No habrá desafío que se nos resista si logramos aunar las mismas voluntades
Si hace un año titulamos nuestro encuentro 'Las Fronteras de la Lucha contra la Covid-19' pues era un momento en el que había que aunar fuerzas para contener el virus en todos los frentes, esta vez el lema de la convocatoria, según la certera sugerencia de la ministra Darias, es 'Las lecciones de la Covid-19'.
Se trata de una perspectiva muy diferente. Entonces luchábamos a brazo partido por la supervivencia. Era una estrategia de contención, destinada a frenar el avance de una pandemia que segaba vidas por doquier y llegó a bloquear el funcionamiento de muchas áreas de nuestra sociedad.
Aunque no podemos decir aun que la humanidad haya vencido a la pandemia sí que podemos proclamar que la pandemia no vencerá ya a la humanidad.
Digámoslo con toda sencillez: antes íbamos perdiendo y ahora vamos ganando; antes jugábamos a la defensiva y ahora lo hacemos al ataque. Y en la evolución de ese proceso tanto las Administraciones públicas como todos y cada uno de los actores del sector sanitario habéis aprendido lecciones que podéis y debéis compartir con los demás. Ese es el sentido de este encuentro.
La primera de las lecciones la ha aprendido, y al mismo tiempo impartido, la sociedad española en su conjunto. Nos toca formularla en términos que destilan un timbre de legítimo orgullo: juntos estamos acorralando al virus.
Antes íbamos perdiendo y ahora vamos ganando; antes jugábamos a la defensiva y ahora lo hacemos al ataque
Nadie podrá devolvernos a los seres queridos y al conjunto de los compatriotas fallecidos; nada podrá hacernos olvidar el dolor, la incertidumbre, la angustia de los peores momentos; ni siquiera hoy podemos apartar la mirada de los hospitalizados, de quienes luchan por la supervivencia en las UCIs, de los más vulnerables que temen la reinfección.
Pero a pesar de todo eso, después de todo eso, el escenario es completamente distinto al de hace un año. Recuerdo bien la mezcla de esperanza, sorpresa y escepticismo con que se acogió en esta misma sala, y en la sala virtual abarrotada por las decenas de miles de personas que seguían el acto en streaming, el anuncio que el 6 de septiembre de 2020, o sea, hace un año y una semana, hizo Salvador Illa, de que antes de acabara diciembre habría 3 millones de dosis de vacunas en España. No llegaron a tantas, pero aquel diciembre comenzó la vacunación contra un virus que acabábamos de conocer en marzo.
Pues bien, 53 semanas después, el 74% de los españoles estamos vacunados con la pauta completa y eso nos coloca en la cima del ranking de los grandes países de la tierra. Un logro colectivo que debería bastar para que, en este país, tan dado a la autoflagelación, empezáramos a sentirnos mejor con nosotros mismos.
¿Qué hay detrás de este dato espectacular? En primer lugar, una ciudadanía ejemplar que confía en la ciencia y en las autoridades sanitarias. Es impresionante el grado de aceptación de la vacuna en todos los segmentos de edad, especialmente entre los jóvenes. En España no hay negacionistas o si los hay no se atreven a levantar la voz, pues el consenso en pro del racionalismo y el conocimiento empírico es abrumador. Sí, España es diferente, pero para bien.
En segundo lugar, hay que reconocer la eficiencia que a estos efectos ha demostrado nuestro modelo sanitario. Si bien es cierto que la fragmentación de las competencias entre las 17 autonomías ha podido suponer una mayor complejidad en la toma de decisiones -y la ministra Darias, como su antecesor Illa, sabe bien lo difíciles que han sido algunas interterritoriales,- luego a la hora de la distribución de las vacunas la capilaridad del sistema autonómico se ha demostrado idónea para acelerar el proceso.
Hay que descubrirse y lanzar los sombreros al aire con júbilo ante el esfuerzo descomunal que la industria farmacéutica ha hecho
En tercer lugar, debemos hablar del esfuerzo ímprobo que todo el personal sanitario está desplegando en turnos de mañana y tarde, a veces siete días por semana inoculando dosis en hospitales, polideportivos, centros comerciales o sedes de empresas.
También es de justicia subrayar en cuarto lugar el acierto de la estrategia de adquisición y abastecimiento de vacunas adoptada por el Gobierno en el marco de la Unión Europea y el propio mérito de la Comisión Europea al establecer unos criterios, alcanzar unos compromisos y exigir a los proveedores su cumplimiento.
Y por último hay que descubrirse y lanzar los sombreros al aire con júbilo ante el esfuerzo descomunal que la industria farmacéutica ha hecho para diseñar, testar, validar, producir y distribuir en tiempo record el mayor número de vacunas de la historia.
La humanidad, y desde luego la sociedad española, tiene que mirar con nuevos ojos a este sector que tanto invierte en investigación. Eso no significa dar por buena cualquier práctica, pero sí comprender que detrás de una vacuna, detrás de un medicamento, detrás de una nueva tecnología sanitaria hay esfuerzos ingentes que sólo seguirán siendo posibles con empresas rentables, con músculo inversor y capacidad de apuesta en el terreno de los ensayos clínicos.
Que en ese empeño multinacional estén interviniendo empresas españolas, que tengamos la fundada esperanza de poder contar pronto con vacunas españolas y que las grandes publicaciones científicas estén siguiendo con tanto interés los ensayos clínicos de un medicamento capaz de curar la Covid diseñado a partir de una molécula marina por una empresa española, son motivos adicionales que alimentan esa sensación de satisfacción y orgullo que parte de la fe en la ciencia tan arraigada en nuestra sociedad.
Es muy importante que España vaya a dedicar este año el 7% de su PIB a Sanidad
Las 'Lecciones de la Covid-19' van mucho más allá de las vacunas, pero lo ocurrido con las vacunas establece un doble paradigma. Sólo la colaboración entre la ciencia, la industria y la política contribuye eficazmente a la protección de la salud de los ciudadanos. Y sólo la colaboración público-privada permite optimizar los recursos de la sociedad en beneficio de los pacientes.
Esa fue una de las principales conclusiones con las que, a modo de decálogo, cerramos nuestro primer simposio. Es alentador comprobar que en algunos de esos puntos hay avances tan significativos como el incremento de la inversión pública en Sanidad. Es muy importante que España vaya a dedicar este año el 7% de su PIB a Sanidad, que casi 800 millones del Plan de Recuperación vayan a destinarse a la renovación del parque tecnológico sanitario, o que el gobierno esté impulsando a través de los ministerios de Sanidad, Industria y Tecnología el PERTE de Salud de vanguardia del que las ministras Reyes Maroto y Diana Morant nos hablarán también en los próximos días.
Pensando en el futuro, aunando la Salud Pública con la Economía, una de las grandes lecciones de la Covid-19 es que España puede ser uno de los países punteros en el desarrollo de un polo europeo dentro la industria sanitaria. Y eso debe ser coherente con la consolidación y mejora de nuestro sistema puntero de Salud Pública.
Tenemos un sector muy estructurado en torno a organizaciones empresariales tan sólidas como Farmaindustria y Fenin, contamos con instituciones transversales del prestigio del IDIS, con unas asociaciones profesionales tan arraigadas como la Organización Médica Colegial o el Consejo General de los Colegios de Farmaceúticos, con potentes distribuidoras de medicamentos, con más de 900.000 sanitarios colegiados, con un Sistema Público de Salud envidiado en el mundo entero, con un sistema hospitalario privado que lo complementa canalizando el 29% del gasto sanitario o con un sector asegurador que ya refuerza la protección de la salud de más de 9 millones de españoles. Todos estamos esperando que salga adelante el proyecto de la gran Agencia Estatal de Salud que tantas adhesiones y ofertas de colaboración suscitó el año pasado.
Nuestro Observatorio de la Sanidad pretende servir de catalizador de todo ello. EL ESPAÑOL es un gran medio generalista, el más leído de España en dispositivos móviles, según Comscore, y a nuestro lado está Invertia uno de los tres grandes diarios económicos de referencia. Por eso queremos servir a la vez de plataforma especializada y de puente de conexión entre el mundo sanitario y el conjunto de la sociedad.
Solo me queda volver a agradeceros a todos vuestra presencia. Las grandes crisis son también grandes oportunidades.
El año pasado presenté este simposio como una especie de Estados Generales de la Sanidad. Si entonces tuvimos 70 ponentes, este año vais a ser más de cien. Todo el sector va a estar aquí representado y si hay alguna excepción será para confirmar la regla.
En el tiempo transcurrido hemos institucionalizado el Observatorio, dotándole de un secretariado y un núcleo estable de miembros permanentes con los que mantenemos contacto semanal a través de nuestra newsletter y con los que hemos planificado el programa de este seminario. Nuestro propósito es añadir nuevas actividades hasta convertir el Observatorio en el punto de encuentro permanente y en el buzón de sugerencias cotidiano de la totalidad del sector.
Solo me queda volver a agradeceros a todos vuestra presencia. Las grandes crisis son también grandes oportunidades. Si en menos de diez meses hemos logrado vacunar al 74% de la población, no habrá desafío que se nos resista si logramos aunar las mismas voluntades. No sé si la Salud es, como siempre han dicho nuestras madres, lo más importante en nuestras vidas; pero sí es el requisito imprescindible de todos nuestros demás proyectos e ilusiones. Protejámosla juntos. Hagámoslo juntos.
*** Discurso de Pedro J. Ramírez durante la inauguración del II Observatorio de la Sanidad.