Miembros de la 6.ª División Aerotransportada reciben instrucciones antes de la invasión. 4-5 de junio de 1944.

Miembros de la 6.ª División Aerotransportada reciben instrucciones antes de la invasión. 4-5 de junio de 1944. IWM

Historia

La enigmática crisis de inteligencia que descubrió los secretos del Día D: "Me provoca escalofríos"

Los nombres en clave de las playas del desembarco o el de la Operación Overlord se publicaron en las semanas previas en los crucigramas de un periódico.

5 junio, 2024 08:25

La pista para resolver la línea horizontal 17 del crucigrama publicado en el periódico Daily Telegraph el 2 de mayo de 1944 era "uno de los EEUU". La respuesta correcta conducía a UTAH. Veinte días más tarde, la tribu indígena de Missouri por la que se preguntaba era la de los OMAHA. A simple vista podía parecer una coincidencia que el pasatiempo hubiese incluido los nombres en clave de dos playas de la región de Normandía en las que se iba a registrar el esperado desembarco de los Aliados. Sin embargo, los agentes del MI5, el servicio de inteligencia británico, abrieron una investigación al comprobar que los nombres de las cinco zonas de asalto se habían desvelado en la prensa.

Pero la situación era todavía peor. En el crucigrama del 27 de mayo, la respuesta a la línea horizontal 11 era OVERLORD, como había sido bautizada la operación del Día D. Una semana más tarde, la solución a un arbusto relacionado con las guarderías era MULBERRY ("mora"), como se había llamado a los puertos artificiales que permitirían descargar y proteger de las condiciones meteorológicas a los buques mayores. El 1 de junio en otra de la fila de casillas se podía leer NEPTUNO, referencia a la fase del plan correspondiente a la travesía del canal de la Mancha.

"Esta brecha de seguridad es tan grave que me provoca escalofríos", reconoció el general Eisenhower, comandante supremo de los Aliados. ¿Algún espía al servicio de Hitler había descifrado los nombres en clave de la mayor operación militar organizada hasta entonces? ¿Pero por qué había decidido publicarlos en un periódico? ¿Era solo una artimaña, una comunicación encubierta o el patinazo de un vanidoso? Lo único cierto en ese momento es que los planes del desembarco de Normandía parecían estar expuestos.

Soldados británicos desembarcando en la playa Gold.

Soldados británicos desembarcando en la playa Gold. Wikimedia Commons

Hubo dos detenidos acusados de espionaje: el responsable de los crucigramas del Daily Telegraph Leonard Dawe, un exfutbolista que había jugado en la selección inglesa amateur en 1912 y que entonces dirigía una escuela del sur de Londres evacuada a Effingham, cerca de una base militar donde tropas estadounidenses y canadienses se preparaban para el Día D; y su colega Melville Jones, profesor de Clásicas en St Paul’s School. "Me dieron la vuelta, pero después de todo decidieron no dispararme", recordaría Dawe en una entrevista con la BBC en 1958.

Ronald French, un antiguo alumno de la escuela Strand, aseguraría en 1984 que los alumnos eran los encargados de seleccionar las palabras de los crucigramas y que Dawe solo pensaba las pistas. "Todo el mundo conocía el esquema del plan de invasión y los códigos. Omaha y Utah eran las playas y sabíamos sus nombres, pero no las localizaciones. Todos estábamos al tanto de que la operación se llamaba Overlord", reconoció.

Sin embargo, estas declaraciones son difíciles de creer, tal y como explicaba el periodista y escritor Ben Macintyre, experto en la historia y la literatura de espías, en un artículo publicado en The Times: "Como demuestra la reacción de Eisenhower, los términos en clave eran uno de los secretos mejor guardados de la guerra. Las ocho palabras clave solo eran conocidas por un puñado de oficiales de la inteligencia aliada". En las semanas previas al Día D, el secretismo era máximo para garantizar también el éxito de las operaciones de engaño, y por eso el acceso a las bases estaba muy restringido.

Tropas estadounidenses tras desembarcar en Normandía pasan al lado de un búnker alemán.

Tropas estadounidenses tras desembarcar en Normandía pasan al lado de un búnker alemán. Reuters

Al terminar la guerra, según el relato de French, su profesor lo llamó a su despacho y le ordenó destruir las libretas en las que había apuntado los términos secretos. Macintyre asegura que si Dawe hubiera sabido que los nombres en clave se los habían proporcionado sus estudiantes, habría informado al MI5 en el momento de su arresto para sacudirse la sombra de una acusación de traición y acabar con el azaroso misterio. Sin embargo, no lo hizo.

"Parece más probable que los nombres en clave no surgieran de soldados despreocupados ni de adolescentes curiosos, sino de alguien del servicio de inteligencia", valora el investigador. "Dawe y Melville habían servido en la I Guerra Mundial y se relacionaban socialmente con oficiales militares. Una respuesta más creíble es que se enteraron de los términos a través de un espía indiscreto, los insertaron en los crucigramas como una broma infantil muy inteligente que les encanta a los entusiastas de estos pasatiempos y luego se arrepintieron profundamente".

Lo cierto es que este extraño episodio sigue todavía sin encontrar una resolución clara. Macintyre baraja que quizá la fuente de todo fue un agente del MI5 y que el propio servicio de inteligencia fomentó la idea de una pura casualidad para enmendar la grave brecha de seguridad. En cualquier caso, los archivos referentes a esta historia siguen sin ser desclasificados.

Más filtraciones

El 15 de marzo de 1944 el Comité de Preparativos del Día D aprobó una serie de medidas para garantizar que nada saliese mal: se decretó una censura total del correo de Irlanda, los países extranjeros y Gibraltar, se limitó la exportación de periódicos locales a los dominios del Imperio británico, se permitió forzar demoras artificiales en el correo de ultramar, los barcos pesqueros quedaron excluidos del sur del país y se reforzaron aún más los controles de inmigración.

Por esas fechas los británicos lidiaban con otra filtración referente a la Operación Overlord. El eminente historiador y estratega militar Basil Liddel Hart le confesó al político conservador Duncan Sandys, yerno de Winston Churchill, que "nuestro plan de invasión del continente no le parecía lo suficientemente prudente", y demostró que conocía los objetivos del desembarco porque eran playas que había visitado en su infancia. El premier, al enterarse de esto, ordenó emprender una investigación y descubrió que el capitán se había reunido con varios generales y que incluso había visitado el cuartel general estadounidense.