El fiscal general, García Ortiz, abraza a Yolanda Díaz en presencia de Cándido Conde-Pumpido, este miércoles, a las puertas del Congreso de los Diputados.

El fiscal general, García Ortiz, abraza a Yolanda Díaz en presencia de Cándido Conde-Pumpido, este miércoles, a las puertas del Congreso de los Diputados. Cristina Villarino

Política XV LEGISLATURA

El otro Pacto del Abrazo: el fiscal general exhibe su complicidad con Yolanda Díaz en un acto oficial

La imagen plasma lo que la inmensa mayoría sospecha: la connivencia entre poderes del Estado. A la vista de todos se funden los fusibles de la democracia.

30 noviembre, 2023 03:38

Hay imágenes que retratan un periodo de la Historia. La del abrazo del fiscal general del Estado a la vicepresidenta segunda en un acto institucional es una de ellas.

Lo es por el día en que se produce: la apertura solemne de la legislatura a cargo del Rey. El lugar: la entrada al Congreso de los Diputados. El testigo: Cándido Conde-Pumpido, presidente del Tribunal Constitucional. Pero sobre todo, por el momento: cuando España abre la puerta a una amnistía que sacude los cimientos del Estado de derecho.

La imagen es la de la inoportunidad más oportuna, y en eso se parece a la del abrazo con piquito de Luis Rubiales a Jenni Hermoso. Hasta aquel día en Sídney nadie había caído en la cuenta de qué pájaro o qué pájaro de cuenta presidía la Federación. 

La foto de Cristina Villarino recoge un abrazo consentido, efusivo incluso, y visualiza un secreto a voces; plasma lo que una inmensa mayoría sospecha: la connivencia entre dos poderes del Estado.

Si no conociéramos sus nombres, diríamos que la cámara retrata a un hombre de cincuenta y tantos, abrazando a una mujer de cincuenta y pocos, ante un señor de setenta y algunos. Todos sonríen. Ella la que más. Si bien, la mueca del testigo de la escena parece más de aprobación que de felicidad. Pero sabemos de dónde vienen y adónde van.

Decíamos que se abre la legislatura de la amnistía, y para que el Gobierno cumpla su controvertido plan necesitará, más allá del apoyo del Parlamento, la complicidad de la Justicia. 

Pese a la teoría tajante de Antonio Gala acerca del amante y del amado, en un abrazo no es fácil distinguir quién acoge al otro. Aquí parece que es el varón quien refugia en sus brazos a la mujer, que acepta el gesto sujetándose a uno de sus codos.  

Pero el abrazo es como un baile, en el que casi a cada segundo los partícipes invierten las posiciones. Ocurre con el apareamiento de la mantis religiosa. El macho parece dominar la situación en el cortejo, pero antes de acabar la cópula su pretendida le ha arrancado la cabeza y ha empezado a devorarlo.

Álvaro García Ortiz es el fiscal general. Yolanda Díaz es la vicepresidenta del Gobierno que acudió a Bruselas para reunirse con Carles Puigdemont y acabar con su condición de apestado político. Ambos se conocen desde principios de siglo, cuando él fue destinado a Galicia y asumió causas en las que ella se implicó a fondo, como el Prestige.

García Ortiz ha sido reelegido por el Gobierno pese a haberse hecho acreedor del más duro reproche que la Justicia puede dirigir a una autoridad administrativa: desviación de poder para favorecer a otra amiga, Dolores Delgado, su antecesora en el cargo y persona a la que debe el ascenso a fiscal de Sala.

Sorprende que en las actuales circunstancias (circunstancias que corroboran las palabras de Pedro Sánchez cuando en 2019 refería en RNE cómo pretendía traer a Puigdemont a España: "¿De quién depende la Fiscalía? [Del Gobierno] Pues ya está") García Ortiz no haya sentido la necesidad de guardar una mínima apariencia de imparcialidad. ¿Para qué disimular su proximidad al Gobierno? Pues ya está.  

Desde su inicial nombramiento en julio de 2022, el fiscal general no ha dejado de acumular méritos ante el Poder Ejecutivo.

¿Que hay que volver a nombrar al amigo Eduardo Esteban fiscal de Sala de Menores, pese a la anulación de su nombramiento por el Tribunal Supremo? Pues ahí están los argumentos de García Ortiz.

¿Qué hay que recurrir a un criterio forzado para mantener la ley de solo sí es sí de Irene Montero aunque sea a costa de ser desautorizado por el Tribunal Supremo? García Ortiz a la orden.

¿Qué hay que favorecer a la exministra Dolores Delgado con promociones sucesivas hasta llegar a la plaza que ella misma pidió que se le creara a medida (Memoria democrática)? Paso al frente de García Ortiz.

¿Qué hay que mantener el silencio frente a las estrafalarias acusaciones de lawfare que el PSOE y sus socios independentistas dirigen a los fiscales del procés? García Ortiz correrá en defensa del Gobierno pisoteando en el trayecto a sus subordinados.

Este Pacto del Abrazo entre el Ejecutivo y el Judicial que personifican Yolanda Díaz y García Ortiz, que junta las carnes y borra obscenamente las fronteras entre los poderes del Estado, funde los fusibles de la democracia. A la vista de todos.