Feijóo sigue la evolución del escrutinio, este domingo en Génova, junto a Elías Bendodo y otros miembros del su equipo.

Feijóo sigue la evolución del escrutinio, este domingo en Génova, junto a Elías Bendodo y otros miembros del su equipo. PP

Política elecciones gallegas

"P'habernos matao": Feijóo sobrevive a su falta de 'sentidiño' y salva con éxito su peor semana

Tras los comicios del 18-F, ¿y si el PP necesita una amnistía lo más enloquecida posible para llegar a la Moncloa?

19 febrero, 2024 00:58

Nadie se lo dice, pero lo piensan cuando le miran: “Cabrón, ¿cómo nos has hecho esto? P’habernos matao”. Quizá se lo hagan saber, con una copa encima, cuatro o cinco altos cargos, pero no más. Esos son los que se pueden dirigir así al presidente de un partido democrático, que no es otra cosa que un sindicato vertical.

Eso es lo que nos dicen a nosotros, los periodistas, casi todos los cargos del PP, altos y bajitos, cuando se les pregunta por el resultado de Galicia. Respiran aliviados, con susto. Es como llamar y pillar a alguien corriendo por ahí o haciendo el amor. Cuando llama un periodista, los políticos cogen el teléfono… aunque estén haciendo el amor.

El PP adelantó las elecciones en Galicia porque Feijóo necesitaba una victoria electoral… tras la victoria de las generales que, en realidad, acabó siendo una derrota estrepitosa. Sánchez salió elegido presidente, perdiendo, el 23 de julio; y Alfonso Rueda anunció el adelanto de las gallegas el 21 de diciembre. Lo anunció Rueda, pero era Feijóo. Un candidato de Feijóo anunciando lo que había decidido Feijóo.

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El nuevo líder quería demostrar, con los números de su casa, que el Gobierno de Sánchez es un desastre. Y lo ha conseguido por los pelos. Feijóo no bebe. Suele probar los vinos de la tierra cuando viaja con el partido, pero lo hace casi por educación. En la dichosa comida off the record con los periodistas en la última semana de campaña parecía haberse bebido el albariño de Galicia entera.

Luego no ha resultado así. Pero las consecuencias de aquella comida dibujaron una realidad paralela. Como fue una metedura de pata con pocos precedentes, los medios más cercanos a Moncloa insuflaron en sus lectores la sensación de que el PP perdía el gobierno de Galicia. Mientras, los medios más cercanos a la oposición acabaron por admitir que el margen se estrechaba, y que se mascaba la tragedia.

El PP lo dicen sus altos cargos estos días, antes de las elecciones y ahora después vive una especie de síndrome de estrés postraumático desde las generales del pasado julio. Al contrario que este febrero, tuvieron entonces una campaña más o menos tranquila. Cada vez que había un problema, le decían a Feijóo sus asesores áulicos que iba a gobernar seguro. Ahora, hasta el más confiable miraba hacia abajo cuando se le requería seguridad.

En realidad, en la dichosa comida, Feijóo no dijo nada que contradijera su programa: rechazó la amnistía en veinticuatro horas y esbozó que sólo indultaría a Puigdemont si hubiera unas condiciones que no existen ni de lejos. Pero eso permitía extraer dos conclusiones: que estaba “abierto” a amnistiar y a indultar. No son tiempos para los matices. Lo extraño fue que ni Feijóo ni sus asesores lo supieran y se colocaran delante del toro en pelotas y con unos calzoncillos rojos.

¡Tremenda falta de 'sentidiño'!

¡Tremenda falta de sentidiño! Esa palabra intraducible que los gallegos utilizan para encapsular tres cosas: hacer las cosas bien, con responsabilidad y con tranquilidad.

En Génova saben de la importancia de esta victoria. Perder este gobierno, por trazo grueso que parezca, habría justificado análisis de este tipo: “La amnistía no es para tanto. Con ella, siguen gobernando las alianzas de izquierdas y nacionalistas cuando se abren las urnas”.

Pero la política, de un tiempo a esta parte, ya sólo se mastica con una premisa: ¿gobiernas o no gobiernas? Y baila más en la fiesta después de los exámenes el que ha sacado un cinco que el que ha sacado un diez. Es ese sudor todavía frío cayendo por la sien, las manos temblorosas y las pupilas dispuestas a devorarlo todo.

El PP es en la madrugada de este domingo y en la mañana del lunes la alegría de un escaño. El Parlamento de Galicia actúa como una ruleta rusa. Al tener una barrera de entrada del 5%, un escaño lo cambia todo. En realidad, el PP sólo podía gobernar con mayoría absoluta. Si la perdía, la posibilidad de formar esa mayoría recaía en el BNG y el PSOE. Porque allí no existen Vox, Podemos, Sumar ni nada por el estilo.

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Hombre, una opción improbable, pero que habría sido muy divertida, es que la llave del gobierno hubiese recaído en el alcalde de Ourense, el señor Pérez Jácome, un tipo capaz de todo. No es ésta una percepción periodística, sino lo que él mismo dice. Días antes de las elecciones, aseguró que, si de él hubiese dependido la cosa, habría pedido más que los catalanes y los vascos.

Es decir: si Jácome y su Democracia Ourensana hubiesen tenido la llave, el PP no habría podido gobernar. Porque habría tenido que convertirse en Pedro Sánchez para satisfacer las demandas de este Puigdemont de las rías altas y baixas.

El panorama que se avecina –la política tiene estas cosas– es esperanzador para Feijóo y desalentador para España. El PSOE ha pedido en el Congreso otros quince días de plazo para negociar con Puigdemont la ley de amnistía. Y el resultado de las gallegas ha apretado la soga en el cuello de Sánchez.

Con un PSOE a la baja en las urnas y con un PP fuerte, el presidente sabe que tiene que amarrar la legislatura como sea. Y el “como sea” es la especialidad de Sánchez… que al mismo tiempo justifica el discurso del PP. Feijóo está encantado con un Sánchez capaz de gobernar “como sea”.

La 'habitación del pánico'

Las próximas semanas no pintan mal para los estrategas de Génova, que llevaban una semana metidos en la habitación del pánico: se trata de saborear los éxitos de Galicia mientras Sánchez cede todavía más ante Puigdemont para aprobar la amnistía.

Es una realidad paradójica, basta con leer los periódicos del último mes. Son los diarios más cercanos a Feijóo los que predican con fruición que la amnistía lleva hecha varias semanas, que todo está cerrado, que lo demás es pantomima. ¿Y si el PP necesita una amnistía lo más enloquecida posible para llegar a la Moncloa?

Feijóo al fin tiene lo que necesitaba: cierta estabilidad. No debe variar el discurso, pero sí reajustar la agenda. De aquí en adelante va a ser más fácil comer con Feijóo siendo atracador de bancos o asesino en serie que periodista. "Cabrón, p’habernos matao".