El Gobierno de España no revisará su decisión sobre el Sáhara Occidental, en favor de las tesis de Marruecos, sin tener en cuenta el portazo dado por el Ejecutivo de Argelia, su enemigo tradicional. Moncloa defiende su decisión, sea ésta cual sea, como la de "un país soberano" y rechaza la "injerencia" de Argel. "Ellos no son parte en el conflicto del Sáhara, según Naciones Unidas", remacha una alta fuente gubernamental.
Dijo José Manuel Albares, este jueves, que España se atendrá, en su respuesta a la crisis con Argelia, a los principios del tratado de buena vecindad y amistad que el país norteafricano suspendió 24 horas antes. Estos son: "Igualdad soberana de los Estados, no injerencia en asuntos internos, respeto mutuo y beneficio mutuo".
Lo dijo dos veces. Pronunciando con especial énfasis el segundo punto, porque el Gobierno trata de mantener la elegancia diplomática en público, pero en privado, dos ministros han recordado -en conversación con este periódico- que "Argelia no tiene nada que decir en el conflicto del Sáhara, porque según Naciones Unidas no es parte en el conflicto".
Y es así. Según todas las resoluciones de la ONU referentes a la descolonización incompleta de la antigua provincia española, las partes son España, Marruecos, Mauritania y el pueblo saharaui, representado por el Frente Polisario (y los líderes de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática). "Si Argelia quiere tener algo que decir, basta con que se implique en las soluciones, y no en reaccionar a las decisiones soberanas de España", añade uno de estos miembros del Gobierno.
Enfado y ninguneo crecientes
En todo caso, esa posición pública de Albares no ha sido tomada como elegante ni como diplomática por Argel. Según fuentes diplomáticas conocedoras del conflicto en el Magreb, el Gobierno del presidente Abdelmajid Tebboune "se ha ido encendiendo cada vez más con las palabras del Gobierno español".
Lo cierto es que Argelia tardó más de 48 horas en reaccionar al cambio español de posición respecto al Sáhara. Y Moncloa se las prometía muy felices, dando por hecho que "la buena vecindad, la amistad y la lealtad" de Argel aliviarían el enfado.
"Tebboune no recibió explicaciones, Sánchez ni nombró a Argelia en sus intervenciones, y aunque fuera para consumo interno, no le dejaron más salida que mostrar una posición de fuerza" ante el ninguneo.
¿Y por qué las represalias argelinas no han hecho otra cosa que recrudecerse, hasta romper el tratado de buena vecindad y amistad de 2002?
"Porque hemos querido arreglar un problema, que habíamos creado nosotros acogiendo a escondidas a Brahim Ghali, sin caer en la cuenta de que creábamos otro, acordando a escondidas lo del Sáhara", explica un experto en el Magreb. "Las muestras de respeto, cuanto más explícitas mejor, son clave en la relación con esos países".
Debilidad española
La llamada a Bruselas para que la UE exigiera a Argelia una marcha atrás. Y para advertirle de que no puede tomar decisiones unilaterales contra un Estado miembro, en virtud del Tratado de Asociación vigente, demuestra la solidaridad de las instituciones europeas.
Pero también muestran una debilidad, explican las citadas fuentes diplomáticas, en nuestra política exterior. "Lo lógico es que la Comisión consultara con Madrid cómo tratar con Rabat y Argel, no que Madrid pida amparo a Bruselas en dos conflictos seguidos con cada uno de ellos, en menos de un año".
La confusión es total. Porque tras conocerse el miércoles que Argelia suspendía el acuerdo bilateral con España, el Gobierno de Pedro Sánchez insistió que la crisis era diplomática y no afectaba a las relaciones comerciales. Sin embargo, unas horas más tarde Argelia paralizaba las operaciones de comercio exterior con España.
Moncloa admite que las restricciones de Argelia son sine die, pero fuentes diplomáticas desde Argel precisan que van "contra el acuerdo de Asociación UE-Argelia" y que, por eso, es la Comisión Europea la obligada a intervenir... ya que, sostienen, "España no tiene competencias directas".
En todo caso, a la UE también le preocupa la crisis comercial por lo que al gas se refiere. Por eso, Albares canceló un viaje a Los Ángeles para entrevistarse el viernes con el vicepresidente de la Comisión y comisario responsable de política comercial de la UE, Valdis Dombrovskis. Y por eso este jueves, ante la prensa, no fue capaz de garantizar que la ruptura de Argel deja fuera del conflicto los contratos de suministro de gas.
Y una señal de que Argelia tiene toda la intención de bloquear sus relaciones económicas con España es que, en las últimas semanas, el Gobierno ha habilitado a la agencia gubernamental ALGEX para que emita los nuevos certificados de autorización para las importaciones.
"Como no tienen plazos ni unos requisitos definidos que cumplir, los argelinos lo tienen facilísimo para no dar ningún certificado a España", explica la citada fuente diplomática en Argel. "Todo puede ser, a partir de ahora, bloqueado".