Ali Afarhkane es un marroquí que llegó a España para trabajar. Estuvo durante tres años empleado en una explotación agropecuaria en Amayuelas de Abajo (Palencia) por la cual subsistía. Durante los últimos tiempos comenzó a aislarse socialmente y a utilizar de manera frecuente su móvil y ordenador. En abril de 2016 desapareció repentinamente.
Apareció en Turquía, donde fue arrestado al encontrarse en las inmediaciones de un atentado. Él no participó en ese pero su presencia en la localidad turca de Gaziantep (tomada por el Estado Islámico) hizo que la policía turca le detuviese y le deportarse de nuevo a España. El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco acaba de procesarle por intento de formar parte de una organización terrorista y otro delito de autoadoctrinamiento.
Según el magistrado, Afarhkane se fue radicalizando a través de internet hasta que decidió dejar todo para viajar a Turquía y así formar parte del Daesh. “Pese a carecer de recursos económicos ni siquiera para garantizar su mínima subsistencia, se desplazó a Santander, desde donde tomó un autobús, iniciando un viaje de unos 4.500 kilómetros que le llevaría hasta Gaziantep (Turquía) pasando por Rumanía y Bulgaria”, recoge el auto ed3el juez.
Su intención era cruzar la frontera turca hacia Siria e incorporarse como combatiente, según ha podido constatar el juez a través de las observaciones telefónicas sobre el resto de investigados así como un amigo suyo, Kamal Tizhelte, quien también está procesado por encubrirle.
Manual para la Yihad
Después de que fuera detenido por la policía turca tras un atentado contra una comisaría, Afarhkane fue enviado de nuevo a España. Sin embargo, lejos de abandonar su idea, comentó a varios de sus amigos su intención de volver a Siria para incorporarse a las filas del Daesh, algo que no ocurrió porque fue detenido por la Policía.
Su intención de viajar a Turquía y de ahí a Siria era contactar con un “pasado”, tal y como le instruyeron vía internet. La policía llega a esa conclusión porque se le incautó un papel pequeño y fácil de esconder con anotaciones de un número de teléfono turco, tal y como exige la recomendación de la página 18 del Manual para la Yihad. En él se especifica la necesidad de llevar anotado el número de la persona de contacto para facilitar el cruce de la frontera a Siria en un trozo de papel de semejantes características al que él llevaba.
Según explica el auto de procesamiento, estas personas reciben a todos aquellos jóvenes llegados de cualquier parte del mundo, y que ya como miembros del Daesh pasan a ponerse a disposición de la organización en cualquier de sus áreas, ya sea en zona de conflicto, o retornando a territorio de países considerados enemigos para la comisión de atentados.
La integración en la organización criminal no requiere superar ninguna pruebas ni realizar ningún trabajo previo, “sino tan solo un compromiso espiritual del musulmán con su propio Dios, y con la idea de extender el Califato Único a cualquier territorio de la Tierra, eso sí, por medios violentos”, que es el proceso por que el pasó Ali Afarkhane.
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