Los testigos que han declarado este lunes en el juicio contra Sergio Morate, el único acusado de los asesinatos de Marina Okarynska y Laura del Hoyo, han coincidido en una misma tesis: era un maltratador, un manipulador y un contolador que tenía atemorizada a su exnovia. 

María Luisa L., amiga y exjefa de Marina Okarynska en el restaurante conquense El Secreto de la Catedral que ha declarado como testigo, ha asegurado que en una conversación mantenida con la exnovia de Morate, ésta le contó que había redactado un documento que enviaría a Cavero (el abogado de la familia Morate que ahora defiende al acusado) en el que le pedía que "si pasaba algo, este cabrón no se fuera de rositas", en referencia a Sergio Morate. La mujer, que también trabajó durante ocho años como orientadora laboral en el Instituto de la Mujer de Cuenca, ha contado que le llamó mucho la atención que una chica de tan solo 22 años dejara una especie de testamento por su temor a morir. Esta testigo también ha definido el trato de Sergio Morate hacia Marina como de "acoso y posesión". 

"YA HABÍA INTENTADO AHOGARLE"

Otra amiga de Marina, Varvara, también ha contado que Morate maltrataba físicamente a Marina cuando estaban juntos. En distintos momentos le vio "moratones en la cara y los brazos" por los golpes que éste le propinaba. Según la testigo, en una ocasión la joven le confesó a ella y a su madre que un día, después de una discusión, Morate quiso ahogarla con sus propias manos. Para defenderse, la joven dio una patada en la entrepierna a su novio y desde entonces, según contó la chica a su amiga, la familia del joven la acusó de provocarle un cáncer de testículos, por lo que ella se sentía culpable. 

La joven también ha aportado como prueba el audio de una conversación en ruso y ucraniano que las dos mantuvieron el día 7 de abril de 2015 y que la íntima amiga de Marina grabó sin que ella fuera consciente. Durante esa conversación, Marina confesó que tenía mucho miedo, que se sentía perseguida por Sergio y que huiría a Ucrania para escapar de él. "El cabrón me sigue a todos lados. Si lo dejo, me liquidan", contó la joven a su amiga, convencida de que su exnovio era capaz de contratar a alguien para matarla. 

NUNCA LE DENUNCIÓ

Distintos testigos han coincidido en que Marina no denunció a Morate porque "sentía mucho afecto por la madre de Sergio y por su familia", a quienes trataba como si fuera su cuidadora. 

Ni Sergio Morate ni ninguno de los miembros más cercanos de su familia han querido declarar en el juicio. Su hermano Óscar ha entrado por videoconferencia y ha rechazado contestar a las preguntas de la Fiscalía, los abogados de la acusación y la defensa. Tampoco lo ha hecho su padre José Agapito Morate ni su madre, María Jesús Garcés, quien sí lo había hecho en ocasiones previas. Si que han declarado dos de sus tías.

Tanto la madre de Marina Okarynska, Olha, como su hermana Alina, han declarado que vieron a la madre de Sergio Morate muy nerviosa y en mal estado a las puertas del domicilio de éste la noche del 6 de agosto, donde presuntamente habría cometido los asesinatos. Allí acudió junto a un tío del joven ante la llamada de la familia de Marina. 

Sergio Morate, impasible

La noche del 6 de agosto de 2015, cuando los cuerpos de Marina Okarynska y Laura del Hoyo yacían ya sin vida junto al río Huécar, Sergio Morate cenó, como cada noche, en casa de sus padres. Cenó rápido, confesaría su propia madre a la hermana de Marina Okarynska, según ha defendido durante el juicio. Después, el joven cogió el coche para emprender el largo viaje hacia Rumanía en un Seat Ibiza prestado para alojarse en casa de su amigo Istvan Horvath, en la localidad de Lugoj.

Este lunes, ante el Jurado Popular, Morate ha escuchado sin pestañear la declaración de hasta 14 testigos, entre ellos los familiares y amigos de las dos jóvenes asesinadas. Tampoco se ha inmutado cuando ha vuelto a escuchar la voz de su exnovia, Marina Okarynska, en un audio aportado como prueba. No se ha mostrado nervioso ni siquiera cuando la hermana de Marina le ha gritado: "¡Levanta la cabeza, desgraciado, y mira a mi madre!". Tampoco cuando la madre de Laura del Hoyo ha pedido al juez si podía ponerse delante de él para verle la cara. 

Se ha acogido a su derecho a no declarar y no ha contestado a ninguna pregunta de la Fiscalía, de los abogados de la acusación ni tampoco de su defensor, José Javier Gómez Cavero. La Fiscalía pide para él 48 años de prisión, 25 por el presunto asesinato de Marina Okarynska y 23 por el asesinato de Laura del Hoyo. 

La abogada de Marina Okarynska, Marta Bermejo, ha insistido en el agravante de que el acusado actuó con alevosía, puesto que pilló por sorpresa a su exnovia, quien no pudo defenderse. Además, también ha defendido que lo hizo como una manifestación de poder hacia ella. 

La defensa de Laura del Hoyo, Luis Felipe Valero, también argumenta que Morate habría actuado con alevosía en el caso de Laura, puesto que tampoco pudo defenderse y además fue una víctima de la que se deshizo para ocultar el crimen. El abogado que ha acudido en representación de la Junta de Castilla-La Mancha, Carlos Navarro, ha presentado dos agravantes: la violencia de género y la superioridad física. 

Por su parte, el defensor de Morate ha pedido su libre absolución porque dice que no existe ni una sola prueba contra él. Son todo opiniones, ha defendido. Y ha insistido en que el ADN del hombre no se encontró ni en el su domicilio ni en el maletero del coche donde presuntamente habría trasladado los cadáveres de las jóvenes. 

TENSIÓN CONSTANTE EN EL JUICIO

Tanto a la entrada de Sergio Morate a la Audiencia Provincial de Cuenca como a la salida del acusado del edificio, se han vivido momentos de mucha tensión. Los familiares y amigos de las dos jóvenes asesinadas han increpado al presunto autor con gritos de "¡Asesino!" e incluso han golpeado el furgón que le ha llevado de vuelta a la cárcel madrileña de Estremera, donde se encuentra desde el 5 de septiembre de 2015.

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