Marta Rovira, secretaria general de ERC, interviene vía telemática en el Consell nacional del partido.

Marta Rovira, secretaria general de ERC, interviene vía telemática en el Consell nacional del partido. EP

Política CATALUÑA

Rovira pone condiciones insalvables a Illa: "22.000 millones al año, blindar el catalán y los trenes"

"Queremos la caja y la llave de la caja", explica una fuente cercana a la secretaria general de ERC. Además, no cumplir el 25% de castellano en la escuela y la cesión total de 'Rodalíes', no a través de un consorcio.

15 junio, 2024 03:12

Desde Ginebra, Suiza, Marta Rovira dirige la negociación a dos bandas, con el PSC y con Junts. Para irse con Carles Puigdemont no necesita incentivos, es la vía natural de la secretaria general de ERC, que ha tomado el poder en el partido tras la renuncia de Oriol Junqueras... aunque ya fue la ideóloga estratégica que negoció la amnistía con el PSOE. Para irse con Salvador Illa, en contra de sus instintos y del sentir de la militancia más activa, las condiciones son casi imposibles.

Leoninas, según fuentes de los socialistas. Esquerra quiere, por escrito, la llamada financiación singular: "Queremos la caja y la llave de la caja", explica una fuente muy cercana a Rovira. Además, un blindaje de la lengua catalana y la cesión de Rodalíes (Cercanías) total, no vía consorcio, como ha diseñado el Ministerio de Transportes de Óscar Puente.

El primer punto, el de los dineros, será la clave de todo. Pero Esquerra no se contenta con la condonación de 15.000 millones de la deuda de la Generalitat con el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), que ofrecía este jueves María Jesús Montero. Quiere 22.000 millones de euros más al año para la región.

Ésa es la cifra en la que los servicios del Govern de Pere Aragonès calcularon el "déficit fiscal" anual de Cataluña. Y la quiere Esquerra, para empezar, ya en los Presupuestos de 2025; con salvaguardas de que si el Estado no ejecuta, se le entreguen a la Generalitat para que sea ella la que haga las inversiones.

Y, entre tanto, negociar "la soberanía fiscal", es decir, lo que se ha dado en llamar el cupo catalán, al estilo del reconocido como "derecho histórico" para País Vasco y Navarra. Nunca más quieren que Cataluña se siente con el resto de CCAA en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, sino negociar bilateralmente con el Estado.

El candidato socialista llegó a decir en los últimos días de campaña que él es el único que puede arrancarla en Moncloa, y ahora los republicanos le quieren tomar la palabra. Entre otras cosas, porque lo consideran un "encargado" de Pedro Sánchez en Barcelona, y Rovira lo quiere negociar directamente con el PSOE, no con el PSC.

El blindaje del catalán va mucho más allá de lo ya firmado. La oficialidad en Europa se ve como una quimera, aunque no se renuncia a presionar al Ejecutivo de Pedro Sánchez con eso. Se exige, también, lo sellado el pasado verano, para votar a Francina Armengol presidenta del Congreso, que cualquier Administración en España acepte escritos y comunicaciones en catalán.

Pero sobre todo, que el Gobierno arbitre un sistema para eludir el cumplimiento de la sentencia del Tribunal Supremo que asumió el TSJ catalán, sobre el 25% de enseñanza en castellano en las escuelas y universidades catalanas. "La inmersión lingüística es la esencia de nuestra política", insiste una fuente cercana a Rovira, "y ni se toca ni se discute".

En cuanto a Rodalíes, el problema está en que hasta el ministro Puente ya ha dicho públicamente que la cesión total "es inconstitucional". Hay precedentes legales que impiden esta cesión de competencias. De hecho, el Constitucional ya ha sentado precedentes al respecto.

Pese a que el servicio ya es titularidad de la Generalitat, la infraestructura (las vías) y los trenes son cosa de Adif y Renfe, respectivamente. Conseguir la competencia sobre estos dos aspectos es lo que exige ERC.

Pero la inmensa mayoría de la red de Rodalies entra en la catalogación de Red Ferroviaria de Interés General (RFIG), y, con el criterio del Tribunal Constitucional, no puedan dejar de estar bajo el control del Estado

Así lo indican al menos dos dictámenes del TC, emitidos respecto a cuestiones semejantes durante la pasada década ante sendos recursos de inconstitucionalidad interpuestos por la Junta de Andalucía (sentencia 83/2013, de 11 de abril) y el Gobierno del País Vasco (sentencia 124/2016 de 23 de junio). 

Illa no quiere ni puede

"Illa nunca negociará esas cosas, que se olviden de veleidades soberanistas, el ganador de las elecciones es él, y no teme una repetición", argumentan fuentes cercanas al candidato socialista. Pero lo cierto es que, en todo caso, no puede.

Al inicio de la legislatura, la vicepresidenta primera Montero trató de sumar al resto de las CCAA a la "singularidad" catalana en el asunto de la financiación. Pero este jueves ya anunció que es la "singularidad catalana" la que merece un trato "específico".

Su compañero de partido, el presidente manchego Emiliano García-Page, saltó de inmediato: "Sólo faltaría que paguemos también la fiesta separatista".

Lo cierto es que los recortes que habrá de aplicar el Ejecutivo en las próximas cuentas públicas de 2025, con la entrada de las nuevas reglas fiscales europeas -de unos 9.500 millones-, convierten en inviable esta demanda.

El asunto ferroviario tiene difícil salida, porque Esquerra no está satisfecha con el diseño de un consorcio al 50% con el Estado.

Y jurídicamente, podría parecer más fácil el llamado "blindaje" del catalán. Aunque políticamente, el Gobierno también pagaría un precio. En todo caso, no depende de Illa ni de su posible Govern el cumplimiento de esa condición exigida por Rovira.

Más parece que la secretaria general republicana busca un motivo para no pactar con el PSC que ganar en las cesiones que plantea. Así, al menos, opina el entorno de Junqueras, ya dimitido como presidente del partido. Ahora ha empezado un periplo por las agrupaciones locales para buscar apoyos ante el congreso del partido, previsto para el 30 de noviembre.

Cuál es la lógica

Con Junqueras en la carretera, iniciando su reconquista del poder en Esquerra, este sábado se reúne el Consell Nacional del partido. En cualquier otro partido, se podría aventurar que de un cónclave del máximo órgano entre congresos debería salir la solución a la pregunta del millón: ¿Apoyará ERC una investidura del socialista Illa, el único aspirante al que le dan los números?

La lógica indicaría que sí, porque los republicanos llevan 13 meses de batacazo en batacazo electoral, y hoy mismo no se podrían permitir una vuelta a las urnas

Pero la lógica indica que no, entre otras cosas, porque el Consell Nacional sólo reflexiona, debate, argumenta y, como mucho, orienta. Pero la decisión la toman las bases: ERC es un partido orgullosamente asambleario. "Eso es lo que nos mantiene en pie, después de tantos avatares", explica una fuente de la dirección, "aunque es también lo que nos hace tambalear a cada tanto".

De inicio, la cúpula de ERC había fijado tres condiciones para los pactos postelectorales: "Pasos decididos y concretos" hacia un referéndum de independencia pactado con el Estado; una financiación propia para la Generalitat "a la navarra" y reforzar el Estado del Bienestar y la cultura catalana.

El mensaje, sin embargo, se ha modulado con el paso de los días, como ya se ha explicado más arriba.

La piedra de toque será la "financiación singular" para Cataluña, y quizás si ese punto se cumpliera, Rovira podría rebajar las pretensiones en los otros dos. Pero Moncloa tendría que hacer "cábalas imposibles", admite el entorno de la secretaria general republicana, para "darnos una plena soberanía fiscal".

En todo caso, se acuerde lo que se acuerde, si se pacta, todo debería pasar por una votación abierta a la militancia. Como Rovira es consciente de que las bases no quieren pactar con "un españolista" como Illa, no tiene incentivo alguno para dar pasos atrás en la negociación.

Una movilización extraordinaria en la asamblea local de este jueves de Barcelona ya fue la excusa para no votar el preacuerdo alcanzado para que ERC entre en el gobierno de Barcelona. El socialista Jaume Collboni pagó los platos rotos de unas negociaciones que no se quieren mezclar, pero que, finalmente, parecen depender la una de la otra.