El director de cine porno Ignacio Allende, Torbe, acaba de salir de prisión siete meses después de ser encarcelado y tras pagar una fianza de 100.000 euros. Su primer propósito ha sido 'lavar' su imagen de cara a la opinión pública concediendo varias entrevistas en diversos medios de comunicación aseverando que todas las pruebas y las declaraciones de los testigos protegidos que le acusan de trata de seres humanos, prostitución, estafa, coacciones, pornografía infantil y blanqueo de capitales son falsas.
“Me entero que era menor cuando me detienen”, ha asegurado en su entrevista concedida a Antena 3, respecto de la edad de la testigo protegida TP2 a la que grabó manteniendo actos sexuales con ella cuando tenía 17 años y por lo que Torbe fue denunciado por sus padres. Esta afirmación queda desmontada con las pruebas incorporadas en el sumario instruido por el Juzgado de Instrucción número 29 de Madrid.
Concretamente, Torbe tiene una conversación con otra persona, interceptada por la Policías el pasado 16 de marzo -pocos días antes de ser arrestado- en el que le cuenta sus planes para paralizar la denuncia interpuesta por los padres de la TP2 por difundir un vídeo de ella semidesnuda siendo ésta menor de edad.
En esa conversación, el director de cine porno asegura tener “pensada una jugada mucho mejor" para acabar con el problema de la menor. Iba a llamar al padre "y decirle que quería arreglar esto, que su hija se dedique al porno o que le devuelva el dinero de las escenas".
Y si no llegaban a un acuerdo, el plan de Torbe era "poner las escenas de ella en circulación en Internet de forma gratuita" y sin que nadie supiera que había sido él quién las había puesto, y "que todo el mundo vea a su hija follando por todos lados”, recoge un informe de la Brigada Central contra la Trata de Seres Humanos.
Sí sabía que era menor antes de su detención
Torbe ha asegurado tras su salida de la cárcel que las declaraciones de las testigos protegidas son falsas. Según él, una de ellas lo hizo por despecho al haber sido su pareja anteriormente y otra testigo, menor de edad, lo hizo porque sus padres se enteraron de que se quería dedicar al porno, después de que circulara a través de las redes sociales un vídeo de ella levantándose la camiseta y enseñando el busto.
Sin embargo, la investigación no versa únicamente sobre las declaraciones de las cuatro testigos protegidas. La Policía cuenta con testimonios de empleados de Torbe, intervenciones telefónicas que desvelan indicios delictivos y más declaraciones de extrabajadoras del director que sostienen cómo fueron amenazas para grabar vídeos.
Incluso, la investigación cuenta con la declaración del padre de una joven con discapacidad, con Trastorno Límite de Personalidad, que denunció que Torbe le había exigido 8.000 euros para retirar un vídeo de su hija, que había acudido al director para ganar algo de dinero y comprar droga aprovechando que había salido del centro especializado donde se encontraba.
El director de cine porno ha asegurado tras salir de prisión que él nunca ha ofrecido droga a ninguna de las chicas con las que ha grabado. La menor aseguró que le había dado una especie de bebida blanca que la dejó aturdida y que el director desmiente. “Le di Coca-Cola”, ha dicho en una de sus entrevistas.
Pero no sólo la menor afirma que el director le dio una bebida con sustancias sospechosas. Una testigo que se puso en contacto con la Policía tras conocer que Torbe había sido arrestado, y bajo las iniciales A.S., sostiene que éste “le dio una bebida para tranquilizarla que llevaba posiblemente alguna sustancia la cual le inhibía de sus actos”.
Chicas drogadas
“Estoy completamente segura que estando en mis facultades normales jamás hubiera hecho lo que hice”, explica esta testigo que se ha ofrecido a declarar por el sufrimiento y amenazas por las que le ha hecho pasar Torbe.
Pero es que además, los investigadores cuentan con el testimonio de N.K, la chica que grabó uno de los vídeos de la menor con Torbe. Ésta aseguró ante la Policía que en el encuentro se estuvo consumiendo sustancias estupefacientes y señaló "el malestar de la testigo protegido a la hora de grabar”.
Un cuarto testimonio, el de C.G., aseguró que Torbe le incitó al consumo de sustancias estupefacientes, concretamente cocaína, la cual le habría sido facilitado por el mismo, para grabar algunas escenas pornográficas con él.
El 'modus operandi' de Torbe, según diversas declaraciones de chicas, era ofrecer a jóvenes hacer trabajos de webcams -o incluso ellas ofrecerse- y después reclamarlas ir más allá y hacer vídeos porno si no querían que imágenes suyas desnudas fueran colgadas en Internet. En su caso, le ofrecieron hacer trabajos para la webcam. Para ello se fue a vivir a casa de Torbe pero para pagarle el alquiler se vio obligada a grabar escenas porno, según su testimonio ante la Policía.
75% por pisos de prostitución
“No me dedico a la prostitución”, ha afirmado Torbe en la entrevista a Antena 3. Sin embargo, eso no es lo que sospecha la Policía. Según la última conclusión de los investigadores, existe una relación entre el director de cine porno y algún otro investigado con la gestión de servicios de escorts, o pisos/chalets de prostitución “donde se podría haber explotado sexualmente a mujeres”.
Según recogen varios informes policiales, en manos del juez, el director de cine porno cobraba el 75% de los beneficios de varias casas de citas, en las que se produjo explotación sexual a algunas chicas. Torbe está investigado por diversos delitos como el de explotación sexual, trata de seres humanos o blanqueo de capitales. Una de las líneas de investigación de la Policía es que el director y productor también forzaba a chicas para ejercer la prostitución en varios pisos en Madrid. El centro neurálgico de la organización estaba situado en la madrileña calle de Irún. Allí grababa orgías, 'bukakes', vídeos y alojaba a chicas. En ese piso se encontró numerosa documentación contable, diaria y mensual, referida a los pisos de prostitución Oasis Madrid y Vértigo.
Los lloros de las ucranianas
“A las chicas se les pagaba 12.000 euros por grabar tres horas de bukakkes. Se les enviaba un vídeo con lo que tenían que hacer. Sabían perfectamente a lo que venían”, ha sostenido Torbe en una de sus entrevistas tras su salida de prisión. Sin embargo, de las conversaciones intervenidas por la Policía durante la investigación se desprende lo contrario. “La chica no sabe a lo que viene. Mañana hay que hablar con la chica porque no sabe nada, pero nada”. Este es un extracto de una conversación entre dos trabajadores de Ignacio Allende.
Torbe montó bukakkes -género pornográfico y una práctica de sexo en grupo, donde una serie de varones se turnan para eyacular sobre una mujer- encargados y financiados por un millonario ucraniano, que eran grabados para colgarlos en Internet. Según el relato de varios testigos, el ucraniano Boris Malynovsky, también investigado en la causa, traía a mujeres de su país y las dejaba en manos de Torbe.
Éstas eran sometidas a diversas vejaciones. Según testigos presenciales, ellas no sabían para qué venían a España. Según aparece en el sumario, una testigo narró a la Brigada Central Contra la Trata de Seres Humanos de la Policía que algunas de las mujeres "venían a España desconociendo cuál iba a ser su función, siendo coaccionados para acceder a la grabación de bukakkes". Además, de las conversaciones se desprende que se las pagaba no 12.000 euros sino un máximo de 3.000 euros.
Torbe ha asegurado que sabían perfectamente a lo que venían. No obstante, los investigadores apuntan que “ante el desconocimiento de la realidad que deben hacer, se derrumban con lloros en el momento de la grabación”, recoge un informe policial que consta en el sumario. El cámara que grababa las escenas no podía soportarlas. "No quiero grabar llantos y llantos y llantos y llantos", se quejaba ante una de las manos derechas de Torbe, según se desprende de las intervenciones telefónicas que constan en el sumario.
La propia Mila, que organizaba los bukakkes y también investigada, reconoció a la persona encargada de grabarlo: "Ninguna quiere hacer ni venir". Y este le contesta: "Lo de los bukakkes es un rollo asqueroso". Así que ella reconoce que es "terrorífico".
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