Albares abre contactos con Argelia en el segundo nivel para superar la crisis tras diez meses de ruptura
Los acuerdos económicos con Marruecos en la RAN servirían de ejemplo para dejar de lado cuestiones políticas y favorecer intereses comunes.
6 febrero, 2023 02:45A pesar de la profunda crisis diplomática abierta entre España y Argelia desde el pasado mes de abril, nuestro país tiene abiertos contactos al segundo nivel para tratar de recomponer las relaciones. Según ha confirmado este periódico en fuentes gubernamentales, el Ministerio de Asuntos Exteriores mantiene estos canales con la mayor discreción.
Las citadas fuentes señalan con satisfacción el silencio a ambos lados, de Madrid a Argel, como la prueba de que, en diplomacia, "si no hay malas noticias, eso son buenas noticias".
Los contactos discretos no han logrado evitar que Sonatrach, la compañía oficial argelina de exportación de gas natural, subiera los precios en la renovación de sus contratos con las energéticas españolas. Pero sí que se respetara lo firmado, y sin más fricciones públicas, a pesar de las amenazas iniciales cuando estalló la crisis, en abril de 2022.
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Además, "no es cierto" que Italia haya ocupado el espacio de España como cliente preferente, a pesar del acuerdo firmado por el ex primer ministro Mario Draghi para aumentar un 40% las importaciones, según señalan las fuentes consultadas. "Ni una gota más de gas ellos, ni una menos nosotros", sostienen.
La realidad es que, hablando de gotas, eso no es cierto. Las importaciones españolas de Gas Licuado desde Argelia han caído, mientras ascendían las procedentes de Estados Unidos (más de un 92%) y, paradójicamente, de Rusia (un 37% más), pese a la guerra.
Argelia ya no es nuestro primer proveedor, y ése es el inicio de las bazas que juega el Gobierno: España ha demostrado saber diversificar sus fuentes y no ha sufrido por el recorte argelino a todo suministro no contratado a largo plazo.
Porque el proyecto esbozado para superar la crisis con este otro vecino del sur estará basado en incentivar el comercio, identificar los intereses económicos comunes, y ofrecer inversiones para la transición energética. Y ése es un punto crítico para Argelia, dependiente de un recurso, el gas natural, que Europa prevé relegar a partir de una década.
El modelo marroquí
Las cosas, por fin, parecen ir por un raíl claro en las relaciones con Marruecos. Más allá de que la Reunión de Alto Nivel (RAN) pueda considerarse, o no, un "gran éxito" como claman las fuentes oficiales del Gobierno, lo cierto es que Rabat ha recibido a 12 ministros del Ejecutivo y a Pedro Sánchez, ha firmado 22 memorandos y protocolos, y se ha signado una Declaración Conjunta "extensa y profunda".
Marruecos abre las puertas a la inversión española porque es una necesidad y una oportunidad para un país inmerso en un proceso de transformaciones y cambios a todos los niveles. Además, es cierto, le sirve como gesto de "amistad" con el vecino del norte.
Pero si las empresas de nuestro país van a poder entrar en un mercado de licitaciones públicas que promete alcanzar un volumen de 45.000 millones de euros de aquí a 2050 no es por buena voluntad diplomática.
Es porque el Gobierno de Mohamed VI sabe que en los sectores en los que abre la mano -transportes, infraestructuras, construcción, obra pública, digitalización, formación profesional, energías renovables...-, las multinacionales españolas son punteras en el mundo. Y están cerca geográficamente.
Además, Rabat ofrece un puente de entrada al resto de África, del mismo modo que España ofrece un campamento base de entrada a Europa a las cadenas de valor marroquíes. Las oportunidades conjuntas, creando sociedades mixtas, serán, además, la mejor manera de que a ambos lados del Estrecho haya intereses comunes imbricados, lo que engrasará las relaciones en el futuro.
Y ése es el modelo, precisamente, que el Gobierno está dispuesto a ofrecerle, también, al vecino. Según ha podido confirmar este diario en fuentes del Ministerio de Albares, Exteriores tiene ya abiertos canales de segundo nivel con su contraparte en Argelia, después de ya 10 meses de "desencuentro".
Nuevo "contexto geopolítico"
Si en la RAN celebrada los pasados miércoles y jueves en Rabat España no ha alcanzado dos de los principales hitos anhelados en lo político, sí que se ha avanzado "inmensamente", según insisten fuentes gubernamentales, "en lo económico".
Para Moncloa, el contexto internacional está "redibujando el mapa geopolítico". De hecho, aquello fue lo que operó de fondo en el viraje español sobre el Sáhara, las presiones de Washington y Bruselas.
Y ese cambio de equilibrios, unido con que en las próximas décadas África será un continente en ebullición -demográfica, política y económicamente-, cambia los entornos tradicionales y las expectativas de futuro a medio plazo de todos los países del flanco sur.
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En ese entorno inexplorado, España no se puede permitir un foco de tensión en su vecindario del norte de África y el Gobierno se ha empeñado -a través de la llamada Estrategia Horizonte África- en tomar posición en el continente como actor relevante. "La casi total ausencia de pasado colonial de nuestro país en la región nos podría favorecer", opina un experto diplomático, "como actor imparcial".
La crisis con Argelia estalló como consecuencia del viraje español sobre el Sáhara Occidental. En la RAN ha quedado claro que ésa fue la llave que abrió la puerta para desenredar el profundo enfrentamiento diplomático, político y "de soberanía" con Marruecos.
Pero Argel es no sólo enemigo declarado de Rabat -con la ramificación rusa y estadounidense respectiva en la esfera internacional-, sino que ejerce de aliado estrecho del Frente Polisario en su reivindicación de la autodeterminación del Sáhara.
La antigua provincia española vive en un limbo de soberanía desde la Marcha Verde de 1975, cuando las tropas españolas la abandonaron, mientras agonizaba el dictador. Pero, como nuestro país sigue siendo oficialmente la potencia descolonizadora, el grado de responsabilidad de Madrid ante Naciones Unidas es máximo.
De ahí que el apoyo al "plan de autonomía para el Sáhara" que defiende Marruecos se tomara como una "traición" no sólo en aquel territorio, sino en las mismas oficinas del Gobierno argelino.
Las generales de diciembre
Pero si el movimiento era tan grave, ¿por qué el Ejecutivo de Abdelmajid Tebboune tardó casi dos semanas en reaccionar? Fuentes del Consejo de Ministros llevan estos 10 meses asegurando que la "sobrerreacción" había que leerla "en términos de consumo interno".
Y que la prueba de que "España no ha cambiado de postura" -aunque ahora favorezca la soberanía marroquí sobre el referéndum- no está sólo en que tanto Albares como Sánchez mantienen siempre la coletilla de que "la solución ha de llegar en un acuerdo mutuamente aceptable en el marco de la ONU". Sino también en esos días de silencio de Argel tras conocerse la carta de Sánchez a Mohamed VI.
Entonces, ¿cuál es la razón de que todavía no haya avances a la vista, producto de esos contactos de segundo nivel? Oficialmente, Albares y su homólogo Ramtane Lamamra, no hablan desde abril del año pasado, y así lo sostienen las fuentes consultadas.
Ahora, según otras fuentes diplomáticas, hay dos explicaciones para que cualquier posible paso adelante permanezca oculto. La primera, que el proceso con Marruecos todavía está en lo alto de la atención mediática. "El arreglo Madrid-Rabat se sigue desarrollando en la esfera pública", y hace falta que eso se calme.
El segundo motivo lo encuentra otra fuente diplomática en la persona de Albares. "Hasta que no caiga el ministro, Argel no puede aceptar un arreglo con España", explica. Y señala el caso de Arancha González Laya, cuya cabeza exigió Rabat para empezar siquiera a recibir mensajes desde Madrid, tras haber acogido en secreto a Brahim Ghali, líder polisario, en territorio español.
Las elecciones generales, previstas para diciembre de este año, juegan aquí un papel clave como punto de inflexión.
Tanto Rabat como Argel son conscientes de que las encuestas indican que es muy probable un cambio de Gobierno en España. Por eso, Moncloa ha tenido que dar garantías a Marruecos de que no habrá vuelta atrás con el Sáhara: ésa es la razón de que la "reiteración" española aparezca en el punto 8 de la Declaración Conjunta.
De hecho, fuentes de Exteriores sostienen que "eso no cambiará tampoco en las próximas RAN", sea el presidente del partido que sea.
Y del mismo modo, Argelia esperará a que se celebren los comicios y no se espera que ofrezca signos de apertura claros hacia España durante 2023. Pero el modelo de relaciones económicas sellado con Marruecos es de su interés.
Los datos
Por un lado, si "el potencial de crecimiento" en los intercambios comerciales y de inversiones pueden crecer entre Madrid y Rabat, el umbral es aún mayor con Argel.
De hecho, los volúmenes de intereses comunes son ridículamente inferiores: España es el primer origen de las importaciones en Marruecos, pero el vigesimoprimero en Argelia. Rabat sella exportaciones a España por un valor que la coloca en el tercer puesto de los países no UE; Argel no aparece hasta el puesto 25º.
Y por otro, el motivo de todo esto: que el comercio exterior de Argelia está basado casi única y exclusivamente en sus ingentes recursos de gas natural. Los ingresos de divisas por esta vía superan el 60% del presupuesto público del país, con la Unión Europea como su principal cliente.
Pero ese mercado tiene un horizonte cercano de final, ya que el Pacto Verde de Bruselas no contempla ese combustible en su taxonomía para el mix energético. Y las exportaciones tendrán que empezar a caer a partir de 2030.
Por eso, España es una buena oportunidad de asociación para Argelia. Nuestro país ya concentra el 20% de los proyectos mundiales relacionados con el hidrógeno verde. La Comisión Europea ya se ha comprometido con la financiación del hidroducto BarMar, que proveerá desde la Península Ibérica al resto de Europa, con una interconexión entre Barcelona y Marsella.
Con Marruecos ya se han firmado memorandos de entendimiento a este respecto en la RAN, con perspectivas de proyectos y sociedades conjuntas en las energías renovables. Y ese mismo modelo se le ofrecería a Argelia, como alternativa al negocio decaído del gas natural.
Esto convertiría a España, definitivamente, en el nodo de Europa para esta fuente de energía y en puente de desarrollo económico entre los dos continentes.