El coronavirus derrotó a los líderes independentistas y les obligó a poner sus planes en cuarentena. Los pinchazos telefónicos ordenados por el juez Joaquín Aguirre en el caso Volhov acreditan que los dirigentes del procés intentaron utilizar la pandemia para ponerla al servicio del separatismo, pero se estrellaron con la realidad.
Los independentistas pretendían demostrar que la Generalitat es capaz de gestionar la pandemia mejor que el resto de España, con el fin de seducir a los catalanes más escépticos que aún no se habían sumado al procés.
Sin embargo, la realidad era muy distinta y quien la describió con mayor crudeza fue David Madí, exjefe de prensa y asesor de Artur Mas.
En una conversación telefónica intervenida por orden judicial en 2020, tras las primeras semanas del confinamiento, Madí revela que el entonces número 2 de la Conselleria de Interior, Brauli Duart, le había reconocido que la gestión de la pandemia es "un caos absoluto" porque los expertos de la Generalitat "no tienen ni puta idea".
Según esta conversación, los Departamentos de Sanidad y Justicia de la Generalitat admitían que "no darían abasto ante la avalancha de fallecimientos". Hasta el punto de que en Igualada (Barcelona) "los cadáveres tuvieron que ser depositados en camiones refrigeradores. Muere una pila de gente y las incineradoras no darán abasto", se sinceró el número 2 del conseller Miquel Buch.
"Es para colgarlos"
David Madí indicó al exalto cargo del PSC Ignasi Carnicer que "es mejor que los médicos se hagan cargo de la gestión de la pandemia, porque la Administración es un drama. Me están explicando lo que pasa por las residencias y es para colgarlos a todos. Cuando acabe esto hay que pasar cuentas porque ha costado muchas vidas".
También preocupaba esta cuestión al secretario general del entonces vicepresidente Pere Aragonés, Albert Castellanos, quien expresó a Xavier Vendrell su temor a que saliera a la luz la pésima gestión de la crisis sanitaria en las residencias de ancianos, donde la pandemia se cobró miles de vidas.
Estas afirmaciones muestran hasta qué punto estaban alejados de la realidad algunos líderes independentistas, que pretendían convertir la pandemia en una oportunidad.
En primer lugar, para hacer negocios (como hizo el propio David Madí). Y en segundo lugar, para demostrar a los catalanes más escépticos y al resto del mundo que la Generalitat es capaz de gestionar la crisis sanitaria mejor que el resto de España. Fracasaron en este segundo propósito.
Aprovechar la pandemia
El antiguo terrorista de Terra Lliure y exconseller de Gobernación Xavier Vendrell tenía un plan para que el independentismo saliera "reforzado" de la crisis del Covid, que expuso al entonces vicepresidente Pere Aragonés, a su secretario general Albert Castellanos y a Marta Rovira (fugada de la Justicia en Suiza).
"En esta etapa no lo podemos decir, porque las cifras no nos acompañan", explicó Vendrell a Albert Castellanos, en una conversación intervenida por orden judicial en 2020, "pero tenemos que conseguir que de aquí a cuatro meses las cifras, en este caso económicas, y si pudieran ser las sanitarias también, nos permitan decir: hemos gestionado de puta madre y hemos salido mucho mejor que el resto del Estado".
Vendrell propuso también al número 2 de Pere Aragonés una idea para aprovechar que millones de catalanes habían acumulado sus ahorros, durante los casi cuatro meses de confinamiento de la primavera de 2020, en los que apenas pudieron salir de casa para gastar.
Las cifras del fracaso
Xavier Vendrell pretendía que la Generalitat aprovechara para emitir una suerte de bonos patrióticos, "en papel o mediante el sistema Blockchain", que los ciudadanos podrían canjear luego en servicios como el turismo local, restauración o cultura, para reactivar el consumo.
Pero los independentistas (Vendrell es uno de los cerebros del procés y del Tsunami Democràtic, según el juez) nunca pudieron llegar a consumar estos planes. Cataluña registró aquel año 2020 unos resultados sensiblemente peores que los de la Comunidad de Madrid, tanto en el ámbito sanitario como en el económico.
Cataluña cerró 2020 con una renta per cápita de 27.812 euros (frente a 32.048 euros de Madrid), una deuda per cápita de 10.362 euros (el doble que los 5.122 de Madrid) y una tasa de mortalidad del 10,2% (frente al 9,8% de Madrid). Todo ello mientras se mantenía la fuga de empresas y de inversiones internacionales iniciada tras el referéndum ilegal del 1-O.
Todavía hoy, pese a aplicar medidas mucho más restrictivas (como el pasaporte Covid, el cierre del ocio nocturno o el toque de queda en los municipios más afectados), Cataluña mantiene una tasa acumulada a 14 días de 3.771 casos por cada 100.000 habitantes, superior a la media nacional (3.192) y muy superior a la cifra de Madrid (2.408). Se acabó el sueño de asombrar al mundo con la buena gestión de la pandemia.
"Hostias al PSOE y Podemos"
Las intervenciones telefónicas muestran cómo se deshinchó el procés durante el primer año de la pandemia. El 28 de julio de 2020, Xavier Vendrell estalló de indignación por el regreso de los presos del 1-O a prisión tras la sentencia del Supremo:
"¡Es el momento de dar hostias al PSOE y a Podemos, esto es una salvajada, son unos hijos de puta!", rabió Vendrell en conversación con el jefe de comunicación de ERC, Sergi Sol.
"Que salga ahora mismo Tardà", añadió, "y diga a los compañeros socialistas que dejan de ser compañeros socialistas y pasan a ser unos hijos de puta socialistas. Si no hacen nada para que mi compañero Oriol Junqueras salga del talego... se caga en Dios, ya vale la broma".
Antes de colgar el teléfono, Vendrell se mostró "dolido por el hijo de puta de Pelomocho", señaló en alusión al fugitivo de la Justicia Carles Puigdemont.
Negocio con los test Covid
Pese a los temores antes expresados, David Madí aprovechó la pandemia para hacer negocios. Gracias a sus contactos políticos, logró que la Generalitat le adjudicara un contrato para realizar los test en las prisiones.
En sus informes remitidos al juez, la Guardia Civil deja constancia de que el asesor de Artur Mas burló el confinamiento para irse a jugar al golf en Manresa (el 19 de mayo de 2020) y, dos días después, para reunirse con su abogado y un empresario en el PGA Cataluña Resort Golf de Gerona. Los asistentes a esta reunión se mostraron inquietos "por si les paraban en algún control policial y descubren que llevaban palos de golf", anota la Guardia Civil.
Tampoco perdió el tiempo Xavier Vendrell. El sumario del caso Volhov demuestra que utilizó sus contactos con la dirección de ERC para hacer múltiples negocios, no siempre con éxito.
Logró que el Ayuntamiento de Cabrera de Mar le recalificara la finca Villa Bugatti (cuyo valor pasó así de 5 a 10 millones de euros), consiguió que la Generalitat le adjudicara irregularmente un contrato de más de 400.000 euros para realizar análisis de laboratorio y utilizó al portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, para intentar obtener un contrato millonario en un aeropuerto de Bolivia, como ha informado EL ESPAÑOL.
Burlaron el confinamiento
Vendrell también utilizó sus influencias sobre el entonces conseller de Interior, Miquel Buch, para burlar las restricciones por la pandemia de Covid establecidas por la propia Generalitat. Para presentar su proyecto de Villa Bugatti, organizó en esta finca una fiesta con 440 invitados en junio de 2020, cuando no estaban permitidas las reuniones de más de 10 personas.
Pese a reconocer que los contagios seguían disparados en Cataluña, el número del Departamento de Interior, Brauli Duart, le garantizó que los Mossos sólo harían controles en la carretera de acceso para cubrir las apariencias: "Es todo escenografía", le avisó.
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