", se pregunta un miembro de la delegación. "Esto sólo alimenta a los antieuropeos".
Garicano es un eurodiputado de muchísimo reconocimiento, no sólo entre los liberales de Renew, y muy lejos de iniciativas alocadas. "De hecho, esta resolución ha logrado su objetivo", defiende él mismo en conversación con EL ESPAÑOL.
Su prestigio le ha llevado, por ejemplo, a negociar con los ministros de Finanzas alemán y francés un nuevo modelo para cuando se reintroduzcan las reglas fiscales del Pacto de Estabilidad. Y es portavoz económico del tercer grupo por número de escaños, el liberal, cimiento de la ampliada gran coalición que gobierna Europa.
Pero es que precisamente por eso, la moción de censura contra la Comisión sería, en realidad, "un suicidio, porque te atacas a ti mismo y alimentas a los extremistas... que son caballos de troya de Vladímir Putin, el verdadero enemigo". Así lo explica uno de los eurodiputados de Cs, fiel a su líder, pero a medias indignado y a medias sorprendido con la iniciativa. "No te imaginas cómo se divertían y aplaudían los de Vox y el resto de la extrema derecha cuando vieron la carta".
Coalición rota
Lo cierto es que el pleno del mes de junio en el Parlamento Europeo ha sido "un síntoma de algo peor que puede venir", advertía otro miembro de la Eurocámara. La semana tuvo dos convulsiones peligrosas... que acaban siendo una sola, en realidad: porque ambas confluyen en una ruptura más o menos efectiva de la gran coalición que sostiene a la Comisión Europea de Ursula von der Leyen.
Por un lado, la extraña alianza entre socialistas y ultraderecha para rechazar el paquete Fit For 55 (Objetivo 55). Este conjunto de informes incluía la batería medidas más ambiciosa presentada por Bruselas para acelerar la transición ecológica y proteger al mismo tiempo a la industria y los consumidores europeos.
Ahora, el principal instrumento para liderar la lucha contra el cambio climático y, a la vez, dotarse de herramientas para que los Veintisiete rompan con la dependencia energética de Rusia, tendrá que esperar... y ésa fue una de las iniciativas estrella de Garicano.
Y por otro lado, el espantajo de esta moción de censura, agitado por el ex primer ministro belga de la mano de dos pesos pesados de su delegación. "¿Cómo pueden hacer una cosa tan grave por su cuenta, sin consultar con sus compañeros?", se pregunta otro eurodiputado español. "Esto desprestigia a los liberales y da munición a los antieuropeos".
En realidad, a quien seguro se la dio fue al presidente del Gobierno español. Pedro Sánchez, comparecía en el Congreso, acorralado por el rechazo unánime a su viraje histórico respecto al Sáhara -apoyando su entrega a Marruecos para sanar las relaciones, pero impulsando la ruptura de Argelia con España-. Y el líder socialista encontró el flanco débil de su rival dialéctica más agresiva, Inés Arrimadas, a la que reprochó la iniciativa de su compañero de Cs en Europa.
"Un tal Garicano, junto con otros dos diputados, plantea al Grupo Alde, que le plantee al grupo Renew, una moción de censura contra Ursula von der Leyen, ¡una moción de censura contra la Comisión Europea!", espetó el presidente, casi mofándose del partido naranja. "Yo creo que es un desatino, señoría, que su grupo lidere una moción de censura a una gran presidenta de la Comisión Europea".
La iniciativa
En la historia del Parlamento se han presentado ocho mociones de censura contra la Comisión, pero no ha prosperado ninguna de ellas. Ésta comenzó -y murió- el pasado lunes, a la llegada de los eurodiputados a Estrasburgo, desde su sede de Bruselas, para el pleno mensual. Verhofstadt, Veld y Garicano enviaron un escrito a los 701 miembros del Europarlamento. En la misiva explicaban su iniciativa, que no era, en realidad, una moción de censura en sí, sino una advertencia.
"Es cierto que era una medida instrumental", explica Garicano al habla con este diario. "Te intentaremos echar como le des un solo euro de fondos de recuperación a Polonia mientras incumpla la regla del Estado de derecho. Y hemos logrado nuestro objetivo".
¿Cuál era? Para los autores de este extraño movimiento, por ejemplo, el "triunfo" de que la presidenta de la Comisión compareciera ante la Eurocámara en Estrasburgo el martes por la tarde. "No pensaba venir, y tuvo que hacerlo, además, para comprometerse explícitamente en los tres puntos que le exigíamos".
Estos son, el primero, la reforma -o contrarreforma, para ser más exactos- de las leyes polacas que han desdibujado la separación de poderes en el país, y que ya le valieron la apertura de un procedimiento de sanción en 2017, amparado en el Artículo 7 del Tratado. El segundo, la devolución de los jueces destituidos a sus puestos anteriores. Y el tercero, la reversión de la sentencia del "politizado" Tribunal Constitucional de Polonia que estableció la primacía del derecho nacional sobre el de la Unión.
Los firmantes exigían a la Comisión detener la ejecución del Plan de Recuperación polaco, recientemente aprobado por Von der Leyen. Además de, por supuesto, no entregar un solo euro a Varsovia de los NextGeneration EU mientras el Ejecutivo de Mateusz Morawiecki no se pliegue "y regrese a los principios y valores fundacionales de la Unión". Todo ello, al amparo del mecanismo de Estado de derecho del que se dotó la Eurocámara, hace casi dos años, al crearse los fondos de recuperación.
"Ya no guarda los Tratados"
Polonia tiene asignados 23.900 millones en transferencias y 11.500 en préstamos, según el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR). Y cuando la semana pasada recibió el visto bueno de Von der Leyen a su Plan de Recuperación, la decisión ya fue polémica.
Cinco miembros del colegio de comisarios expresaron sus reparos al ok. Advirtieron de que Varsovia había incluido entre los hitos, como si fueran las inversiones y reformas exigibles, algunos cambios legales que "además, sólo pretendían aparentar el cumplimiento con el Estado de derecho". Y avisaron de que dudaban de la supervisión efectiva de Bruselas... todo en medio de las tensiones provocadas por la invasión de Ucrania y el hecho de que Polonia sea el principal receptor de refugiados ucranianos.
La carta de Garicano, Verhofstadt y Veld, de hecho, se hace eco veladamente de la sospecha de que Von der Leyen esté rebajando la exigencia con el Ejecutivo autoritario de Polonia, para apaciguarlo y evitar un estallido migratorio y xenófobo. Así, la misiva arremete contra el Gobierno de Morawiecki "obviamente, sin denegar la solidaridad financiera que merece Polonia por la recepción de refugiados, que apoyamos firmemente".
Y con todos esos ingredientes, el líder de Cs en el Parlamento Europeo pidió adhesiones a un escrito en el que se amenaza con la destitución a la presidenta de la Comisión, por "no cumplir ya con su papel de guardiana de los tratados". Según sus compañeros, una iniciativa demasiado contundente, "una imprudencia y un mal uso de los instrumentos de control del Parlamento a la Comisión".
Ninguno de los impulsores ha querido desvelar los apoyos recabados, pero incluso Stéphane Séjourné, el líder de su grupo, el liberal, recordó que la sugerencia de la moción es una "iniciativa individual" de tres diputados. Aunque el economista y eurodiputado sigue creyendo que su plan ha sido "útil".