El comisario jubilado José Manuel Villarejo ha declarado este viernes que el ministro José Luis Corcuera, titular de Interior entre 1988 y 1993, le encargó "tomar el pulso" en secreto a las empresas del recién creado Ibex-35.
Según ha manifestado el expolicía en la Audiencia Nacional, las grandes compañías españolas "eran una de las obsesiones del Gobierno socialista", por lo que Corcuera le pidió, en 1993, cuando el comisario regresó al cuerpo tras una excedencia, obtener "información fuera de los cauces policiales oficiales". Entre ellas, ha citado a BBVA, Telefónica, Indra, Repsol o Banco Santander.
A preguntas de su abogado, Villarejo ha confirmado que "reportaba" datos "de interés" al Ejecutivo presidido por Felipe González. "Era el propio Gobierno el que me decía: 'Tal empresa tiene un problema, ayúdalos; y la información relevante nos la das'", ha asegurado ante el tribunal que le juzga por tres de las piezas de la macrocausa Tándem, en la que el comisario es el principal imputado. "A través de mis empresas, obtenían información privilegiada", ha apostillado.
En sede judicial, Villarejo ha reiterado que, desde 1993, "todos los Gobiernos" han conocido "absolutamente" el entramado mercantil que conformó durante su excedencia y se han valido de él una vez regresó al Cuerpo como agente encubierto.
"Mi estructura empresarial fue absolutamente conocida por diez ministros del Interior y los distintos Gobiernos, pero como yo era agente de inteligencia, entendieron que yo no tenía que figurar, que yo no existía formalmente", ha expuesto, tras recordar que, a su vuelta a la Policía en los 90, carecía de ordenador personal, agentes a su cargo, clave de acceso a bases de datos o derecho a reconocimientos médicos.
A pesar de esta "habitual y continua" cobertura por parte de los distintos Ejecutivos, salvo en contadas ocasiones, "nunca" recibió fondos reservados para sus labores de inteligencia, sino que las sufragaba con su propio patrimonio.
Empresas tapadera
Según ha declarado, en 1982, Villarejo tuvo "una reunión para hablar de futuro" con el recién nombrado presidente Felipe González. "Al ver que yo podía suponer un lastre para mi propio sindicato, por mi enfrentamiento abierto contra desmilitarizar la Policía, pedí la excedencia y me fui en 1983", ha relatado a preguntas de su abogado, que se han extendido a lo largo de más de tres horas.
A partir de aquella fecha, Villarejo ha asegurado que constituyó varias sociedades, aunque siguió "vinculado" a sus antiguos jefes, quienes le pidieron constantes encargos de investigación y seguridad.
"Yo tenía buenas relaciones con el Mossad [servicio secreto de Israel] y conseguí tecnología israelita novedosa", ha narrado el expolicía. "También monté una empresa de música: traje lo que era el concepto de analógico a digital aquí", ha añadido, haciendo un repaso a un currículo de hombre de Estado que, según ha argumentado, le permitió "seguir manteniendo relaciones con Interior" durante su década de excedencia.
"A finales de los 80, [el comisario] Manuel Ballesteros me pidió que montara sociedades en Uruguay para desarticular la estructura de financiación de ETA en el extranjero", ha expuesto. También ha asegurado, sin dar detalles, que, durante esos años, se le encargó "una serie de gestiones y de apoyos sobre todos los errores que se habían cometido con el GAL". Incluso estando en excedencia habría contado con varios documentos falsos —"identidades de cobertura"— para estas labores.
Operaciones contra ETA
Ayuda a empresas clave, remitir información al Gobierno, colaborar con labores de seguridad, facilitar operaciones antiterroristas... Este viernes, Villarejo ha enumerado decenas de sus supuestas actuaciones —las califica de "servicios" a la patria— como agente encubierto, usando sus propias compañías.
También ha relatado viajes a La Habana para garantizar que el régimen de Fidel Castro facilitase a España "todas" las grabaciones sobre etarras huidos en Latinoamérica. "Fui para sobornar —iba a decir convencer— a miembros de la telefónica en Cuba para que nos las dieran", ha manifestado. [Debe referirse a la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A., la que opera en la isla, de titularidad estatal]. En todo caso, ha reiterado que actuaba cubierto por su entramado de empresas: "No iba como policía, sino como empresario".
En un par de ocasiones, el tribunal de la Audiencia Nacional que le juzga ha tenido que frenar su relato. "No nos cuente esta historia... No nos interesa", ha interrumpido la magistrada presidenta Ángela Murillo, quien, de forma reiterada, ha inadmitido varias preguntas del letrado de Villarejo, José Antonio García Cabrera, al exceder los hechos enjuiciados.
"No vamos a discutir con la sala... Pero a este señor se le ha presentado como un ogro y tengo que restablecer su imagen ante el tribunal", ha llegado a responder el abogado en relación a su cliente.
Huseín, Al Kassar, Oubiña...
Cuando regresa a la Policía en 1993, Villarejo lo hace, según su testimonio, tras un acuerdo con Corcuera. El ministro del Interior, ha detallado, le comunicó que quería "montar una inteligencia civil al margen del servicio secreto" y propuso al ahora empresario ser su "embrión".
"Yo le dije: 'Tengo muchas empresas, gente a mi cargo...'. Y me dijo: 'Esa es justo la razón, que te incorpores con esas empresas'", ha manifestado Villarejo ante el tribunal. Desde entonces, ha contado, gozó del estatus de agente encubierto. "Me incorporo con todas las sociedades y las utilizo al servicio del Estado", ha añadido. "Estaban a mi nombre y, a raíz de ingresar [en la policía], tuve que situar a gente de mi entorno para yo no aparecer como vinculado a las mismas".
De acuerdo con sus palabras, mientras gestionaba sus empresas, también recabó "contactos" como el traficante de armas Monzer Al Kassar, apodado El Príncipe de Marbella. "A mí se me presenta como un experto en seguridad y tras ser absuelto, lo capto para servicios de inteligencia", ha manifestado.
También siguió colaborando con el Cesid (antiguo Centro Nacional de Inteligencia): "Conseguí que el traficante Abu Abbas nos diera una maleta Samsonite; que la propia maleta era el explosivo". "La CIA [la agencia de espionaje estadounidense] se quedó alucinada y se evitaron atentados en Francia", ha añadido, tras recordar —entre alguna llamada de atención del tribunal— otros viajes a Líbano, Somalia y Sierra Leona.
"Conseguí todo lo que eran las armas que había comprado Sadam Huseín, incluso nos pidió la CIA que Al Kassar le engañara", ha proseguido Villarejo.
En cualquier caso, el comisario jubilado ha reiterado que dichas labores no las presentaba como un "favor" de tipo personal a la CIA, sino como "que el Estado español le hacía un favor a Estados Unidos".
En ocasiones, las empresas tapadera "daban pérdidas y eran ruinosas". "En Marruecos monté una de espárragos y marisco", ha relatado.
Incluso cuando la pregunta se la ha formulado su propio abogado, Villarejo ha rechazado comentar si participó en la detención del narco gallego Laureano Oubiña o del arresto del abogado Pablo Vioque, también vinculado al tráfico de cocaína.
Tampoco ha querido relatar sus labores en el caso Malaya o contra el yihadismo del Daesh (Estado Islámico): "He entendido que determinadas cosas, por defenderme, no tiene por qué salir a la luz".
"Yo tenía un buen acercamiento con la Casa Real de Arabia Saudí —se sabe que financian el terrorismo de los sunitas— y yo lo único que hice fue intentar convencer de que no hicieran atentados en España", ha sentenciado.
'Land' y 'Pintor'
Según ha declarado, "todos" los servicios que su entramado empresarial ejecutó se facturaron. Preguntado por la pieza Pintor, relativa al supuesto espionaje encargado por los hermanos Muñoz Támara a Villarejo, éste último ha negado, de nuevo, los hechos.
"Como no se prestó ningún servicio por el tema Pintor, no se facturó nada", ha manifestado, tras descartar que se hubiese presentado a los clientes como agente en activo. No obstante, tampoco debería tomarse al pie de la letra sus relaciones empresariales: "Formaba parte de mi trabajo de cobertura. Era la imagen que yo tenía que dar de compañía solvente", indicó este jueves. "Era como los pavos reales", apostilló.
Este viernes ha vuelto a contradecir la declaración de Juan Muñoz —esposo de la presentadora Ana Rosa Quintana— quien sí confesó que encargó al excomisario espiar a un antiguo socio y a su abogado. El policía jubilado, por su parte, limita su función a "hacer un favor a mi amiga [en relación a la popular periodista]" y "recibir a su maridito". Ha sido contundente: "Jamás he mercantilizado en el sector privado lo que yo sabía como agente de inteligencia".
Sobre la pieza Land, que aborda el conflicto familiar en torno a la lujosa urbanización La Finca, ha negado haber difundido intimidades del arquitecto Joaquín Torres. "Nunca he dado datos sobre la vida sexual de nadie", ha indicado, aunque ha reconocido que, a su juicio, Torres "se aprovechaba de su vida sentimental para influir". En esta pieza, la Fiscalía Anticorrupción acusa a Villarejo de, entre otros motivos, sus labores de intoxicación informativa contra el arquitecto.
Por Iron, Land y Pintor, el Ministerio Público solicita para el comisario jubilado más de cien años de prisión, al considerar que se valió de su estatus y sus contactos en la Administración para lucrarse. En total, las piezas de la macrocausa Tándem rozan la treintena.