La cámara ritual de la cueva de Manot, en Israel.

La cámara ritual de la cueva de Manot, en Israel. Guy Geva

Historia

Giro en los orígenes de la religión: descubren que en una cueva de Israel se hacían rituales hace 35.000 años

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La cueva de Manot, situada en la Baja Galilea, en Israel, saltó a la fama hace una década por el hallazgo de un cráneo de unos 55.000 años que se convirtió, en aquel entonces, en el resto más antiguo documentado fuera de África de los Homo sapiens que colonizaron Europa. Si bien esa cronología se ha ampliado y precisado enormemente gracias a descubrimientos de nuevos fósiles, el yacimiento vuelve ahora a proporcionar una significativa pieza en la historia de la evolución humana: las pruebas materiales de que allí, hace 35.000 años, tuvieron lugar prácticas rituales.

Un equipo internacional y multidisciplinar de investigadores, liderados por los israelís Omry Barzilai, Ofer Marder e Israel Hershkovitz, ha descubierto una zona ritual alrededor de una figura en las profundidades de la cavidad, que quedó sellada hace unos 30.000 años al derrumbarse su entrada. Fue descubierta de forma casual en 2008 durante la construcción de unos edificios en un complejo turístico de montaña cerca de la frontera con Líbano. La datación de la costra de la calcita ha reportado una antigüedad de entre 37.000 y 35.000 años.

Según detallan los científicos en un estudio publicado este lunes en la revista PNAS, el complejo ritual se localiza en una gran galería dividida por formaciones de espeleotemas, en una zona donde el suelo es plano. En un lugar destacado de una de las paredes se ha descubierto una gran dolomía grabada con patrones geométricos complejos que se asemejan al caparazón de una tortuga, como si fuese una suerte de estatua. Los microarañazos lineales dentro de las ranuras del grabado de la roca sugieren que fue tallada por humanos utilizando herramientas afiladas de sílex.

Otra imagen de la zona más profunda de la cueva israelí.

Otra imagen de la zona más profunda de la cueva israelí. Guy Geva

Además, los investigadores han podido analizar partículas de ceniza de madera conservadas en las láminas de estalagmitas, lo que indica que se utilizó fuego para iluminar la cámara. El análisis acústico sugirió que este espacio era adecuado para conversaciones en esas supuestas "reuniones comunitarias". Según los autores, la cámara ritual representa la evidencia más antigua conocida de comportamiento religioso en el Levante paleolítico y permite arrojar luz sobre una conducta humana de la que apenas se conservan evidencias en el registro arqueológico y que resulta fundamental para conocer las expresiones de identidad colectiva de las sociedades prehistóricas.

Objeto simbólico

La cueva de Manot fue usada por los neandertales y los humanos anatómicamente modernos como hábitat en diferentes épocas. Ambas especies desarrollaron sus actividades básicas —la carnicería de animales, el consumo de alimentos y fabricación de herramientas de piedra— en la entrada de la cavidad. Pero fue en la parte más difícil de acceder donde, a principios del Paleolítico Superior, se habrían efectuado estas reuniones rituales, quizá con el objetivo de mejorar la cohesión social de la comunidad, según valoran los investigadores.

La roca tridimensional con forma de tortuga, apuntan, es contemporánea de algunas de las pinturas rupestres más antiguas de Francia. No obstante, la evidencia más antigua ampliamente aceptada de la creación de imágenes por parte de nuestra especie —ejemplo de comportamiento simbólico— se remonta al sur de África, concretamente a la cueva de Blombos, y a mediados de la Edad de Piedra, hace entre 100.00 y 75.000 años.

"Puede haber representado un tótem o una figura espiritual", ha explicado Omry Barzilai, investigador de la Universidad de Haifa y de la Autoridad de Antigüedades de Israel, sobre la hipotética función de la roca con forma de tortuga. "Su ubicación especial, lejos de las actividades diarias cerca de la entrada de la cueva, sugiere que era un objeto de culto".

La figura tallada de la cueva de Manot.

La figura tallada de la cueva de Manot. Clara Amit IAA

Algunos investigadores llevan tiempo sugiriendo que las zonas más profundas y oscuras de las cuevas paleolíticas se utilizaron como santuarios de culto o espacios rituales. La cavidad de Manot proporciona, según los autores del estudio, "la evidencia más antigua de algún tipo de comportamiento religioso del Levante"; y la cámara ritual habría servido para promover la cohesión grupal de los individuos que vivían en el sitio, y probablemente en los alrededores.

"El estudio actual sugiere que los habitantes del Paleolítico Superior de la cueva de Manot participaban en actividades comunitarias centradas en un objeto simbólico ubicado en la parte profunda y oscura de la cueva", escriben en las conclusiones. "La roca grabada en Manot sirve como testimonio de la vitalidad de la vida paleolítica y ejemplifica los intrincados mecanismos que las sociedades humanas primitivas desarrollaron para mantener la cohesión social y expandir las redes sociales".