El presidente Pedro Sánchez, este domingo en Sevilla, junto a María Jesús Montero, durante la clausura del Congreso Federal del PSOE.

El presidente Pedro Sánchez, este domingo en Sevilla, junto a María Jesús Montero, durante la clausura del Congreso Federal del PSOE. Europa Press

Política 41º CONGRESO DEL PSOE

Sánchez huye adelante como paladín mundial del 'lado bueno de la Historia' frente a la trama ultra que “busca tumbarnos”

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Pedro Sánchez cerró este domingo el 41 Congreso Federal del PSOE sin sobresaltos, marcando la prioridad de las elecciones municipales y autonómicas de 2027, sin autocrítica, sin menciones a los escándalos y los procesos judiciales que le afectan y, sobre todo, señalando con reiteración a la ultraderecha como el peligro que combatir.

Hasta 12 veces utilizó en su intervención de menos de una hora la palabra "ultraderecha" y sus derivaciones, después de multitud de discursos en el Congreso celebrado en Sevilla en los que ha estado siempre presente la idea del agresor frente al que hay que armarse políticamente.

Sánchez ha situado en su mensaje de fin de fiesta del Congreso al PSOE en el “lado correcto de la historia”, frente al odio que representa la “internacional ultraderechista”. Es el hilo conductor del Congreso y de su propio discurso. "El entramado ultra que quiere tumbarnos", según su expresión.

Se ha presentado como un líder mundial que da la batalla a esa ultraderecha: “Banderas que nos toca enarbolar a los socialistas españoles: en Bruselas, en Washington, en Nueva York. Liderando con nuestra voz y con nuestro ejemplo. Inspirando a tantos socialistas que se han quedado huérfanos de referentes en sus países”. En realidad, Sánchez es el único presidente socialdemócrata en Europa, además del alemán Olaf Scholz, que está en plena precampaña electoral con pésimas perspectivas.

Los Congresos de los partidos sirven para enardecer a las bases, para fijar prioridades y para dar cuenta del ánimo de sus dirigentes. De este sale el inicio de un proceso de renovación territorial para afrontar la prioridad de las elecciones municipales y autonómicas de 2027 y, sobre todo, la idea del "prietas las filas" para hacer frente al odio que, según mantuvo reiteradamente Sánchez, representa la ultraderecha.

La huida hacia adelante del líder socialista consiste en poner al PSOE en estado de revista y sin fisuras, alertando de la llegada de esa internacional ultraderechista.

La polarización que divide entre dos bandos diferentes, entre "los nuestros y los otros", entre los que defienden la democracia y los que la pervierten, le sirve a Sánchez para fijar un adversario común cuya identificación ha de servir para aparcar las diferencias y las críticas internas.

En el Congreso sólo se ha visualizado la crítica de Emiliano García Page, que no se quedó este domingo a escuchar a Sánchez, y que corrigió el sábado abiertamente al líder socialista, al rechazar que se pueda explotar el victimismo desde el poder que da el Gobierno de España.

Se aplazan a este mismo lunes los conflictos territoriales y se sutura la herida del concierto fiscal para Cataluña con una resolución ambigua en la que cabe todo, para satisfacer a la vez a Page y a Salvador Illa.

Ahora se abren procesos internos en varias comunidades, con intervención clara de Sánchez, a través del aparato de Ferraz, y también bajo el manto de la lucha contra la ultraderecha y, por tanto, la necesidad de aceptar los cambios impuestos desde la dirección nacional para parar a quienes, según él, generan odio.

Sí hay cambio de posición y algunas heridas internas con el giro respecto al feminismo y las políticas de Igualdad, volviendo al “carmencalvismo” (por Carmen Calvo) que desplazaba la doctrina queer.

No habrá "paso atrás"

Del Congreso sale también reforzado ese personalismo del líder, reflejado en la forma de tomar las decisiones en el PSOE y casi en cada párrafo de su discurso de cierre. En su reflexión sobre su futuro, continuidad de su retiro de cinco días de abril, para concluir él mismo que es necesario que siga al frente para liderar la lucha contra el mal de la ultraderecha. 

"En estos últimos meses he meditado mucho qué hacer con mi vida. ¿Dar un paso a un lado? ¿Dar un paso atrás?", aseguró, y respondió a sus dos preguntas retóricas que debe seguir para combatir a la ultraderecha en España y en el resto del mundo.

Porque uno de los retos que ha dicho asumir Sánchez es el de cambiar el orden mundial, con el impulso de los socialistas españoles que él lidera.

También el de España, porque en ese empeño hasta puso en cuestión todo lo que ha ocurrido en el desarrollo económico del país desde el inicio de la democracia, pese a que la mayor parte de ese tiempo ha habido gobiernos liderados por socialistas Felipe González (casi 13 años), José Luis Rodríguez (siete años) y él mismo (más de seis años).

“Desde hace 50 años la economía de nuestro país ha prosperado a lomos del capitalismo financiero y al precio de más degradación ambiental, más desigualdades sociales y más marginación del medio rural. No podemos continuar así”, ha asegurado.

En su historia política, casi todas las huidas hacia adelante en los momentos turbulentos le han llevado a marcar más su perfil de izquierdas o menos transversal.

Cuando fue desalojado del PSOE en 2016 habló de los poderes ocultos; cuando fue a dos primarias se presentó como el líder del socialismo de base; cuando necesitaba mayorías se asimiló a propuestas de Podemos, cuando tuvo que pactar con independentistas asimiló la plurinacionalidad al mensaje de la izquierda y cuando se enfrentó a las primeras dificultades como presidente habló de “los señores con puro” que se reúnen en salones oscuros para conspirar contra la democracia.

Ahora el Congreso se cierra con el lema de “adelantar por la izquierda” y propuestas como la empresa pública de vivienda, entre otras, y el mensaje potente de la nueva conspiración de poderes económicos que controlan medios y quieren acabar con el Gobierno progresista.

El mensaje precisa de la identificación entre PP y ultraderecha, incluyendo al partido de Alberto Núñez Feijóo en el negacionismo del cambio climático y en el cuestionamiento de la democracia.

Por supuesto, en el Congreso Federal no ha habido referencia alguna a la corrupción o los procesos judiciales. Sí a los ataques y el golpismo judicial, político y mediático que inventa acusaciones con Sánchez, su familia y su entorno.

Pero el líder socialista en la clausura no ha hecho como María Jesús Montero y Santos Cerdán y ha eludido la referencia a los ataques judiciales. Sí a los medios, la máquina del fango y similares a los que pretende combatir con la legitimidad que reclama para ir contra la ultraderecha.

Lo más parecido a la referencia a la corrupción y los escándalos ha sido la imagen de Begoña Gómez, su esposa, aclamada en el Congreso Federal. Y la decisión de mantener a Santos Cerdán como número tres del partido, a la espera de saber si Víctor de Aldama prueba o no sus graves acusaciones.

“No nos perdonan que estemos gobernando mejor que ellos. Que gestionemos mejor la economía. Que hoy hay un Gobierno limpio al frente de España”, ha dicho, encerrado en el recinto del Congreso Federal de Sevilla, como si fuera de allí no ocurriera nada.