No pudo hablar... ni estando a favor de Sánchez: Isabel, la diputada que se negó a aprobar la gestión "por asentimiento"
- Isabel Andaluz y Juan Gómez Colomera, dirigentes de la corriente interna Izquierda Socialista, intentaron tomar la palabra para debatir la gestión del aparato, pero se les negó la oportunidad.
- No son contrarios al presidente, sino todo lo contrario: encabezaron el apoyo interno a la Ley de Amnistía y creen que existe una máquina del fango judicial contra el presidente.
- Sin embargo, se niegan a que el partido funcione como lo hace hoy: por asentimiento y sin posibilidad de debate.
- Más información: Page se erige en alternativa frente al "victimismo" y otros líderes piden no incluir a los jueces en la "cacería" al PSOE
Como los indios en las praderas, hicieron señales de humo cuando se constituía el Congreso Federal. Había que aprobar el "balance de gestión". Alzaron la mano a decenas de metros del escenario. La mano de un hombre y de una mujer levantadas entre la multitud. Juan Espadas, el barón andaluz encargado de dirigir la logística, lo vio y encargó que se les diera la palabra. Miraban intrigados Sánchez y el resto de la dirigencia.
Algunos periodistas, sorprendidos de que se quebrara el orden del día para dar la vez a unos militantes aparentemente desconocidos, comentaron: "Igual incluso está apañado, vete a saber". Pero era realidad lo que sucedía. Habló Isabel Andaluz en nombre de Izquierda Socialista, la única corriente interna reconocida hoy como tal en el PSOE. En virtud de los estatutos, quiso debatir. Le respondieron que así constaría, le dieron las gracias... y le quitaron la palabra. Silencio y a otra cosa.
Nos encontramos con ella a las puertas del pabellón central. La acompaña un compañero de Izquierda Socialista, de nombre Juan Gómez Colomera. Encontramos una sorpresa: alaban a Sánchez y sus pactos con los nacionalistas, su forma de gobernar y hasta comparten que Moncloa está siendo objeto de una suerte de máquina del fango judicial. ¡Ni siquiera ellos pudieron hablar!
Lo intentaron. Para su sorpresa, se les dio la palabra; y como esperaban, se les retiró sin posibilidad de debatir. No quieren hacer sangre con Sánchez porque se dicen sus partidarios. Entonces, ¿qué está pasando en el PSOE para que ni siquiera una corriente cercana al presidente pueda tomar la palabra?
Tanto Isabel Andaluz como Juan Gómez llevan varios congresos a sus espaldas. Están acostumbrados –admiten– a otro tipo de partido. Resuenan los recuerdos de las duras pugnas entre felipistas, guerristas, renovadores y aquella Izquierda Socialista de Gómez Llorente y Pablo Castellano.
"Se ha programado el Congreso de tal manera que no se preveía la posibilidad de intervenir", coinciden ante las preguntas de este diario. Quieren un partido, en este sentido, "como antes". Quieren que "los cabezas de cada delegación" puedan opinar sobre la gestión del aparato desde el Congreso anterior.
No piden nada que esté fuera de los estatutos, al contrario. Andaluz invocó cuando le dieron el micrófono –y lo hace ahora también– el artículo 21, que en uno de sus puntos dice: "El Congreso federal debate y juzga la gestión de la Comisión Ejecutiva Federal, del Comité Federal y de la Comisión Federal de Ética y Garantías".
No se permitió ese debate.
"Quisimos que se nos diera la palabra para explicar nuestro análisis sobre la gestión. Este partido necesita más actividad en las bases y en las agrupaciones. Pretendemos que se pueda intervenir de abajo arriba", relatan.
En un momento dado, el señor Gómez Colomera, con visible contundencia, dice: "No podemos ser una élite de la izquierda. ¡Qué coño aprobar por asentimiento!"
Les preguntamos cuándo se averió esa posibilidad de debate. Mencionan el Congreso anterior, el de Valencia, en 2021. "Tiene que ver con cómo se estructuran, es que ya no es como antes. No creemos que el asentimiento de hoy sea lo mejor. Es eso, nada más", arguyen. "¡Que nos dieran la palabra ya fue un logro!", ironiza la señora Andaluz.
Cuando les mostramos nuestra estupefacción ante el hecho de que no se permitiera debatir siquiera a una corriente partidaria del presidente, reflejan: "No es tanto que tomaran la decisión de no hacerlo; es que el Congreso estaba organizado de una manera que no cabe esa posibilidad, no está en el orden del día".
"Se han ido cambiando los estatutos, se ha ido sustituyendo la participación por otras dinámicas", concluyen.
Si hubieran podido intervenir como les gustaría, habrían explicado eso: que Izquierda Socialista quiere un partido más participativo, mejor conectado con las bases, más enraizado en los movimientos sociales. No son sospechosos de antisanchismo. Fueron los primeros en alabar la Ley de Amnistía.