La suspensión de las operaciones bancarias con Argelia, anunciada en la tarde noche de este miércoles, ha puesto en riesgo las operaciones de compra de gas al país magrebí por parte de las compañías españolas. El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, de hecho, no ha podido desmentir que esto vaya a ser así, en una comparecencia improvisada en el Ministerio, en medio de un seminario sobre la cumbre de la OTAN.
"Estamos analizando el alcance práctico pero el flujo, en la línea habitual de Argelia, no tiene ningún inconveniente. Las empresas gasísticas nos dicen que no hay ninguna dificultad" en este momento, ha dicho Albares, tratando de mandar un mensaje de tranquilidad. "Aunque estamos estudiando las consecuencias de la medida, a nivel nacional y europeo".
En todo caso, el ministro dejó claro que su departamento dará una respuesta "serena y constructiva pero, al mismo tiempo, firme en defensa de los intereses de España".
Según el jefe de la diplomacia española, su Ministerio conoció "ayer, ya tarde" la decisión de la Asociación Profesional de Bancos y Establecimientos Financieros de Argelia. Este mismo jueves quedan congeladas las transacciones bancarias que hacen posible el comercio con España. La medida en teoría detiene las importaciones y exportaciones entre ambos países. Todas ellas.
Lo cierto es que los contratos con Sonatrach siguen vigentes. Y que el presidente de Argelia, Abdelmajid Tebboune, ha garantizado hasta este miércoles "el cumplimiento de los compromisos", dentro de los parámetros del Acuerdo de Buena Vecindad y Amistad vigente entre ambos países. Pero es que ese acuerdo fue suspendido por Argel horas antes del anuncio de la congelación de activos.
También es verdad que tanto esa Asociación de banca como Sonatrach -la suministradora de gas- son entes supuestamente autónomos, no directamente gubernamentales. Pero ni siquiera Albares pudo desmentir la posibilidad de que el suministro de gas por el pipeline Medgaz o por barcos metaneros vaya a verse afectado.
"En este momento, no tenemos información de que haya afectación alguna en el suministro", respondió Albares. Pero la pregunta no iba de suministro, sino de pagos, comercio y cumplimiento de contratos. Y lo cierto es que la decisión de la banca argelina, supuestamente autónoma, se encadenó a la del Gobierno de Argel, rompiendo el tratado de amistad. La relación causa-efecto es notoria. Y nada asegura que no ocurra ahora con el gas.
En ese sentido, el ministro de Exteriores se ciñó a los términos del tratado de amistad suspendido por Argelia. "Nos moveremos en esos parámetros", expresó. "Los de igualdad soberana, no injerencia en asuntos internos, respeto mutuo y beneficio mutuo".
Los antecedentes
Ésa será la vía por la que Madrid trate de reconducir unas tensiones que no han hecho sino crecer desde que el 18 de marzo pasado, el Gobierno de España dio un viraje total a su posición sobre el Sáhara, en consonancia con las posiciones de Marruecos. La consideración de la autonomía dentro de la soberanía marroquí como "la solución más realista y creíble" para el conflicto, de más de 40 años, provocó la reacción de Argel, enemigo eterno de Rabat, y protector de los soberanistas saharauis a nivel internacional.
Aquel cambio del Ejecutivo de Pedro Sánchez buscaba solucionar un conflicto diplomático con Marruecos, el más grave desde la toma del islote Perejil hace ya dos décadas. Las tensiones, iniciadas por Rabat durante la pandemia con el acoso comercial a Ceuta y Melilla, el descontrol de los flujos migratorios y la suspensión de la Operación paso del Estrecho (OPE), entre otras medidas, se exacerbaron con la acogida del líder polisario Brahim Ghali, en secreto, por España.
La respuesta marroquí, con un asalto de más de 10.000 personas a Ceuta, alentadas por las autoridades de Rabat, la retirada de la embajadora y la suspensión de toda la colaboración bilateral, supuso la destitución de la ministra Arancha González Laya. La antecesora de Albares cayó hace menos de un año, y a su sucesor Sánchez le dio el encargo directo de "solucionar el conflicto con Marruecos".
Pero el arreglo con Rabat, acelerado por las presiones de Washington y Bruselas a raíz de la guerra en Ucrania, ha desatado el conflicto con Argelia. "Es un vecino, un amigo y un socio fiable", defendieron siempre tanto Moncloa como Exteriores. Aun así, tanto el presidente Tebboune como su ministro, Ramtane Lamamra, fueron advirtiendo a Madrid de manera creciente, hasta que este miércoles todo se rompió.
Para la Presidencia de la República de Argelia, las explicaciones de Pedro Sánchez en el Congreso, durante su comparecencia por el asunto del Sáhara, fueron "argumentos espurios" para defender una posición "injustificable". Y merecían la ruptura del tratado de amistad con España por mantener "una violación de sus obligaciones legales, morales y políticas como poder administrador del territorio que pesan sobre el Reino de España".