Daniel Fernández Aceña tiene instinto de matar. Primero lo sació con su incorporación al Grupo Antiterrorista de Liberación (GAL) para hacer la guerra sucia contra ETA y acabar paramilitarmente con los etarras. En esa ocasión le pillaron y fue condenado a 29 años de prisión. Su paso por la cárcel no le ha colmado sus ganas de matar aunque, en este caso, las vierte otra causa, la yihadista, la que defienden los terroristas del Estado Islámico. La Guardia Civil le paró a tiempo y la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela ha ordenado su ingresó en prisión.
Fernández no sólo se había radicalizado y había compartido vídeos y noticias sobre las masacres a musulmanes o mensajes de radicales islamistas. Él ya había dado un paso más y en nombre de Alá estaba dispuesto as quitarse la vida y la de los máximos infieles posibles que estuvieran en el lugar equivocado,
Sus intenciones de “pasar a la acción” fueron detectadas por la Guardia Civil en una conversación telefónica el pasado 11 de noviembre. “Inmolarme me permitiría la entrada directa al paraíso. No quiero morir en la cama”, explica Fernández a su interlocutor, que intentaba hacerle ver que hacerse explotar en un autobús en Segovia, como él pretendía, “sólo produce más muerte”.
El expresidiario hizo mención a un encontronazo que había tenido el día anterior durante una reunión de una asociación a la que suele acudir. En esa conversación Fernández pone de manifiesto su carácter “dominante y machista”, aludiendo a desprecio a las personas que no son de su misma confesión musulmana.
En todo su ciclo de radicalización, este residente en Segovia llegó a repudiar a las mujeres occidentales. Cogió el Islam como una opción para abandonar su vida anterior de “pecado” occidental y adaptarse a una vida basada en una interpretación rigorista del Islam.
“España, país de infieles”
En esa comunicación telefónica del 11 de noviembre que puso a la Guardia Civil en alerta para pasar a su detención, el exmiembro de los GAL advertía a su interlocutor que él, como musulmán, no podría pedir perdón a un infiel, tal y como exige la doctrina coránica. “Puedo ofender a quien ofenda y no puedo pedir perdón a una persona que no es musulmana, sólo se puede pedir disculpas”.
Siguió explicando que España “es un país de infieles" y narra la rutina de las mezquitas que hay en Segovia. Cuatro horas más tarde de esa conversación, su interlocutor le vuelve a llamar, preocupado por todo lo que le había dicho y por sus intenciones. Sin embargo, Fernández Aceña le insiste en sus propósitos.
Le cuenta que ha estudiado árabe y que durante sus estancias en Angola había aprendido swahili. Pero es más, asegura en esa llamada haber estado en Siria -donde tiene amigos y “excompañeros”-, Palestina y Afganistán, donde dice haber vivido. Le confiesa que forma parte de una organización para la que ha hecho “trabajos”. “He tenido que pegar algún tiro”, asevera en esa conversación.
Fernández elogia los atentados en Europa en nombre del Daehs y aplaude a los mártires capaces de cometer los atentados que les llevarían al paraíso, lo que él mismo pretendía hacer en un autobús en Segovia o en pleno centro de la ciudad, acto abortado por su detención.
Testigos de su radicalización
Sus intenciones de inmolarse en pleno centro de Segovia fueron corroborados por una trabajadora de una asociación a la que acudía, que declaró ante la Guardia Civil sobre las posturas radicales de Fernández.
Desde agosto de este año, el exmiembro de los GAL hacía comentarios delante de diversas personas sobre sus intenciones de cometer un acto suicida y su simpatía por los grupos de corte yihadista belicista. Paralelamente, en los últimos meses Fernández cada vez se retraía más socialmente, “limitando sus relaciones sociales a personas que comparten su punto de vista radical, siendo escogidas únicamente las adeptas a su modo de vida salafista”, explica la jueza en su auto de prisión provisional.
Este presunto yihadista también limitaba sus relaciones a personas vulnerables, como un compañero suyo con problemas de toxicomanía y antecedentes de delincuencia común, además de sin trabajo conocido. “Daniel hizo labores de captación con él enviándole abundante contenido yihadista radical así como en el tratamiento que manifiesta sobre las personas occidentales por no seguir la religión musulmana y el pensamiento de conquistar de nuevo el Al Andalus”, señala el auto.
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