¿Hay que estar continuamente formándose? La pregunta, según los expertos, se responde sola. La educación se ha convertido en un compañero vital para todos los que quieran estar en el mundo, al menos profesionalmente. “Es fundamental, una necesidad ante un mundo cambiante”, ha asegurado Antonio Guerrero, director general de Esesa, en una mesa compartida con Stéphane Ruiz e Ignacio de la Vega, directores de las escuelas de negocio Essca y Esic en Málaga, en el marco del II Foro de Educación, Innovación y Tecnología.
Según De la Vega, en un mundo en el que las nuevas tecnologías van marcando el camino, “no tenemos más remedio que adaptarnos a las realidades que aparecen y a nuevas metodologías, no nos podemos quedar al margen”.
Los tres especialistas no dejan espacio para la duda, pero constatan que existen divergencias en cuanto a la forma de plantear esta formación continua. En cuanto a la metodología, Ruiz ha abogado por la coexistencia con las nuevas herramientas que ponen sobre la mesa las nuevas tecnologías y por llevar al alumnado a fomentar, muy en línea con el modelo francés, sus capacidades argumentativas como la mejor fórmula para demostrar que han interiorizado los conocimientos.
¿Y hacia dónde ha de ir esta formación? ¿Hacia la hiperespecialización o hacia unos conocimientos generalistas? De la Vega asegura que el cambio en la educación en la última década “ha sido brutal”. “Las empresas ya no buscan el cerebrito que sabe de todo, quieren a alguien que solucione problemas y eso no implica una formación larga o extensa, sino especializada”, ha asegurado, matizando, no obstante, que hay casos que demandan una cosa y otros, la contraria.
“Hay altos directivos que se formaron hace 20 años y el reto de las escuelas de negocio es ponerlos al día, que entiendan cómo funciona el mundo en este momento. Si eres el responsable de una empresa, tienes que conocer ciertas cosas aunque no formen parte de tus funciones ejecutivas, de la misma forma que un CEO no es financiero pero tiene que entender qué es un coste fijo”, ha ejemplificado el director general de Esesa.
Por parte de Essca, que acaba de llegar a la capital, Ruiz ha explicado que se encuentran en pleno proceso de aterrizaje y aprendizaje pero, entre tanto, ya han puesto en marcha asignaturas "específicas relacionadas con el ecosistema" de Málaga, vinculadas a materias como la ciberseguridad, la digitalización o el emprendimiento tecnológico.
Ruiz aprecia un desajuste generalizado entre la demanda del mercado y la oferta de profesionales de determinados perfiles y están trabajando para promover un equilibrio. Sin embargo, se encuentran con “obstáculos” como los que pone el propio sistema para que la formación se actualice conforme a las necesidades de las empresas.
Otro de los lastres que todavía pesa es el idiomático. Según ha explicado el director de Essca, cuando aterrizaron en Málaga encontraron una "desconexión" entre algunos emprendedores malagueños con los inversores por "un problema básico de comunicación, porque no hablaban inglés". Para poner su grano de arena en este sentido, en Essca imparten todas sus clases en este idioma, que "es un reto" que precisa un abordaje para evitar una "Málaga de dos velocidades".
De la Vega ha invitado a preguntarse “cómo encaja un porcentaje de paro tan alto con empresas que no encuentran empleados". "¿En qué nos hemos equivocado? Tenemos que pensar en lo que no hemos hecho bien para cambiarlo, reflexionar en qué sociedad vivimos y hacia dónde queremos ir para ser una sociedad con futuro”, ha expuesto.
En esa reflexión están las escuelas de negocio, priorizando la adaptación y sin reducir la exigencia, sino reenfocándola en un nuevo contexto que va a seguir exigiendo que, pese a los grados, los másters o los cursos que hayas acumulado en tu CV, te sigas formando.