Vista del pueblo de Lezuza desde el yacimiento de Libisosa.

Vista del pueblo de Lezuza desde el yacimiento de Libisosa. Cultura Castilla-La Mancha

Historia

El pequeño pueblo de Albacete con uno de los yacimientos íbero-romanos más espectaculares de España

Noelia Gómez
Publicada

Son muchos los yacimientos arqueológicos de gran importancia histórica y cultural que encontramos en España. Y cada vez son más los hallazgos extraordinarios que los equipos de arqueólogos realizan en el territorio peninsular.

En este sentido, cabe hablar de un pueblo de Castilla-La Mancha, Lezuza, en la provincia de Albacete, en el que se encuentra un conjunto formado por los vestigios de un castillo y un yacimiento íbero-romano: Libisosa, un oppidum del pueblo oretano que se había convertido en una ciudad estipendiaria de Roma y acabó destruido durante la guerra de Sertorio que asoló Hispania entre los años 82 y 72 a.C.

Este sitio es significativo debido a su ocupación continua desde la Edad del Bronce hasta la época medieval, lo que proporciona una rica perspectiva histórica y cultural. En consecuencia, se trata de una privilegiada zona que destaca porque en ella han dejado su huella civilizaciones como la íbera o la romana y la medieval, para más tarde convertirse en un complejo defensivo religioso-militar tras la Reconquista.

El yacimiento arqueológico de Libisosa, de unas treinta hectáreas se encuentra en el Cerro del Castillo del municipio de Lezuza. Las excavaciones arqueológicas se iniciaron en 1996 por un equipo de la Universidad de Alicante dirigido por José Uroz Sáez.

Cabe destacar que este lugar ha pasado por tres fases históricas: la época ibérica, la romana y la medieval. En consecuencia, el yacimiento ha vivido epaso de diferentes culturas.

Los motivos por los cuales este lugar ha sido ocupado durante tanto tiempo tienen que ver con su ubicación privilegiada, además de por el hecho de que este lugar contaba con gran cantidad recursos hídricos, agrícolas y cinegéticos que favorecieron los asentamientos. En la Antigüedad, se ubicaba en una encrucijada clave de la via Heraclea, el único canal de comunicación existente en época republicana para el paso de los contingentes militares entre el Sur y el Levante peninsular.

En el siglo IV a.C., Libisosa fue un importante asentamiento íbero. Los restos arqueológicos incluyen murallas, viviendas y necrópolis que muestran el desarrollo de una comunidad compleja.

Además, en este yacimiento, se han recuperado en torno a un centenar de monedas de este mismo período ibérico final, así como un conjunto excepcional de una treintena de armas del mismo momento, como un casco de hierro, varias espadas de tipo gladius hispaniensis, puñales, puntas de flechas o elementos de los escudos.

De hecho, las excavaciones han documentado algunos restos de los siglos IV-III a.C. en la ladera norte. De estos vestigios cabe destacar que algunos pertenecen a monumentos funerarios ibéricos, así como a algunas cerámicas ibéricas pintadas.

Luego, durante la época romana, Libisosa se convirtió en una colonia romana, conocida como Colonia Libisosa Forum Augustana, en el siglo I a.C. Se cree que los romanos ya habían llegado a este lugar en torno al año 180 a.C., sobre todo debido al valor estratégico y defensivo que tenía este oppidum. Cabe destacar que la situación geográfica de Libisosa era clave para que los romanos pudiesen emprender la conquista del sur de la península.

De esta época, se han hallado restos de infraestructuras urbanas, como el foro, termas y calles pavimentadas, además de una importante muralla, que tiene tres metros de anchura y rodea la parte más alta del cerro. Hay que tener en cuenta que la condición colonial de Libisosa está referenciada epigráficamente: en el municipio de Lezuza existe una inscripción de época de Marco Aurelio.

Posteriormente, debido a la guerra de Sertorio (82-72 a.C.), el oppidum íbero-romano sufrió una destrucción instantánea y sistemática. Sin embargo, la ocupación continuó durante la época visigoda, con evidencias de un asentamiento consolidado. Y posteriormente, en la época medieval, el lugar siguió habitado, aunque con menor intensidad.

En lo que tiene que ver a la historia de este asentamiento durante la Edad Media, cabe destacar que corresponde a este momento histórico un castillo medieval o torre vigía que da nombre al cerro, así como una edificación que debió desempeñar una función de carácter religioso-militar.