De 5 millones de votos a 5 diputados en rebeldía: los 10 años de Podemos entre 'La Tuerka' y 'Canal Red'
La formación morada, en pleno pulso con Yolanda Díaz tras tumbar su primer decreto, no celebrará el miércoles que viene su décimo aniversario.
14 enero, 2024 01:42Como ocurre con los viejos rockeros, la mayoría de edad de un partido político suele venir acompañada de la nostalgia por el pasado. Un poco el "me gustaban más en sus primeras maquetas", cuando todo sonaba joven y nuevo y todavía no habían tenido tiempo para equivocarse.
El caso de Podemos es similar. El próximo miércoles se cumplen 10 años desde que Pablo Iglesias, un profesor universitario que empezaba a hacerse un nombre en las tertulias televisivas, presentó en el Teatro del Barrio (Madrid) un partido de logo circular y tonos morados que buscaba ocupar la centralidad del tablero. España no había escuchado nunca esa expresión.
Cuatro meses después de aquella noche, en mayo de 2014, el presentador de La Tuerka puso su cara en una papeleta, se convirtió en eurodiputado y aparcó la faceta de animal catódico. Al año siguiente entró en el Congreso de un portazo: 69 diputados y 5,2 millones de votos, apenas 300.000 menos que el PSOE de Pedro Sánchez. Nunca volverían a quedarse tan cerca.
Y es que la única métrica política que vale, la de las urnas, parece confirmar que sí gustaba más en sus primeras maquetas.
Sobre aquellos trabajos, un curso rápido sobre cómo definía Iglesias a su partido en 2014: no era ni de izquierdas ni de derechas, aunque tampoco casta ni mafia, sino gente decente que representaba a los de abajo contra los de arriba y al que los típicos izquierdistas le ponían harto por ser tristones, aburridos y amargados. Cosas veredes.
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Unidos Podemos
Eran tiempos extraños en los que el PSOE miraba más a su derecha que a su izquierda, no existía nada más allá del PP y los Presupuestos Generales del Estado se podían extender hasta casi tres años sin cambiar ni una coma. Podemos, por su parte, apelaba y alcanzaba cierta transversalidad porque la crispación, la miseria y el cabreo eran transversales y no se identificaban con ninguna ideología, aunque la tuvieran.
Entonces todo empezó a desmoronarse. Las elecciones se repitieron en 2016 y, rompiendo con la paciencia que había demostrado hasta ese momento, Iglesias creyó que era el momento de sobrepasar al PSOE. Su solución: quitarse esa careta de la transversalidad, aliarse con Izquierda Unida y presentarse juntos a las elecciones.
La recién creada coalición de Unidos Podemos perdió un millón de votos, pero mantuvo la tercera posición con 71 diputados. A partir de entonces empezaron a escucharse cada vez más "te lo dije" entre compañeros de la formación morada, se acuñaron las famosas purgas y, en general, los dirigentes empezaron a confiar tan poco los unos en los otros que el electorado correspondió haciendo lo mismo.
Vistalegre II
Tras años de "correr y atarse los cordones a la vez", como definía la dirección de Podemos los traspiés del partido tras las primeras elecciones, entre los morados empezaron a convivir dos almas irreconciliables: pablistas y errejonistas. Unos cercanos a Pablo Iglesias, secretario general y candidato a la Presidencia del Gobierno, y otros a Íñigo Errejón, jefe de campaña y número 2 del partido.
El conflicto interno con epicentro en Madrid echaba tierra sobre años de camaradería, militancias compartidas, amistad y campos de estudio. Sería imposible resumir todo lo que significó el año 2016 e inicios de 2017 para Podemos, pero el que no sepa nada de este asunto puede quedarse con esto:
La desconfianza entre unos y otros acabó convirtiendo Podemos en, básicamente, dos partidos distintos que tenían el mismo nombre y objetivos idénticos, pero ideas distintas sobre cómo lograrlos. Unos, los pablistas, defendían la disputa del Estado (también al PSOE, quien tenía "vetado" pactar con los morados) y centrar los esfuerzos en la calle; los errejonistas, en cambio, optaban por una posición parlamentaria más líquida y concentrar el trabajo en la acción institucional.
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Así, la guerra sucia derivó filtraciones falsas, conspiraciones secretas y dimisiones forzosas de los dirigentes de cada bando. Así, en lugar de dejarse matar lentamente, decidieron resolverlo todo en una única batalla a principios de 2017: la segunda asamblea ciudadana, más conocida como Vistalegre II.
El resultado
Los pablistas arrasaron entre los inscritos, forzando un cambio en los órganos directivos y dando a Iglesias más poder dentro de la organización. De los perdedores, el que no se fue entonces empezó a preparar las cajas.
El núcleo fundador del partido, el G5 de Podemos formado por Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa, Luis Alegre e Íñigo Errejón, empezó poco a poco a sufrir ceses y dimisiones. Con el tiempo, todos fueron sustituidos por una nueva dirección a la que los errejonistas se referían despectivamente como "el búnker".
Dos notas paradójicas sobre lo que ocurrió entonces.
Primero, la reconquista de Pedro Sánchez de la secretaría general del PSOE derivó en un nuevo capítulo: el de levantar el veto a Podemos, ya plenamente controlado por Pablo Iglesias en solitario. Y esto, en consecuencia, hizo que los morados comenzaran a tender la mano hacia los socialistas... como había reclamado Errejón un año antes.
Para la segunda paradoja hace falta esperar muchos años más, concretamente hasta finales de 2023 y principios de 2024. La historia entremedias es más conocida: la huida de Errejón, la fundación de Más Madrid, la disputa del espacio electoral, el pacto de coalición PSOE-Podemos, la designación de Yolanda Díaz como heredera de Iglesias y la larga disputa que enfrenta a su proyecto, Sumar, con los restos del naufragio morado.
Y ahora, precisamente, Errejón espera ser nombrado portavoz en los próximos días y ya es uno de los encargados de elaborar la ponencia política de Sumar. Además, buena parte del círculo de confianza de Yolanda Díaz pertenecía a esa familia errejonista que dejó Podemos junto a él, dándole cierto poder orgánico. Casi podría decirse que Íñigo Errejón ha ganado Vistalegre II casi siete años después de perderlo.
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Podemos, año 10
Volviendo a los morados, la situación ha cambiado radicalmente en los últimos meses tras su salida del Gobierno. De aquel viejo mantra de asaltar los cielos han pasado a subsistir en el Grupo Mixto, eso sí, con fuerzas y poderes renovados a pesar de contar con sólo cinco diputados (2023).
La situación es tan tensa y el contexto tan ajetreado que ni siquiera se han planteado celebrar el décimo aniversario en fecha, el miércoles, sino que esperarán a que se calme un poco todo. Hace menos de dos meses que rompieron con Sumar y esta semana ya tumbaron la primera iniciativa de Yolanda Díaz. El futuro pasa, dicen, por exponerles ante su electorado.
En cuanto a Iglesias, se puede decir que volvió a las raíces. Tras dimitir de todos sus cargos en 2021, el exvicepresidente del Gobierno ha dedicado sus esfuerzos en recuperar su antiguo rol de animal catódico fundando Canal Red, quizá el único canal de televisión con representación en el Congreso de los Diputados.
Un antiguo colaborador suyo dijo una vez a este periódico que lo de ser vicepresidente estaba bien, pero que el sueño del fundador de Podemos siempre había sido convertirse en Wyoming. Aunque sea a costa de varios millones de votos.
Quizás fueran mejores las primeras maquetas.